Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







domingo, 18 de mayo de 2014

LA PASIÓN DE HITCHCOCK SEGÚN TRUFFAUT (3)


Años gloriosos bajo un cielo estrellado



Alfred Hitchcock y François Truffaut



El año 1954 comienza la etapa más fructífera de la carrera de Alfred Hitchcock. Ya independiente de la tutela de David O. Selznick y en plena madurez creativa, tendrá cada vez más control sobre sus obras, sin dejar por ello de poder contar con los recursos de los grandes estudios. Serán estupendas producciones, con un equipo de guionistas, fotógrafos, editores de primera línea y, a partir de El hombre que sabía demasiado en su segunda versión, con la participación del compositor Bernard Herrmann. Serán los films en los que se verá rodeado de sus entrañables actores James Stewart y Cary Grant, y durante el rodaje de los dos primeros trabajos de esta época, de su inolvidable musa Grace Kelly, quien después de rodar Para atrapar al ladrón, sólo filmaría el musical High Society (Alta sociedad) de Charles Walters, con Bing Crosby y Frank Sinatra, antes de abandonar la carrera cinematográfica para convertirse en Su Alteza Real la Princesa de Mónaco. Aunque Hitchcock  rodó después películas memorables y, en mi opinión, nunca perdió su talento creativo, se puede decir que estos siete títulos, o por lo menos, seis de ellos, constituyen la cúspide de su carrera.
Había prometido que ésta sería la última de las entregas de La Pasión de Hitchcock según Truffaut. Pero la  longitud del texto me ha obligado a postergar el final para un nuevo capítulo, por consideración a la paciencia y posibilidad de cansancio visual de mis amables y no siempre desocupados lectores.[Enlace para la 2a entrada]





La ventana indiscreta  (Rear Window) 1954.

Un reportero gráfico (James Stewart), inmovilizado en su casa con una pierna escayolada, observa por puro aburrimiento el comportamiento de los vecinos que viven al otro lado del patio. Pronto está convencido de  que un hombre ha matado a su mujer y transmite sus sospechas a su amiga (Grace Kelly) y a un amigo detective (Wendell Corey). La continuación de los acontecimientos
le da la razón hasta que, finalmente, el asesino (Raymond Burr) atraviesa el patio y viene a arrojar por la ventana a nuestro reportero que conseguirá salir del atolladero con... una segunda pierna rota. (François Truffaut)




Para Truffaut  La ventana indiscreta es, quizás con Notorious, su mejor guión, desde todos los puntos de vista: construcción, unidad de inspiración, riqueza de detalles...” En su opinión, a Hitchcock  “… le tentó el desafío técnico, la dificultad: un inmenso y único decorado y [casi] todo el film visto a través de los ojos del mismo personaje”. “Ahí tenía la posibilidad de hacer un film puramente cinematográfico”. (Las negritas son mías).



La presentación o exposición del protagonista es puramente visual. Desde un plano general, donde la cámara va recorriendo el patio trasero de un vecindario hasta centrarse en el rostro de James Stewart adormecido en su silla de ruedas, luego recorre su cuerpo hasta la pierna enyesada, sigue hasta su equipo fotográfico roto, varias revistas y algunas fotos de autos de carrera colgadas en la pared. Sin decirse una sola palabra ya sabemos dónde estamos, quién es el protagonista, de qué se ocupa y qué le ha ocurrido. Todo en un solo movimiento de cámara.

Asimismo,  está construida en  tres segmentos: en el primero se nos muestra a Jeff, interpretado por James Stewart, el  hombre inmóvil que mira hacia fuera; en el segundo, lo que mira, y en el tercero, su reacción ante lo que mira. Quedamos admirados por las cualidades interpretativas de Stewart, pero para Hitchcock se trata de un concepto del montaje inspirado en  el célebre cineasta soviético  Vsevolov Pudovkin, muy afecto al famoso experimento de su maestro Liev Kulechov, quien mostraba un primerísimo  plano del actor  Iván Mosjukin. Seguidamente  aparecía el plano de un niño muerto;  de nuevo el mismo plano del actor. Preguntaba a los espectadores y todos veían compasión en su rostro. Kulechov ahora mostraba el mismo primerísimo  plano de Mosjukin. Seguidamente aparecía un plato de comida; nuevamente el mismo plano del actor. Los espectadores notaban apetito en su expresión.
En  La ventana indiscreta,  Hitchcock  hace algo parecido: aparece un primer plano de James Stewart en la ventana.  Luego un perrito que bajan en un cesto.  Stewart sonríe. El espectador interpreta su sonrisa como  humor o ternura. Luego la bailarina llamada “Miss Torso”, casi desnuda, se retuerce frente a la ventana abierta de su cuarto.  Stewart sonríe. El espectador inevitablemente ríe, pensando: “¡Stewart, pícaro!”
En inglés, “rear window” significa “ventana trasera”. En efecto,  desde allí se observa el patio trasero del vecindario y allende el patio trasero están las ventanas de los vecinos.  Es un pequeño catálogo de comportamientos,  una cantidad de pequeñas historias que son el espejo de un microcosmos. Son la contrapartida necesaria de la historia de Jeff. Y todas esas historias tienen en común el problema del amor y del matrimonio.  Del lado de acá está Stewart, quien no quiere casarse con Grace Kelly,
mientras ella sí.  Del lado de allá está la solterona sin marido ni amante; los jóvenes recién casados que están todo el día y la noche haciendo el amor; el compositor soltero que se emborracha; “Miss Torso”, la pequeña bailarina que todos desean; la pareja sin hijos que ha puesto todo su afecto en un perrito y la pareja casada que pelea cada vez con más violencia hasta que ella desaparece misteriosamente y su esposo (Raymond Burr) se comporta de manera aún más misteriosa.
También hay una curiosa simetría: del lado de acá, en la pareja James Stewart / Grace Kelly, él está impedido por la pierna enyesada y ella está libre y puede moverse de un lado a otro; mientras que del lado de allá la mujer enferma está postrada en su lecho y el marido es quien está en movimiento. 




Casi toda la película se ubica en el punto de vista del apartamento de Jeff (James Stewart). Generalmente es una toma subjetiva, vemos a través de los ojos de Jeff. La cámara sale de ese lugar sólo cuando a la pareja sin hijos le matan su perrito. Se oye un grito de la mujer, la mujer llora, grita que deberíamos amarnos más los unos a los otros. Todo el mundo se asoma a las ventanas menos el sospechoso Thorwald (Raymond Burr). La cámara sale del apartamento de Jeff, se sitúa en el patio, visto desde varios ángulos, dándonos ahora una mirada objetiva.  También ocurre esto en el desenlace, cuando todos acuden a rescatar a Jeff del suelo.
Hitchcock, en general, mantiene en todos sus films un principio de economía de las imágenes. La dimensión de éstas se debe hacer sólo en función de lo que se está contando y no de mostrar el decorado. En una palabra, se reservan imágenes del decorado para los momentos en que, por su fuerza dramática, se requiera. Así no se “gastan” innecesariamente. La ventana indiscreta no es una excepción a este principio. Hitchcock  sólo deja ver fragmentos del vecindario y del patio. Se reserva todo el decorado para la escena mencionada en la cual la pareja expresa su aflicción por la muerte del perrito y a la vez adquiere fuerza la visión del apartamento del presunto asesino que permanece a oscuras y sólo se ve la llama del cigarrillo.
Otro principio muy utilizado por Hitchcock en otras películas es el de valerse de “lo que hay a la mano” como recurso dramático. Cuando el asesino sale de su apartamento, atraviesa el patio y entra al de  Jeff, ¿cómo se defiende éste, un hombre postrado en una silla de ruedas con una pierna enyesada? ¡Pues lo encandila con los flashes de su cámara! Al comentar con Truffaut esta escena tan celebrada,  Hitchcock, le dice con humor:
La utilización de los «flashes» procede del viejo principio de Secret Agent [Agente secreto]: en Suiza tienen los Alpes, los lagos y el chocolate. En este caso teníamos un fotógrafo, que observa el otro lado del patio con sus instrumentos de fotógrafo, y, cuando tiene que defenderse, lo hace con los instrumentos del fotógrafo, los «flashes». Para mí, es absolutamente esencial servirse de elementos relacionados con los personajes o con los lugares de la acción y tengo la sensación de que desaprovecho algo si no me sirvo de esas cosas. (Las negritas son mías)

Un elemento hitchcockiano es siempre el humor y la ironía aún en los momentos más tensos. Lisa (Grace Kelly) se introduce en el apartamento de Thorwald  para encontrar una prueba de la muerte de la esposa que lo incrimine. Thorwald la descubre. Jeff, desde enfrente, llama a la policía, temiendo que le ocurra algo a Lisa. Thorwald  le reclama, le pregunta, se le acerca. Ella niega. Discuten, aunque no se oye nada. Ella forcejea. Llega la policía. Thorwald habla con el agente. Lisa, con el anillo matrimonial de la mujer de Thorwald  en el dedo, coloca la mano en la espalda para que del otro lado del patio, Jeff contemple el anillo con su lente de aumento: se ha logrado la victoria, ¡ninguna mujer casada se va de viaje sin su anillo! Pero también ella le da una señal a Jeff: “¡El anillo en mi dedo!” “¡Me quiero casar contigo, tonto!”













Para atrapar al ladrón (To Catch A Thief) o Atrapa al ladrón. 1955





John Robie (Cary Grant), alias «el Gato», es un ex ladrón elegante, dedicado a robar a la gente rica, que vive retirado en la Costa Azul. Una serie de robos con escala de villas y robos de joyas, que llevan su marca profesional, hacen sospechar de él. Para disculparse y vivir en paz, realiza él mismo la investigación del caso, desenmascara al falso «gato», que era una gata (Brigitte Auber), y encuentra el amor (Grace Kelly) en su camino.  (François Truffaut).

A diferencia de las respuestas a Truffaut sobre La ventana indiscreta,  Hitchcock despacha este film con muy pocas frases acerca de su uso del filtro verde para filmar en tecnicolor el cielo de noche en  la Costa Azul, de su concepción de la belleza gélida de las anglosajonas, quienes “se vuelven unas prostitutas en la alcoba” y de su elección de Brigitte Auber como la contrafigura de Grace Kelly por sus dotes de acróbata. Nada sobre la filmación, ni sobre el guión, basado en “una historia bastante ligera”. Para decir algo más sobre To Catch a Thief  hay que apelar a otras fuentes.

Se ha señalado esta película como una obra menor  de Hitchcock, pero yo no dudo en incluirla en el grupo de las grandes, sólo que aquí hay un balance entre film de suspenso e historia de amor en beneficio de la última.

La fotografía de Robert Burks, quien mereció el Oscar ese año, nos deleita con ese derroche de tomas exteriores de la Riviera Francesa, así como los planos medios y primeros planos de Cary Grant y Grace Kelly, ambos elegantísimos y glamorosos: ella más hermosa que nunca y él con una gracia que recuerda su juveniles interpretación de Arsénico y encaje, aunque un poco menos bufón y más galán. 
Aparte del genio creativo del director, una de las fortalezas de esta película es el guión de John Michael Hayes, quien escribió una avalancha de diálogos repletos de humor, erotismo, inteligencia y doble sentido que hacen que uno se olvide del suspenso y de la trama por el interés de esta intriga amorosa. Se dice que algunos son improvisados por Grace Kelly y Cary Grant. Es posible, pero yo me resisto a creerlo, dada la metodología de Hitchcock. No obstante, se ha logrado tal química entre ambos, que se non è vero  è ben trovato.



El montaje logra un efecto sorprendente al comienzo del film, cuando al finalizar los créditos, que han aparecido sobre la vidriera de una agencia de viajes, la cámara se mueve hacia un anuncio tras el cristal que invita a visitar Francia con el lema: “Si ama la vida se enamorará de Francia” y las consabidas mesitas de un café, las palmeras y la Costa Azul. Súbitamente hay un corte a un primer plano y una mujer que grita estridentemente: - “¡Mis joyas, mis joyas, las han robado!”  y luego vemos el cofre vacío. La escena se repite con gritos similares sobre los diamantes que han robado a una mujer, una mano forrada en negro saca de la almohada otras joyas. Intercalado, un plano muestra a un gato negro que camina por los tejados. Finalmente vemos la comisaría de policía donde se decide la detención de John Robin (Cary Grant), un antiguo ladrón que utilizaba el apelativo de “El Gato” y que después de haber sido miembro de la Resistencia quedó en libertad condicional, al igual que sus camaradas de la banda de ladrones. Los flics van en busca de Robin  y éste, después de fingir un escape,  simplemente toma un autobús donde, sentado al lado de Alfred Hitchcock en una de sus mejores apariciones súbitas en sus películas, se dirige al restaurant donde trabajan sus antiguos copains, a fin de aclarar su situación, pues sospechan que él está robando de nuevo, lo que pone en peligro su libertad condicional.
El montaje logra una de las más copiadas y  parafraseadas escenas de amor en el cine y hasta en los cómics (Lorenzo Parachoques besando a Pepita). Grace Kelly  y Cary Grant por fin se encuentran en su habitación durante una noche en Montecarlo.  Se acercan. Se besan. Entre plano y plano se intercalan un estallido de fuegos artificiales. El talento creativo de Hitch le permitió sortear lo que la censura de la oficina Hayes no le permitía mostrar.





El trabajo de Hitchcock con Grace Kelly consistió en ofrecerle, desde La llamada fatal hasta Para atrapar al ladrón, papeles cada vez más interesantes. En ésta, que era una comedia un poco nostálgica, Hitchcock le confiesa a Truffaut que no podía hacer un «happy-end» absoluto; por tanto, rodó esa escena final que tiene lugar alrededor del árbol cuando Grace Kelly agarra a Cary Grant por la manga y él se deja convencer:  se casará con Grace Kelly. Pero ella entonces pronuncia la terrible frase con la que cierra el film mientras contemplan la mansión en que vivirán felizmente juntos:
- “A mi madre este sitio le va a encantar”, lo que para Hitchcock es casi un final trágico.















Pero… ¿Quién mató a Harry? (The Trouble with Harry) o El tercer tiro (1956).






Un idílico rincón campestre en Vermont durante un hermoso día de otoño. Tres detonaciones. Un cadáver, el de Harry. Un viejo capitán (Edmund Gwenn), que cree en un accidente de caza del que se siente responsable, entierra, desentierra y transporta varias veces al cadáver sobre cuya identidad se interrogan con perplejidad una solterona, un médico miope, un pintor abstracto (John Forsythe). Se descubre que Harry fue marido por una noche de Jennifer (Shirley Mac Laine), pero este descubrimiento no conduce a nada nuevo. Finalmente… esta pequeña aventura sin importancia tendrá, por lo menos, el mérito de formar una nueva pareja: el pintor abstracto y la concretísima Jennifer.
(François Truffaut.  Suprimí adrede una frase donde Truffaut revela quién mató a Harry).






 Creo que Truffaut es bastante diplomático cuando le dice a Hitchcock que esta película es un tanto “sorprendente” y luego agrega que cuando se estrenó en una salita de los Campos Elíseos de París pensando que duraría pocas semanas y para su sorpresa la sala se llenó durante más de seis meses, nunca supo con certeza si  hacía reír a los parisinos o a los turistas ingleses y estadounidenses. Me parece que realmente no se atreve a decirle al maestro que este film le resultó aburrido. Sobre todo cuando Hitchcock declara que fue una película que rodó con mucha libertad, sobre un tema que él mismo eligió y que estaba lleno de un humor muy rico.  Más adelante admite que cuando estuvo terminado nadie sabía qué hacer con él, cómo explotarlo.
Quizá el problema con esta obra, que Hitchcock adoraba y Truffaut no se atrevía a denostar, reside en las diferencias nacionales del sentido del humor.  Para Truffaut “…Todo el humor del film procede de un único mecanismo, siempre el mismo, una especie de flema exagerada; se habla del cadáver como si se tratara de un paquete de cigarrillos”. A Hitchcock esto le parece divertidísimo, el colmo de la comicidad.  Él nos dice que se trata de un principio muy británico llamado understatement. En palabras de Hitchcock  “…es la sub valoración, la subdeclaración, la subestimación…” «Understatement» es “…la presentación en tono ligero de acontecimientos muy dramáticos”.


A mí me ocurre algo similar a la sorpresa de Truffaut por la preferencia del maestro por The trouble with Harry. Quizá tiene que ver con el sentido del humor británico que no siempre calza con el mío. A mi modo de ver hay una saturación de “understatement”. En casi todos sus films existe esta tensión entre lo poco que se dice y lo mucho que se ve en la imagen. Eso es la esencia del cine según Hitchcock: la imagen capta lo que los personajes realmente sienten mientras dicen cosas que no tienen nada que ver con esos sentimientos. Pero al ser expuesto a esta sobredosis de humor negro, a esta legión británica de chistes sobre un cadáver que sucesivamente es enterrado y desenterrado, transportado, dibujado, desvestido, lavado y vuelto a vestir, hace que la película se me haga tediosa e interminable. Nada, ni las excelentes  actuaciones de una novata Shirley Mac Laine al lado del veterano Edmund Gweenn y de John Forsythe; ni la hermosa fotografía de Robert Burks sobre el otoñal paisaje de Nueva Inglaterra; ni la eficaz partitura de Bernard Herrmann, impiden que en varios momentos la avalancha de diálogos preñados de understatement me haya hecho mirar el reloj con la inquietud que precede al bostezo. Lo siento.











El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much) 1956.





El doctor Ben Mc Kenna (James Stewart) y su mujer Jo, cantante retirada (Doris Day) son una pareja de turistas estadounidenses  que viaja por Marrakech  con su hijito Hank . Un francés disfrazado de árabe muere apuñalado por la espalda,  cerca de ellos, confiándole a él  "in extremis" un mensaje relativo al proyecto de asesinato de un embajador extranjero de visita en Londres por parte de unos espías. Para asegurarse del silencio del matrimonio, los espías raptan al niño. Una vez en Londres, la madre, quien persigue a los raptores junto con su esposo, salva la vida del embajador al gritar en el momento en que el disparo del revólver iba a alcanzarle, durante un concierto en el Albert Hall. Los raptores, quienes pertenecen al ámbito de la embajada, no pueden evitar que la madre, antigua cantante ya retirada, improvise un pequeño recital a petición del embajador. La canción, que era una seña entre ella y su hijo, hace que éste la continúe cantando desde su escondite y los plagiarios sean descubiertos.

El guión es bastante parecido a la versión inglesa de 1934, pero hay algunas diferencias. En  este remake de 1956 la acción no comienza en Suiza sino en Marrakech. Los dos asesinados, por pura coincidencia son franceses.  En la versión británica el hombre muere de un disparo y le deja la información en un escondite. En ésta el personaje, interpretado por Daniel Gélin, no se sabe si es “bueno” o “malo”. Su manera de hablarles, siempre sonsacando cosas, les resulta sospechosa, sobre todo a la esposa. Cuando vemos correr en el mercado a un árabe y luego de ser apuñalado por la espalda se abraza al doctor y éste se tiñe la mano al pasarla por la cara, es cuando se percatan de que no es ningún árabe. Mientras agoniza, le dice al oído que es  Louis Bernard, el francés antes tan sospechoso, y le susurra antes de morir que en Londres van a asesinar a un estadista importante y quiénes son los asesinos.




En la versión británica el marido permanece encerrado por los conspiradores durante todo el concierto, y la esposa se encuentra sola en el Albert Hall. En la versión americana la llegada del marido en plena ejecución de la cantata permite dilatar el suspenso, encuentra a la esposa, se explica con ella por gestos, ella le indica la situación, le muestra al francotirador, así como al embajador en peligro. Él intenta llegar hasta el palco del embajador, sube por los pasillos del teatro, pero a su paso tiene que darle explicaciones a los policías, quienes hacen gestos que muestran que lo envían a alguien de un grado superior siguiendo los canales regulares: todo esto ocurre sin un solo diálogo porque lo único que se escucha es la cantata. Toda esta mímica refuerza el suspenso, que es mucho mayor y más prolongado, con mucho humor e ironía.


La escena del Albert Hall es también muy parecida, pero en la segunda hay mayor elaboración. La esencia del suspenso: el público es preparado, advertido y condicionado de lo que va a ocurrir. Ya los créditos iniciales aparecen sobre el fondo del concierto en el Albert Hall, se muestra al espectador al músico que interpretará los címbalos o platillos en un determinado momento.  Se le ve blandir los mismos y cuando el crédito final dice “…Dirigida por Alfred Hitchcock” , el cimbalista los hace sonar y los coloca de frente a la cámara mientras vibran. Inmediatamente un texto sobre esta imagen dice:


UN CHOQUE DE CÍMBALOS TRASTORNARÁ LA VIDA DE UNA FAMILIA AMERICANA



Más adelante el jefe de los conspiradores hace escuchar dos veces el mismo disco, con el trozo de la cantata, al francotirador que va a asesinar al embajador,  para que sepa identificar el momento exacto de su disparo, el momento de los címbalos o platillos. Hitchcock fue muy cuidadoso en estos detalles de la segunda versión, a fin de asegurarse que el espectador entendiera cuál era este instrumento y en qué momento se iba a hacer oír. Para Hitchcock hubiera sido ideal que todos los espectadores supieran leer música. De hecho, durante la ejecución de la cantata, mientras James Stewart hace vanos esfuerzos para que la policía lo lleve a alguien que tenga el poder de decisión para detener el concierto y Doris Day observa al francotirador acercarse progresivamente al palco desde donde va a matar al
embajador, la cámara hace un “travelling” sobre la partitura y recorre todos esos espacios  con silencios del pentagrama correspondientes al címbalo y se acerca a la única nota que deberá
interpretar el cimbalista. Lamenta Hitchcock que esto no sea así con todo el mundo, pues el espectador con conocimientos de música experimenta mucho más el suspenso. Asimismo, en la primera versión no se mostraba la cabeza del percusionista y en ésta sí. Es un hombre impasible que sólo espera el gesto del director para hacer sonar los platillos. Agrega Hitchcock:




Su pasividad es esencial, puesto que no sabe que es el instrumento de la muerte.






                                              Sin saberlo, es el verdadero asesino.











El hombre equivocado  (The Wrong Man) o Falso culpable. 1957.







Christopher Emmanuel Balestrero,  un padre de familia de ascendencia italiana (Henry Fonda)  es el contrabajista de una orquesta de baile.  Cuando acude a su compañía aseguradora a fin de solicitar un préstamo a cuenta de la póliza de su esposa Rose (Vera Miles) para que ella pueda operarse las cordales, la empleada que lo atiende en la taquilla está segura de que se trata del mismo sujeto que efectuó un atraco a  mano armada en esa oficina algún tiempo atrás, lo que es corroborado por el resto de las asustadas empleadas, quienes llaman al jefe y éste  avisa a la policía. Una noche que Balestrero (llamado “Manny” por sus familiares)  regresa a su casa,  es detenido y llevado a diversos lugares donde se efectuaron lo atracos y todos coinciden en que él es el asaltante. No obstante, es inocente. Sometido a todo el proceso de interrogatorio es finalmente acusado,  encarcelado  y transportado con todo tipo de delincuentes. Conseguida la libertad bajo fianza gracias al cuñado  lo llevan a juicio mientras él no hace otra cosa que declarar su inocencia y rezar. Logran contratar los servicios de  un excelente abogado, pero los testigos de la defensa más importante han muerto. Rose se torna pesimista, se culpa de todo lo ocurrido y comienza a presentar síntomas inequívocos de un trastorno depresivo mayor. Para colmo,  por la imprudencia de un miembro del jurado el juicio se anula y todo comenzar de nuevo. Balestrero reza con fervor ante una imagen del Corazón de Jesús. En ese preciso instante un hombre sumamente parecido a Balestrero y ataviado igual que él está atracando una tienda.
Inmovilizado por las mismas víctimas, es llevado a la comisaría, donde las mismas personas que habían acusado a Balestrero ahora reconocen en este sujeto al atracador. Balestrero es liberado,  pero Rose tiene que permanecer hospitalizada. En la coda, se explica que dos años después Rose egresó totalmente curada y en la actualidad vivían felices en Florida junto con sus dos hijos. Todo lo anterior parecía una pesadilla, pero había sido una realidad…

A diferencia de las apariciones o “cameos” habituales, Hitchcock aparece abiertamente presentando el film, donde explica que ésta es una película diferente a todas las suyas, pues se han respetados todos los detalles de una historia real.  Ciertamente se han dramatizado algunos diálogos y la coda final, así como la escena en que Manny está rezando frente al Corazón de Jesús y la cámara superpone el rostro de Henry Fonda y el del verdadero atracador.

A Truffaut le gusta mucho este film, pero poniéndose en los zapatos de un abogado del diablo le pregunta a Hitchcock  si no oscila entre el documental y la ficción, en qué medida la película es auténtica, o más bien se vio obligado por razones narrativas a alejarse de la verdad.
Vale la pena detenerse en las respuestas de Hitchcock a estas preguntas.
Con la intención de lograr una autenticidad absoluta, todo se reconstruyó minuciosamente con la colaboración de los héroes  del drama, rodando a veces con actores desconocidos e incluso, para los papeles episódicos con quienes vivieron el drama en los mismos lugares de la acción. En la cárcel observaron cómo los procesados recogen la ropa de cama y sus prendas de vestir. Luego llevaron a Henry Fonda a una celda real y lo hicieron repetir lo observado. Asimismo, los médicos de la clínica psiquiátrica representaron sus propios papeles. El modo en que el verdadero culpable es  arrestado iba a ser filmado de otro modo más “verosímil”, pero la realidad supera a la ficción y Hitchcock lo rodó idéntico a  lo que ocurrió en la vida real: el hombre entra a una tienda de “delikatessen” y pide a la vendedora medio kilo de jamón. Mientras ella va al mostrador, la encañona con su revólver escondido en el pantalón y le pide que le entregue todo el dinero de la caja. Pero la mujer, impertérrita, le pregunta mientras esgrime el cuchillo para cortar el jamón:“¿Cuál dinero?”, al tiempo que golpea dos veces el suelo con el pie. El hombre se pone nervioso y  le dice “Tranquila, señora, tranquila”. El marido sale de la cava de la tienda y agarrando al atracador por los hombros lo arrincona contra uno de los escaparates mientras la mujer llama a la policía. El hombre empieza a suplicar: “Déjenme irme, por favor…en mi casa mi mujer y mis hijos me esperan…nunca he lastimado a nadie



Ahora bien, la película no está contada objetivamente, como un documental. Al contrario, la puesta en escena es subjetiva; está construida desde el punto de vista del individuo que es encarcelado. Cuando detienen a Balestrero, se le ve colocado entre dos inspectores. Un primer plano de su rostro, mira a la izquierda y se ve, desde su punto de vista, el perfil de uno de sus guardianes. Mira a la derecha y ve al otro policía encendiendo un cigarrillo. Mira hacia delante y ve, por el espejo retrovisor, los ojos del chofer que lo observa. El carro arranca y logra echar una mirada a su casa, donde no pudo entrar.  En la esquina ve el café donde siempre iba y están jugando unas niñas. Es decir: la vida continúa como si no estuviera pasando nada, pero él está en el auto, preso. Quiere comunicarse con su familia y no lo dejan (paralelamente vemos a la esposa angustiada que no sabe qué ha pasado, que no logra averiguarlo). Le colocan una esposa atada a otro de los prisioneros. Su mirada se dirige a sus zapatos, no mira el rostro de sus carceleros. No se ven las caras de los policías sino sus pies, sus piernas, el suelo, la parte baja de las puertas. No se ve, porque Balestrero mantiene la cabeza gacha. Siente vergüenza.


El contenido religioso de la película, explícitamente católico es tan evidente, que en una hojita que repartían en las iglesias muy parecidas a la actual hoja “Domingo”, pero que siempre traía una sección de crítica cinematográfica, se ensalzó justamente El hombre equivocado por su mensaje de testimonio de la fe, la entereza y la paciencia en el sufrimiento. 

Por eso me llama la atención algo que ya señalé cuando hice el comentario de Yo confieso en el artículo anterior: a Hitchcock le da como cierta vergüenza este aspecto religioso del film, por lo demás tan bien logrado. En algunos momentos declara que esa película no se debió haber filmado, que "no es un buen Hitchcock",  si bien, al final de la entrevista concede:

Yo sentía profundamente el comienzo del film debido a mi miedo personal de la policía, y
también me gustaba el momento en que el verdadero culpable es descubierto mientras Fonda está rezando, sí, me gustaba esta coincidencia irónica y, finalmente, el momento en que los dos hombres se cruzan al final en el pasillo de la comisaría

 












Vértigo (Vertigo) o De entre los muertos. 1958.


AVISO: Difícilmente se puede decir algo sobre el argumento de este film que no revele giros inesperados de la trama. Es lo que se ha dado en llamar spoiler.  De modo, apreciado lector,  que estás advertido.




Scottie (James Stewart), antiguo inspector retirado de la policía por su tendencia al vértigo, recibe el encargo de un viejo amigo de vigilar a su bella mujer, Madeleine (Kim Novak), cuyo extraño comportamiento da a entender que puede suicidarse. Vigila a la mujer, la sigue a todas partes, la salva de ahogarse voluntariamente en el mar, se enamora de ella, pero no consigue, debido a su vértigo enfermizo, impedirle que se precipite desde lo alto de un campanario.
Sintiéndose responsable de su muerte, cae en una depresión nerviosa hasta que vuelve a emprender una vida normal, encontrando un día en la calle a una sosias de Madeleine. La muchacha  dice que se llama Judy, pero nos enteramos de que es Madeleine.
No era la mujer, sino la amante del amigo de Scottie, y fue la esposa legítima de aquél la que fue arrojada, muerta, desde lo alto del campanario. Los amantes diabólicos habían planeado esta maquinación para hacer desaparecer a la esposa especulando con la enfermedad de Scottie, que le impediría seguir a Madeleine hasta lo alto del campanario. Cuando, por fin, Scottie comprende que Judy era Madeleine, la arrastra por la fuerza al campanario, consigue dominar el vértigo, ve a la muchacha aterrorizada caer en el vacío y se aleja, aunque no feliz, por lo menos, liberado.
(François Truffaut).


Hitchcock quiso comprar los derechos de la novela Las diabólicas, de los franceses Pierre Boileau y Thomas Narcejac, pero ya Henri-Georges Clouzot lo había hecho y pudo filmar su célebre película del mismo nombre. Cuando publicaron De entre los muertos, la Paramount se apresuró en adquirir los derechos de autor. Truffaut escribe que el libro de Boileau-Narcejac  había sido escrito especialmente para Hitchcock, de modo que él lo pudiera comprar y llevar al cine.






La película está compuesta de dos partes. La primera comienza cuando sabemos que  Scottie (James Stewart) padece de acrofobia o temor a las alturas, que le producen vértigo e inmediatamente es contratado por un condiscípulo para que siga y vigile a su esposa Madeleine, pues teme que ésta se suicide debido a su enfermiza identificación con su abuela Carlota Valdés, de quien se cree una reencarnación, y quien se había suicidado. Asistimos al intenso enamoramiento e idilio del policía con Madeleine después de salvarla de morir ahogada, para perderla luego de dejarla caer del campanario de una Misión en San Francisco.




La segunda parte trata de la recuperación de Scottie, de su intenso duelo y culpa y el encuentro con Judy, la morena también interpretada por Kim Novak. En la novela, el detective obliga a Judy a parecerse cada vez más a Madeleine. La pregunta del lector es: ¿”Quién es Madeleine y qué pasa con ella?”: el secreto sólo se revela al final. Se trata de la típica sorpresa de la novela policial.

En la película,  Hitchcock diseña la trama de otra manera. Cuando Scottie encuentra a Judy, mediante un flashback que muestra sus remordimientos,  nos enteramos de que ella subió por las escaleras para simular un suicidio, mientras Scottie se quedaba paralizado por el vértigo y el esposo de la verdadera Madeleine, quien había sido asesinada,  empujaba su cadáver al vacío en presencia de Judy.  Ella piensa huir de San Francisco dejándole una carta a Scottie, pero luego cambia de opinión.  Eso se nos revela a nosotros los espectadores. No a Scottie. Él sigue creyendo al principio que Kim Novak era Madeleine, luego se resigna a que ésta es Judy y lo acepta a condición de que acceda a parecerse más y más a la difunta. Nosotros sabemos, en cambio, que él nunca ha conocido a Madeleine: ha sido engañado, embaucado.   Al hacer esta revelación,  se ha acabado con la sorpresa, pero se ha creado un suspenso: la pregunta del espectador será: ¿Qué va a pasar con Scottie? ¿Cómo se va a comportar cuando sepa  la verdad?


A partir de ese encuentro veremos a Scottie afanado en recrear una mujer a partir de una difunta. Si en La ventana indiscreta el personaje que interpreta James Stewart muestra síntomas de voyeurismo,  aquí se trataría de fetichismo y necrofilia. Él quiere acostarse con una muerta. Entiéndase, desde el punto de vista subjetivo de James Stewart (Scottie). Objetivamente no es así. Ni Kim Novak es Madeleine ni es la reencarnación de Carlota Valdés. Es la cómplice muy dócil de un homicidio y por eso está reacia a efectuar los cambios. Pero él no lo sabe. Cuando la lleva a la modista para vestirla igual a Madeleine está realizando una especie de macabro strip-tease: mientras más viste a Jude, es como si desnudara más a Madeleine. Cuando ella se tiñe el pelo y aparece como rubia, vestida con un traje sastre idéntico al de Madeleine, Scottie aún no está satisfecho porque no se ha peinado con un moño. Para Hitchcock "es como si estuviera desnuda pero no se hubiera quitado las pantaletas" (son sus palabras). Él le suplica que se peine como él le ha indicado. Cuando ella sale del baño, iluminada por la luz verde de neón del aviso del hotel, realmente es para Scottie como si regresara de entre los muertos.




Sabido es que el retiro de Grace Kelly significó una pérdida afectiva muy grande para Hitchcock.
La química entre él y la futura Princesa de Mónaco no se repitió nunca más, y  empezaron a aparecer las rubias sustitutas. Primero Doris Day . Luego Vera Miles. Y ahora Kim Novak, a su vez una sustituta de la Miles, quien lo “había decepcionado” al quedar embarazada. Pero todos estos cambios fueron una fortuna para el cine, pues Doris Day lo hizo magníficamente y nos dejó ese final de una típica esposa norteamericana al cantar Qué será, será en la escena culminante de El hombre que sabía demasiado. Por su parte Vera Miles, quien declaró que ella nunca encajó con el tipo de la chica Hitchcock, hizo un estupendo papel en El hombre equivocado y reapareció sobria y trágica como la hermana de Janet Leigh en Psicosis, pero difícilmente hubiera podido representar la sensualidad y carnalidad de Madeleine/Judy en Vértigo. Sólo Kim Novak podía hacer perder la cabeza a James Stewart. No obstante Hitchcock se quejaba de ella, de sus sugerencias en la actuación y hasta de que hiciera ostentación de no haberse colocado el sostén cuando se rodó la primera aparición de Judy.  También se quejó Hitchcock de que James Stewart estuviera tan viejo, cuando justamente el jubilado detective Scottie y su desaforado amor por la mujer de su amigo son impensables en un James Stewart más joven.



Todas estas quejas se suscitaron por la pobre acogida de Vértigo en la taquilla y por la crítica.
También se quejaba de no haber tenido nunca un reconocimiento por su obra.
Como Hitchcock se consideraba un buen cristiano y yo creo que debe estar en el cielo, espero que desde allá haya dejado de quejarse al saber que el 2 de agosto de 2012 la prestigiosa revista Sight & Sound colocó a Vértigo en primer lugar como la Mejor Película de todos los Tiempos, por encima de la mítica obra de Orson Welles El Ciudadano Kane.












Intriga internacional (North by Northwest) o Con la muerte en los talones. 1959.







He aquí, más que un resumen de la acción de 'North by Northwest’, el punto de partida del guión. Un servicio americano de contraespionaje ha tenido que inventar a un agente que no existe.
Posee una identidad, Kaplan, una habitación en un hotel, trajes y prendas de vestir, pero ninguna existencia concreta. Cuando, por casualidad y erróneamente, el publicista Cary Grant es tomado por unos espías como el Kaplan que buscan, le resulta imposible justificarse ante ellos, ni siquiera frente a la policía y se enfrentará con toda clase de aventuras peligrosas y divertidas antes de hallar la felicidad con Eva Marie-Saint, seductora agente doble.
(François Truffaut).


Cary Grant, James Mason, Eva Marie Saint y Martin Landau


Truffaut considera que, así como Los 39 escalones son un resumen de la obra británica de Hitchcock, North by Northwest lo es de su etapa americana. Por lo menos -añadiría yo – de la etapa recorrida hasta entonces por el director, pues con este film se cierra el período dorado de las grandes estrellas y los grandes estudios. Es una película de peripecias casi imposible de resumir, pero lo intentaré, advirtiendo una vez más al lector que no haya visto la película que le puede suministrar información que no desea anticipar. No le va a arruinar la película, pero yo cumplo con mi deber.



Detenido por un grupo de espías,  quienes lo confunden con George Kaplan, supuesto agente de la USIA (Agencia de Inteligencia de los Estados Unidos), Roger Roger Thornhill (Cary Grant) es emborrachado y lanzado a la carretera, regresa con la policía al sitio donde es secuestrado y todo el escenario ha sido cambiado. Cree descubrir que quien lo secuestró es un supuesto Mr. Towsend (James Mason), funcionario de la ONU (pero que en realidad es el espía Phillip Vandamm) y al querer aclarar el asunto, el verdadero Mr. Towsend cae en sus brazos apuñalado por la espalda mientras los fotógrafos de la prensa capturan la imagen que circula por todo el país. Perseguido por la policía, Thornhill intenta huir en tren.
Mientras tanto, Hitchcock nos revela en una conversación en la oficina de la USIA que Kaplan no existe, es un señuelo para despistar a los espías de modo que no identifiquen al verdadero agente, por lo que les resulta beneficioso que lo sigan creyendo. Thornhill logra esconderse en un tren gracias a la protección de Eve Kendall (Eva Marie Saint), quien en realidad es amante de Vandamm, pero en realidad es la doble agente, quien lo sacrifica haciéndolo llegar a un desierto donde desde un avión le disparan. Salvado de ésta, va en busca de Eve, descubriendo su vínculo con Vandamm y el objeto que los espías quieren sacar del país. Gracias a una payasada en una subasta, Thornhill logra ser apresado para salvar su vida pero la policía lo entrega al hombre de la USIA, llamado “El Profesor”, quien le explica todo el enredo y cómo ha puesto en peligro la vida de su agente doble. Ésta le dispara balas de salva en el mirador del monte Rushmore y más tarde se encuentran y se declaran su amor. Descubierta por Vandamm y en peligro su vida, es salvada ahora por Thornhill y por el “profesor” de la USIA, quien atrapa a Vandamm y recupera el objeto que los espías querían sacar del país: unos microfilms.





Es tan numerosa y tan rápida la sucesión de peripecias en este film, que el personaje de Thornhill no comprende en absoluto qué diablos pasa. Pues bien, un día Cary Grant fue a ver a Hitchcock y le dijo: “Creo que es un guión espantoso, pues hemos rodado el primer tercio del film, ocurren toda clase de cosas y no comprendo en absoluto de qué se trata” ¡Estaba repitiendo sin darse cuenta una frase del diálogo! El actor estaba experimentando la misma confusión que el personaje. Pero Hitchcock maneja toda esta madeja de modo tan diestro que la atención nunca decae. Voy a citar sólo dos ejemplos acerca del modo que lo hace, a través de algunas escenas: manipulación del espacio y del tiempo.




La manipulación del espacio. Una de las escenas más célebres de North by Northwest es la del avión en el desierto, muy celebrada por la crítica y hoy convertida en un objeto de culto cinematográfico. Thornhill (Cary Grant) llega al sitio donde supuestamente espera por fin conocer a George Kaplan, con quien lo han estado confundiendo. Se trata de una carretera cercana a un maizal. Es una escena que transcurre en absoluto silencio durante siete minutos. Sin música. Sin diálogos. Solo al borde de la carretera. Hay un avión fumigando los maizales pero pasa desapercibido para él. Llega un hombre en un auto y se coloca al otro lado. Se miran. Se colocan frente a frente. Thornhill se acerca al hombre. Hablan del tiempo. Le pregunta si él no es Kaplan, el otro lo niega. Se trata de un campesino. El avión sigue volando cada vez más cerca.  Thornhill ni se ha dado cuenta. Es el campesino quien le dice:
« ¡Mire! Un avión que fumiga donde no hay nada que fumigar...»
El campesino se va en un autobús y Thornhill se queda solo y es entonces cuando desde el avión comienzan a dispararle. Corre, intenta esconderse entre los maizales hasta que decide lanzarse a la carretera, donde un camión que transporta gasolina casi lo arrolla pero logra frenar, para terminar incendiado por el choque del avión. La gente se aglomera a mirar el accidente y Thornhill aprovecha la distracción para escaparse en una camioneta robada.





La escena previa a la persecución, como en todo el cine de Hitchcock, no ha sido rodada por capricho o por un fin meramente estético. Tiene toda un objetivo: preparar al espectador para el momento en que empiezan a dispararle a Thornhill. Todos esos minutos previos parecen decirle: “fíjese que se trata de un espacio inmenso de donde es imposible escapar. Mire ese avión: no está fumigando, ¿Qué se propone?”. Todo esto tiene que ver con su concepción del suspenso: el espectador tiene que saber más que el personaje. Esto es notorio en los 30 minutos iniciales del film, somos llevados a la sede de la USIA (“FBI, CIA, ONU, qué más da, esa sopa de letras”, dirá más adelante un personaje) y el “Profesor” dará una exhaustiva explicación de la inexistencia de George Kaplan, quien ha sido un señuelo para despistar a Vandamme. La intromisión involuntaria de Thornhill ha sido una providencia para ellos, pues ahora será más fácil despistarlos. No les importa que la vida de este hombre esté en peligro. C’est la guerre!, exclama uno de los funcionarios. Esta revelación, lejos de dañar el relato, nos convierte en cómplices del protagonista, pues nos compadecemos de él, sufrimos por el peligro en que se encuentra y nos asustamos por lo que le ocurre. Es su técnica del suspenso, muy parecida a la que desarrolló en Los 39 escalones y que ahora despliega con virtuosismo. Esta escena, por cierto, tiene mucho en común con los coros de algunas tragedias griegas, así como con el inicio del Libro de Job.

La manipulación del tiempo. Thornhill es llevado por el “Profesor” de la USIA al monte Rushmore a fin de salvar a la doble agente de ser desenmascarada por Vandamm y sus secuaces. Pero él, que no sabe nada de la enredada trama que lo ha llevado allí, tiene una conversación con el “Profesor” donde éste lo pone al tanto de todo: quién es –o no es- Kaplan, quién es el verdadero agente y cuál es la




actividad de Vandamme (“import-export”). Todo ocurre mientras recorren apresuradamente la pista para abordar el avión. Poco más de 20 segundos. Pero nosotros –que ya lo sabemos todo- no escuchamos nada por el ruido de los motores de los aviones que están en la pista. Mediante ese artilugio, Hitchcock se ha ahorrado unos cuantos minutos de rodaje y diálogo innecesario. Ha comprimido el tiempo.

Para terminar, una “trivia”: l

Cuando Cary Grant se encuentra con Eva Marie Saint en el tren, le entrega un paquete de cerillas con sus iniciales ROT. Aclara que son sus iniciales , pues se llama Roger O. Thornhill. Ella le pregunta: "¿Qué significa la O?". Él le responde "¡Nada!". Es probable que se trate de una irónica alusión al productor David O. Selznick, quien había añadido esa "O" a su apellido sólo para diferenciarse de un familiar. Hitchcock había roto con Selznick años antes.

Cuando lo escribí lo veía como una pequeña venganza de Hitchcock hacia Selznick, pero pensándolo mejor, puede ser también un homenaje, pues esa cajetilla es la que salva de la muerte a Eva Marie Saint en la escena que transcurre en la casa originalmente diseñada por  Frank Lloyd Wright. 

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François Truffaut : El cine según Hitchcock. Alianza Editorial. Quinta edición 2010. Traducción de la Éditions Ramsay 1983



http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article448.htlm
http://los39escalones.site40.net/ladron.html

http://www.elantepenultimomohicano.com/2013/03/atrapa-a-un-ladron.html

http://www.infopedia.pt/$generico-(cinema);jsessionid=9Wdxetxs5BsLYs9JD0Dr0A__





http://es.wikipedia.org/wiki/North_by_Northwest

1 comentario:

  1. NANCY MONTERO ESCRIBIÓ:

    No comparto la opinión de que "Vértigo"sea la mejor película hasta hora filmada. El argumento me parece rebuscado.
    Rechazo la actitud enfermiza de James Stewart cuando se encuentra a la protagonista después de que se supone que estaba muerta. Esos melodramas en general no me atraen y tampoco los enredos sentimentales de la naturaleza del que se plantea el esposo que se pone conscientemente unos cuernos para satisfacer sus propios intereses

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