Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







viernes, 23 de diciembre de 2011

MENSAJES EN CLAVE

Despierto bruscamente una madrugada  al oír la voz de mi tía Aida susurrarme al oído:

- "Franklin, Franklin...¿Pedro Liendo es comunista?"

-"¿Que quéeeeee?"

- "Que si Pedro Liendo es comunista" .

- "¿Y a qué viene esa pregunta a esta hora?" (eran como las dos de la mañana)
- "Es que hay unos señores aquí con unas pistolas y otras armas, preguntando por él...dicen que quieren hablar contigo...mucho cuidado, mijo"

Salgo en piyama al recibo y me encuentro a tres sujetos mal encarados, con trajes de aspecto ruinoso, armados con ametralladoras y pistolas.  Uno de ellos me dice, saludando con la mano en la visera del sombrero como si yo fuera su superior militar:

- "Disculpe, doctor Padilla, pero somos funcionarios y estamos buscando a este señor Pedro Liendo. ¿Qué nos puede decir de él?"

- "Es un destacado cantante venezolano, un bajo barítono; y en efecto, es mi amigo"

- "Pero... ¿usted lo conoce bien?   Es un elemento subversivo.  ¿Qué sabe usted de él?"



- "Que estudió canto en Checoeslovaquia.  No creo que eso sea subversivo...  Viene a mi casa a dar clases de canto, porque necesita un piano y yo le presto el mío"

-"Necesitamos que nos acompañe para que nos aclare algunas cosas sobre él".  Viendo temblar a mis tíos y a mi madre (y a mí también, supongo), dice:

-"No se asusten, se trata de un procedimiento rutinario, una mera formalidad ...también necesitamos hacer un registro de la casa para ver si hay algunos papeles comprometedores"

Protesto por ese atropello, pero no logro ningún resultado.  Los sujetos entran en la casa, suben a la terraza, donde duermen dos primos míos, Cristóbal y Vicente y al regresar, noto que se llevan, entre otros, unos ejemplares de "Rojo y Negro", "Los Hermanos Karamazov", "La Guerra y la Paz", "Miguel Strogoff" y..."Mi lucha".  En vista de lo inevitable de la situación, paso a mi cuarto a cambiarme y acto seguido salgo a la calle, entro en un destartalado Oldsmobile y salimos rumbo a la sede de la DIGEPOL (Dirección General de Policía).  Pienso lo peor, pues se tejen muchas historias sobre esta policía que sustituyó a la Seguridad Nacional de la Dictadura.
El hombre del sombrero debe haberse dado cuenta de mi sobresalto, pues me dice:

- "No se preocupe doctor, esto va a ser rápido, es sólo una averiguación".

Rodamos en la quietud y el silencio de la madrugada, aún a oscuras,  hasta que llegamos al Edificio "Las Brisas", sede de la Policía Política durante los gobiernos de Betancourt y Leoni.  Un sótano fuertemente iluminado y un gentío entrando por unos pasillos.  Oigo una voz que me llama.  Es uno de los miembros del coro de la Agrupación Pro Música, que me dice más con los gestos y con la expresión perpleja de su rostro que con palabras:

- "¿Sabes qué hacemos aquí?"

Le contesto que no con la cabeza, pues nos ordenan que guardemos silencio.  Más adelante me encuentro a M******, en otro tiempo paciente en la Clínica "Coromoto" y ahora novia de uno de los solistas del coro, que me espeta sospechosamente:

- "¡Tú a mí no me conoces!"

Sigo avanzando por el pasillo fuertemente iluminado hasta que llego a uno donde se encuentra la flor y nata de la música coral de Venezuela:  Evelia de Rivas, Manuel Antonio Ortiz, (a) "Alejandro"  (ese "alias", de origen familiar, le ocasionaría un serio problema más adelante) todos miembros de la Agrupación Pro Música, una de las pioneras del movimiento musical juvenil venezolano, del cual Pedro Liendo era el Director y yo el Secretario General de la Junta Directiva. José Rivas Rivas, también detenido, era el Presidente.  Al extremo de la fila, todos contra la pared, está Pedro Liendo.  Como siempre, bien vestido, encorbatado y enfluxado.  Me paro a su lado y le pregunto en voz baja:

- "Y a ti...¿qué te pasó?.  Porque a mi casa fueron preguntando si te conocía"

-"Pues a mí me preguntaron lo mismo sobre tí:  ¿Conoce al doctor Franklin Padilla? - Claro que sí, un médico de la Cruz Roja, amigo mío...¿por qué?".- "¡Hombre peligroso ese doctor Padilla!".  "Lo andamos buscando.  Venga con nosotros para que nos ayude a investigar."

Nos damos cuenta de que se trata del viejo truco de "¿conoce usted a mengano?"  como una mera excusa para llevarnos detenidos.  Es lo que en el lenguaje cinematográfico llamarían un Mc Guffin, esto es, un pretexto para hacer correr la trama.
Pasa un tiempo que parece eterno, mientras permanecemos de pie contra la pared,  aunque no se ve la hora del día, pues el sótano no tiene aberturas y los reflectores iluminan escandalosamente.  Por el reloj son como las cinco. Pasa gente que entra y sale, funcionarios, policías armados hasta los dientes.  También mujeres que deben trabajar como secretarias en la DIGEPOL. No sabemos por qué estamos allí.  Se empiezan, bajo cuerda, a tejer las más variadas hipótesis:  supuestamente nos acusan de estar grabando un disco para las guerrillas, pero hay muchísima gente en el pasillo que no tiene nada que ver con nosotros, como el caso de un médico gremialista que protesta por tenernos de pie tanto tiempo, incluyendo una mujer embarazada, sin que se nos diga el motivo de nuestra detención.
Por fin nos van haciendo pasar por grupos a unos calabozos.  Nos asignan el de los presos políticos. Los residentes nos dan la bienvenida, son veteranos, supongo que de la lucha armada.  Muchos visten de caqui y se ve que son universitarios.  Nos reciben con suma cordialidad. En una de las paredes hay un letrero:

LA PRISIÓN NO DOBLEGA A LOS HOMBRES.
Otro:
MÁS VALE MORIR DE PIE QUE VIVIR DE RODILLAS

Me asignan una litera.  En un radio se escucha la voz de Jorge Dáger,  ex-dirigente de AD y luego del MIR que finalmente apoyó a Larrazábal con el FDP y que con él y otros partidos darán un mitin esa noche en el "Nuevo Circo", donde presentarán su alianza con otros partidos y derrotar a AD y Copei en las próximas elecciones de 1968
A pesar del ruido y la tensión, me quedo dormido en la litera.  Mi sueño es intranquilo y nada consolador:  (sueño que estoy encerrado en un lugar oscuro).
Despierto cuando un guardia nos lleva unas arepas rellenas  con "perico" (huevo revuelto con cebolla y tomate) totalmente frío y café negro muy claro.  Realmente el hambre tiene cara de hereje, pues me la como sin chistar. La luz de la mañana se filtra por alguna ventana o resquicio, y eso me permite calcular que ya deben ser más de las ocho.  Además, eso cuadra con el desayuno.

No mucho tiempo después oigo que me llaman y me hacen salir del calabozo y caminar por un largo pasillo en penumbra donde me encuentro con un funcionario que tiene las cédulas de identidad que nos confiscaron al detenernos. Sigo de pie y él permanece sentado. Mi cédula sospechosamente no aparece.  Otro funcionario, que debe hacer el papel del "bueno" le dice al "malo" que me entregue la cédula, que no me la retenga, que no me maltrate, que mire lo que le pasó a la señora N..... a quien le tuvieron que dar unos golpes.  Allí empiezo a tener miedo.  El "malo" me pregunta si me gradué en la Universidad Central, que si todos allí salen comunistas y yo (de tendencia socialcristiana) le contesto que no, que la UCV tiene estudiantes y profesores de todas las corrientes.  Me mira mientras busca las cédulas (sin supuestamente encontrarlas) y responde que no, que todos en esa universidad son unos comunistas. Decido callar, pues me doy cuenta de que se trata de una provocación o un propósito de amedrentarme,  e insisto en que me devuelva la cédula.  Se prolonga el diálogo entre "El Bueno" y "El Malo" y hacen mención de una de mis compañeras del coro que habría sido torturada (después comprobé que era falso). Sigo de pie, esperando. Al fin me entrega la cédula y salgo encandilado a la luz de la calle.

Debe ser cerca de las tres de la tarde, o poco más. Un taxi se para en seguida frente a mí y lo abordo, sentándome, como suelo, al lado del chofer.  Éste empieza a dar vueltas a la manzana y me pregunta quién habrá dejado "esa" ametralladora sobre el asiento de atrás.  Voy a voltear a ver, pero instintivamente me quedo impávido y le digo "no sé".  Debe ser un Digepol el chofer, pero no me queda más que quedarme quieto y decirle que me lleve a mi casa, dándole de nuevo la dirección.  Alarde (lo llamamos "aguaje") o realidad, lo cierto es que el chofer toma el rumbo del Centro y me deja en la puerta de mi casa.
Al entrar, furioso por todo lo que me ha pasado y tranquilizando a mis familiares, me sorprende encontrarme a Miriam Bello, una colega que recibía clases de canto en mi casa con Pedro Liendo y lo está esperando para la lección de ese día.  Sonrío amargamente y le  digo a Miriam que se olvide de la clase, que Pedro debe estar aún detenido, que yo no sé ni por qué me llevaron y menos por qué me soltaron tan rápido. Al final Miriam se va, preocupada, por supuesto.

Los días siguientes son de incertidumbre y tensión: ¿Por qué nos detuvieron? Si había algún infiltrado que quiso utilizar la Agrupación, ¿quién era? La única persona aparentemente comprometida era la mujer que me pidió no reconocerla, pero ella no cantaba en el coro.  La orquesta no estaba funcionando para entonces, sólo dábamos recitales de música coral y ella era sólo la novia de Iván, un solista del coro.
Empiezan a salir los detenidos.  A Alejandro le creó problemas su sobrenombre, puesto desde la infancia por su familia, pero que los policías pensaban que era un "alias" que escondía a algún subversivo.  Contó que a Pedro Liendo los presos políticos le echaban broma simulando un recital el día que debía darlo en la Biblioteca Nacional.  Por fin salió Liendo.  Contó que lo hicieron pasar por una puerta secreta a la mismísima oficina del Ministro de Relaciones Interiores, Reinaldo Leandro Mora, quien se encontraba en calzoncillos mientras se afeitaba, y le dijo:

-"¡Perdóname esa vaina, Pedro, se trató de una confusión!"

Pero a ninguno de nosotros nos convenció esa excusa.  Quedó mucha suspicacia en un grupo donde reinaba la confianza y-si se quiere- la ingenuidad.


El fin de semana después de mi "liberación", hubo un matrimonio en la familia.  Durante la fiesta, mi prima y compinche Elisa Jiménez  contó urbi et orbe el episodio, dándole a todo, con su vis cómica,   un carácter de comedia.  Según su versión, entre los policías y yo tuvo lugar el siguiente diálogo mientras me amordazaban, me pegaban y me colocaban cables eléctricos en partes pudendas:

ELLOS- "¡Confiesa...aquí hay unos mensajes en clave!" ..."¿Qué significan?"

YO-       "No hay ningunos mensajes en clave.  Soy inocente.  No sé de qué me hablan"

ELLOS- (GOLPES...BALDES DE AGUA...CHOQUES ELÉCTRICOS...)

YO-       "¡Aaaaaaaayyyyyyyy! ¡Socorro!...¡Socorro!..."

ELLOS- "¿Qué dicen estos mensajes?"

YO-       "¡Pero si no son lo que ustedes piensan...créanme, por favor! "

ELLOS- (DE NUEVO GOLPES... ETCÉTERA)

YO (después de un silencio prolongado)-"¡Está bien, está bien!"..."¡son mensajes en clave!"

ELLOS-"¡Ajá, con que sí!  ¿Y qué significan?"

YO-     "...¡Pero es que son mensajes en CLAVE DE SOL Y CLAVE DE FA...!"

Había dos finales para el cuento.  En el primero los policías entraban en razón y me dejaban en paz y en el otro me seguían torturando hasta que les explicara qué era eso de "sol" y "fa".
He de decir que las carcajadas que acompañaban el relato de Elisa no eran muy de mi agrado, pues aún era víctima del sindrome de estrés agudo que me acompañó por varios meses, pero más adelante también celebré el chiste, lo mismo que las palabras de mi tía al llegar la policía. Cada vez que me encontraba a Pedro, bien en la calle o en cualquier lugar público o privado, le susurraba al oído o le decía en alta voz (según la ocasión):

- "Señor Liendo: ¿por casualidad usted es comunista?"

o, si el encuentro era de lejos, en voz alta:

- "¡Pedro Liendo...comunista!"

Todavía Pedro se ríe, tomando en cuenta que él es de simpatías oficialistas y yo un escuálido irredento.


En 1972, encontrándome en Ciudad Bolívar, compartía un buen momento con mi primo el General Pedro Amaral Rodríguez, Jefe de la VI División de Infantería, quien fue la persona que logró sacarme en tiempo record de los sótanos de la Digepol en aquel incidente del período de Raúl Leoni:

-"Pirulo, ¿por qué me detuvieron esa madrugada? ¿Quién o quiénes estaban comprometidos con la subversión entre nosotros? ¿O fue una confusión, como dijo Leandro Mora?"

- "La verdad es que se trató de las dos cosas. Una señora mayor que tenía una academia de música tocaba violín en la orquesta de ustedes. Y ustedes guardaban en su casa papeles, documentos, nada comprometedor, los nombres de su Junta Directiva, partituras, programas. Pero esta señora tenía una hija que era comandante guerrillera. La policía y el SIFA (Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas) la buscaban, allanaron su casa y encontraron los archivos de ustedes. Y ahí vino la confusión".

¡De modo que se trataba de la Señora F******, quién lo iba a creer!  ¡Una dulce matrona de cabellos plateados que tocaba su violín con sus dos rubios y angelicales nietecitos, varón y hembra, gente totalmente apacible y cordial, que ni se hacía sentir! Parecía una novela de misterio. Recordé, mientras sonreía para mis adentros,  el film El Quinteto de la Muerte, donde aquella inocente viejecilla es la que logra quedarse con los millones de libras esterlinas que los asesinos encabezados por Alec Guinness y Peter Sellers habían escondido en su casa.



Ese domingo se presentó en la Biblioteca Nacional el recital del bajo-barítono Pedro Liendo, acompañado al piano por Martin Imaz, si mi recuerdo es fiel.  Del programa interpretado recuerdo especialmente los Negro´s Spirituals "My Lord what a morning", "Deep River",  fragmentos de varias cantatas de Bach y "I got plenty o´nuttin"  de Porgy and Bess, de Gershwin.

Fue un recital extraordinario. Como todo lo de Pedro.


Al centro, de barba, Pedro Liendo, unos años después...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

WILLIAM FAULKNER: EL GRANJERO EN VENEZUELA [Lalo estuvo aquí]

Mi primer contacto con la obra de William Faulkner tuvo lugar (hay que decirlo) en la versión resumida del cuento Dos soldados que Biblioteca de Selecciones, una iniciativa editorial de la revista estadounidense Reader's Digest, muy criticada por los intelectuales, pero muy leída por los muchachos de mi edad y generación, había publicado en uno de sus volúmenes. Me recuerdo acostado, no sé si convaleciente de una virosis o de una eruptiva tardía (tenía 11 años) y recibía por correo los gruesos volúmenes en  que se publicaban generalmente cuatro novelas debidamente condensadas, como la leche.  Se ha criticado este método de la ya no tan conocida publicación gringa, considerado como una barbaridad antiliteraria, la negación del arte de las bellas letras, pues se alteraba la naturaleza de la obra.  Es posible, pero de no ser por Biblioteca de Selecciones a lo mejor jamás me hubiera interesado en un autor tan difícil. He buscado el cuento original en antologías y entre los libreros, sin haberlo podido encontrar, de modo que no sé cómo es en realidad  Pero lo que yo leí me conmovió muchísimo y percibí que se trataba de un escritor fuera de lo común. Al final del cuento aparecía un retrato suyo al carboncillo con una breve nota donde se decía que el autor había sido merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1949 (Ver notas 1 y 2 en el Apéndice)
El segundo recuerdo relacionado con el escritor sureño tampoco es muy académico que digamos. Un gran afiche sobre el cine Junín, en El Silencio invitando al estreno de La Noche Larga y Febril (en otros países El Largo y Cálido Verano) película de 1958 exhibida ese mismo año en Venezuela, en medio de la euforia de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En la gran pantalla de Cinemascope aparece un incendio.  Luego ante el juez del condado, un primer plano muestra a Paul Newman con un sombrerito echado hacia adelante mientras el juez le recomienda largarse del pueblo.  Seguidamente viaja en una embarcación que recorre el Mississippi mientras la aterciopelada voz de Jimmie Rodgers canta el tema de la película y los créditos nos hacen saber que la producción de Jerry Wald presenta la obra de William Faulkner The long hot summer. Años después, al verla de nuevo en una versión en DVD con un apéndice de material documental, supe que el guión estaba basado en varios relatos del autor, así como de que el director era Martin Ritt, el de El Testaferro y que, aunque se trataba de una buena película con un reparto de lujo que incluía a  Paul Newman, Joanne Woodward, Orson Welles, Anthony Franciosa, Lee Remick y Angela Lansbury, era un muestra más de que lo literario no siempre es adaptable a la pantalla.

Ese mismo año pude leer  Mientras agonizo y  El Villorrio en una versión de las Novelas Escogidas de la Biblioteca Premios Nobel de la Editorial Aguilar de la cual sólo existía el primer tomo.  A El Villorrio (The Hamlet) me acerqué realmente buscando la trama de la película, pues uno de los capítulos se llama El largo verano. Gran decepción.  Me encontré con algo radicalmente diferente de lo que hubiera leído antes en mi vida:   En Mientras agonizo varios narradores cuentan la historia en  la misma novela. En El Villorrio la trama era muy parecida a la del film, pero el tejido del relato era totalmente alejado de la linealidad de la película; el incendiario se llamaba Flem Snopes en lugar del Ben Quick. Faulkner me resultó desconcertante. Tuve que apelar al excelente prólogo de Agustín Caballero para intentar hallar algunas claves que me orientaran en ese río a veces incontenible que es la narrativa de Faulkner. Pero también fue después, cuando leí más, cuando escuché y estudié música, que comprendí por qué Caballero lo comparaba con Schönberg.  En el músico vienés se trata de un sistema armónico basado en los doce semitonos de la escala cromática en lugar de las siete de la armonía tradicional.  En el novelista estadounidense: "el barboteo casi ininteligible de lo inconsciente con la tajante rotundidad del improperio, el atisbo fulgurante de la invención poética con el habla anodina en que parapeta su cazurronería la tortuosa mentalidad rural...la pluralidad de modos, la reiteración, a veces obsesiva, de la frase, las variaciones sobre los temas principales, los calderones, las apoyaturas, hasta las disonancias mismas..." .
Mientras tanto lo tomaba y lo dejaba.  Siempre volvía a leerlo y siempre me quedaba con la certeza de que se me escapaba algo o más bien mucho, pero que me hechizaba la misma oscuridad de paréntesis que abarcaban párrafos, a veces páginas enteras.  Tuvo que pasar mucho tiempo para que me animara a entrarle a la traducción de Borges (dicen que demasiado libre) de Las palmeras salvajes, a vivir la jubilosa aventura de leer ¡Desciende Moisés!, y a armarme de un esquema  o mapa que me orientara, junto a una buena dosis de paciencia y esfuerzo de atención, para no perderle el hilo a El sonido y la furia.
El autor del prólogo de Aguilar contaba que en el pasaporte del William Faulkner aparecía la palabra farmer (granjero) como profesión, y que cuando alguien le preguntó por qué no consignaba su oficio de escritor, había respondido: escribir, como respirar, no puede ser la profesión de nadie.
Pues bien, este granjero vino a Venezuela en 1961. Conozco dos versiones acerca de los motivos de su visita.  La primera, que he leído en revistas y periódicos, cuenta que al llegar Kennedy a la Presidencia de los Estados Unidos, le pidió al novelista que fuera su embajador cultural, una especie de pica en Flandes dentro de su proyecto político para América Latina de la Alianza para el Progreso, y particularmente para Venezuela, donde se había insultado y escupido al Vicepresidente Nixon durante la administración Eisenhower tres años antes.  La otra versión, de Edgard Mondolfi Gudat, afirma que la iniciativa provino del Gobierno de Venezuela presidido por Rómulo Betancourt. La invitación fue hecha a través de la Asociación Norteamericana de Venezuela con el visto bueno de la Administración Kennedy. 
Faulkner en principio no vio con buenos ojos el viaje.  Pensaba que estando las relaciones de su país con Latinoamérica en su peor momento (pensemos en las guerrillas en Venezuela) su presencia sería más bien una causa de contratiempos para el gobierno venezolano.  En dos cartas dirigidas al Departamento de Estado manifiesta sus escrúpulos, cuando no su franco rechazo a aceptar la invitación de "un grupo de norteamericanos que han descubierto que pueden hacer más dinero en Venezuela que en cualquier otra parte y que desean seguir haciendo más dinero, incluso, a expensas del esfuerzo desesperado de pagar los gastos de viaje de alguien como yo, a quien ni le interesa Venezuela ni el dinero" .
Tanto el Presidente Betancourt como Rómulo Gallegos fueron amablemente insistentes, pues tenían la firme decisión de honrarlo con la Orden "Andrés Bello". Finalmente Faulkner aceptó la invitación y llegó a Venezuela en abril de 1961. Se hospedó en la casa de su hijastra Victoria , a la sazón residente en Venezuela, cuyo esposo William Franklin Fielden trabajaba en la industria petrolera.

Faulkner permaneció dos semanas entre nosotros. En ese período, que resultó mucho más grato para Faukner de lo previsto, se vio abrumado por la hospitalidad venezolana.  Después de la Ofrenda Floral al Libertador en el Panteón Nacional almorzó con Betancourt en su residencia "Los Núñez" (todavía no estaba constrüida "La Casona", residencia oficial hasta el gobierno de Hugo Chávez), asistió a un coctel de la Asociación Norteamericana de Venezuela, a una exposición sobre su obra en el Ateneo de Caracas, a una representación de "Danzas Venezuela" y a un concierto de la Orquesta Sinfónica Venezuela bajo la dirección de Antonio Estévez en el Teatro Municipal.  Asistí a ese concierto con mi amigo de siempre Luis Reyes Polanco y pude ver el rosto colorado y el cabello y los bigotes blancos de Faulkner, quien salió al escenario a saludar a un público entusiasta que seguramente en su mayoría nunca había leído su obra. Recuerdo a Alirio Díaz interpretando esa mañana el Concierto para guitarra y orquesta de Antonio Lauro.  En el entreacto sólo pude vislumbrarlo entre el gentío y las luces de los flashes de los reporteros cuando se sentó a conversar, traductor mediante, con Rómulo Gallegos, con quien intercambió libros de ambos. Guardé celosamente el programa de ese concierto, pero el tiempo y las vicisitudes domésticas lo hicieron desaparecer.

Rómulo Gallegos intercambia regalos con Faulkner

El plato fuerte de la visita fue la condecoración de la Orden Andrés Bello en su primera clase. En su biografía de Faulkner, Joseph Blotner acota un detalle: en 1951 había recibido en Nueva Órleans la condecoración de la Legión de Honor de parte del gobierno de Francia.  En Caracas, "después de haber leído su breve discurso de aceptación en español, se quitó de su ojal la preciada escarapela de la Legión de Honor y la sustituyó por la Orden de Andrés Bello".

En una visita que hiciera a Victoria Fielden Johnson, hija de Victoria y William Franklin Fielden, los parientes y anfitriones de Faulkner ya mencionados, el biógrafo Louis Daniel Brodsky descubrió entre los efectos familiares varios documentos relacionados con ese período de dos semanas en que Faulkner permaneció en Venezuela. Uno de ellos era una carta fechada el 4 de abril, del Agregado Cultural de la Embajada de los Estados Unidos, acompañada de un paquete enviado a la casa de los Fielden que contenía, según afirmaba la carta, varias obras de Faulkner en su versión castellana que el novelista desearía obsequiar personalmente a Rómulo Gallegos: de hecho, este encuentro tuvo lugar en el Teatro Municipal, en el entreacto del concierto que mencioné y al cual tuve la fortuna de asistir.   En el reverso de esta carta estaba, escrito a lápiz, el borrador en inglés del discurso que dos días después pronunciaría.
Evidentemente, Faulkner escribió el borrador del discurso en la casa de sus familiares de Caracas.  Parece ser que luego le dictó el texto a su intérprete Hugh Jencks, quien lo tradujo con bastante literalidad y lo tipeó con varias copias al carbón, una de las cuales le entregó a Faulkner para que se la aprendiera, entrenándolo en la pronunciación castellana.  Una vez finalizado el acto la mañana del jueves 6 de abril en el Ministerio de Educación -prosigue Brodsky- Faulkner le entregó una de las copias a los reporteros de El Universal.  Otra de las copias al carbón fué encontrada por Brodsky en el mismo paquete en donde estaba el borrador original en inglés.
Reproduzco seguidamente el texto del discurso de Faukner, el cual fue publicado al día siguiente en El Universal:

El artista, quiéralo o no, descubre con el tiempo que ha llegado a dedicarse a seguir un solo camino, un solo objetivo, del cual no puede desviarse.  Esto es: tiene que tratar por todos los medios y con todo el talento que tenga -su imaginación, su propia experiencia y sus poderes de observación- de poner en una forma más duradera que su instante de vida frágil y efímero -en la pintura, la escultura, la  música o en un libro- lo que él ha experimentado durante su breve período de existencia: la pasión y la esperanza, lo bello y lo trágico, lo cómico del hombre débil y frágil, pero a la vez indómito: del hombre que lucha y sufre y triunfa en medio de los conflictos del corazón humano, de la condición humana. A él no le toca solucionar la disyuntiva ni espera sobrevivirla excepto en la forma y el significado -y las memorias que representan e invocan- del mármol, la tela, la música y las palabras ordenadas que, algún día tendrá que dejar como su testimonio.

Esta es, sin duda su inmortalidad, tal vez la única que le sea concedida.  Quizá el mismo impulso que le condujera a esa dedicación, no era más que el simple deseo de dejar grabadas en la puerta del olvido, por la cual todos tenemos que pasar algún día, las palabras "Lalo estuvo aquí".

Así pues, estando yo aquí, en este día de hoy, siento como si hubiera ya tocado esa inmortalidad.  Porque yo, un extraño aldeano que seguía en un lugar muy distante, esa dedicación, ese afán de intentar capturar y fijar así, por un momento en unas páginas, la verdad de la esperanza del hombre en el medio de las complejidades de su corazón, he recibido aquí en Venezuela la acolada que dice, en esencia: "Su dedicación no fué en vano.  Lo que buscaba y encontró e intentó capturar fué la verdad".

La visita continuó con un viaje a Maracaibo, donde fue agasajado en el Club Náutico por la Asociación Norteamericana del Zulia y por el Gobernador Eloy Párraga Villamarín.  A su regreso, la Sociedad de Amigos del Museo de Bellas Artes le obsequió un cuadro de Marcos Castillo y una cerámica de Tecla Tofano. Faulkner partió con estos regalos, además de un busto de Don Quijote, regalo de Rómulo Betancourt, que aún permanece en su casa (Ver nota 3 en el Apéndice). La Orden "Andrés Bello" se encuentra en la Universidad de Mississippi, probablemente acompañada del cuadro de Marcos Castillo.



                                      REFERENCIAS


 Caballero, Agustín.  William Faulkner.  Prólogo.  Novelas Escogidas. T I. Biblioteca de Premios Nobel.  Editorial Aguilar. Madrid 1956.

Blotner, Joseph.  Faulkner: A Biography. 1974. Citado por Brodsky, Op. Cit.

Brodsky, Louis Daniel.  The 1961 Andrés Bello Award: William Faulkner's original Acceptance Speech. Studies in Bibliography. Vol XXXIX pp 270-280.  Copyright 1986 by the Rector and Visitors of the University of Virginia. Reproduced by permission in:
http://www.louisdanielbrodsky.com/documents/Faulker-StudiesinBibliography-1986-Brodsky.pdf

Mondolfi Gudat, Edgard.  La Casa de William Faulkner.  Venezuela Analítica Revista Electrónica Bilingüe.  N° 10.  Diciembre de 1996.
http://www.analitica.com/archivo/vam1996.12/lit1.htm

Olivar, Norberto José. La musa de Udón.  Agosto 22, 2010.
 http://paisportatil.com/2010/08/22/la-musa-de-udon/

Ortiz, Francisco. "Dos soldados" de William Faulkner.  En la Aurora.
http://enlaaurora.blogspot.com/2011/01/dos-soldados-de-william-faulkner.html














domingo, 30 de octubre de 2011

EL REGRESO DE EVA

LA TRAMA:
El niño Antonio Jiménez es encontrado el primero de enero de un hipotético y lejano1986 torcido en la cama,  profundamente dormido con respiración fatigosa , no despierta a los gritos con que el camarero lo llama.  El padre, alarmado, hace que el Dr. Gurtz, médico de la familia, sea llamado urgentemente por su teléfono de bolsillo.  El médico diagnostica una enfermedad denominada Pannegolitis, que, según Gurtz, lo hará permanecer en ese estado por tiempo indefinido, insensible a cualquier estímulo, pero sin ningún riesgo para la vida, alimentándose sólo del aire. Ordena el médico que se le deje sin ropa, se bañe diariamente, se cambie de cama a medida que vaya creciendo, se afeite cuando empiece a salirle la barba y se le corten las uñas y el cabello periódicamente, pues este cuadro puede durar entre 10 y 25 años.  Para la fecha del comienzo del mal, la enfermedad, originaria de Norteamérica,  se había convertido en una pandemia, lo que originó alarma colectiva y generó conferencias internacionales.

 25 años después, es decir, en el más remoto e hipotético año 2011 (el libro fue publicado en 1933),  nos encontramos en una sociedad altamente tecnificada, gobernada sólo por mujeres, donde los hombres son figuras anodinas, asexuadas, cuando no afeminadas, que sólo se desempeñan en oficios domésticos. No se menciona el país donde ocurre la historia, pero por el habla caraqueña y la presencia misma del narrador, que se introduce en la novela subrepticiamente, parece que estamos en Venezuela.
La protagonista es Nirvana Castro, Ministra de Aviación.  El gobierno es desempeñado totalmente por mujeres y el desplazamiento de los personajes es principalmente aéreo, por medio de aviones y verticalicópteros, que introducen a sus tripulantes mediante paracaídas incluso en las oficinas mediante espacios abiertos en los techos de los edificios, casi todos rascacielos, donde el movimiento del personal se hace por ascensores, pasadizos y plataformas.  Todo se opera mediante muchos botones y dispositivos automáticos.
Hay un gran adelanto en el desarrollo de los periódicos, que emiten muchas ediciones al día, como lo denuncian sus nombres ¡Zás!, ¡Epa! y ¡Ya!. Estos multidiarios también llegan a las oficinas a través de tubos metálicos
La reproducción de la especie humana es sustituida por la producción de bebés "in vitro".  El Gobierno posee el método de la Autonacimenesia a través de la Autonacimentina,  proveniente de Alemania. Esta producción de  seres humanos es potestad exclusiva del Estado, quien controla y entrega una niña a cada una de las habitantes para que la cuiden. Los ejemplares masculinos  son mucho más escasos: 1 por cada 500.000  mujeres, y de inferior calidad,  debido una falla de origen,  y por supuesto, no existe la reproducción sexual.  La palabra Amor no se conoce, y las allegadas a los círculos de poder son las que saben que en una época existía ese Amor, pero no logran entender de qué se trata, ni tampoco las perturba. Además, todas están satisfechas y aparentemente felices.
Sin embargo hay una excepción.  La bellísima Ministra de Aviación, Nirvana Castro, es la última representante de la especie que nació de una pareja humana el 30 de febrero de 1985, aunque ella misma no lo sabe.  Eso hace que a veces sienta desazón, una especie de picazón, como si le faltara algo en la vida. Asimismo, rompiendo los hábitos alimenticios de esa sociedad donde todo es altamente tecnificado, a Nirvana le da de vez en cuando por atracarse de tortillas de cebolla, algo que hace a escondidas, con la complicidad de su secretaria Fifí.

Un hecho viene a perturbar la existencia de los personajes de la novela, en especial la de Nirvana.  Una momia, guardada celosamente como "Ficha N° 7" en un hospital, que en realidad es un "depósito de momias", da señales de vida, es decir, ronca, lo que no había hecho antes y ahora lo hace a cada rato. Anteriormente se encontraba inerte, sin ropa, bajo el cuidado de un personal de confianza del Gobierno, que se encargaba, siguiendo instrucciones,  de cambiarle la cama conforme crecía, bañarlo y cortarle las uñas y el cabello. Llevada la presunta momia (llamada en adelante "la Ficha N° 7") ante la Academia de Medicina, es mostrada ante todas las académicas, quienes al acercársele por turnos y hacer comentarios elogiosos de su aspecto, así como al hacerle llegar in crescendo el perfume de mujer, vieron atónitas cómo la "Ficha" abría los ojos y exclamaba: "¡Mamaíta!" sin ningún género de dudas, retornando en seguida a su situación inerte. Posteriormente se supo de la misteriosa muerte de la Directora del hospital, la doctora Wataplasma, cuando a escondidas, se acercó a la "Ficha" con un bisturí eléctrico para comprobar si sangraba, esto es, si estaba viva.  Pocos días después, la "Ficha N° 7" desapareció sin dejar rastro.
Se trata, por supuesto, de Antonio Jiménez, el paciente de "Pannegolitis" del primer capítulo, quien sobrevivió a un accidente automovilístico ocurrido el 13 de abril de 1992, en el cual murieron todos sus cuidadores.
La desaparición de la "Ficha N° 7" es tratada como un asunto de Estado, pero inevitablemente la noticia se va filtrando y se crea una crisis en el Gabinete Gubernamental.
¿Qué había ocurrido? Siguiendo un impulso incontrolable, que ella misma no se explica, la propia Ministra de Aviación logró penetrar el cerco que rodeaba a la "Ficha" y la secuestró, escondiéndola en la zona prohibida.
¿Con qué objeto?   La misma Nirvana no lo tiene muy claro al principio, pero Antonio despierta de su letargo de 25 años,  y se inicia un diálogo, no exento de caricias verbales y táctiles, que culminan en un amor a la antigua usanza. 
Entretanto, en el Gabinete Gubernamental hay un ambiente de alarma.  El Gobierno Alemán denuncia la desaparición de una aviadora e ingeniero militar, Griffen Blohm, a quien se supone también secuestrada con el propósito de adquirir una nave secreta, violando acuerdos internacionales.  Alemania amenaza con suspender el suministro de Autonacimentina si no se devuelve a Fraulein Blohm. El Gobierno responde, la prensa publica la correspondencia entre los dos países y el Gobierno termina clausurando los principales multidiarios, ¡Zás!, ¡Epa!,  ¡Ya! y apresando a sus directoras.  Llama la atención la ausencia justamente de Nirvana a las reuniones de Gabinete, quien se comunica con sus colegas a través de micrófonos y altoparlantes.  Lo que no saben es que la Ministra de Aviación se encuentra en pleno idilio con la "Ficha", con quien sostiene diálogos que se prolongan hasta el amanecer, descubriendo ella el significado de la palabra AMOR, y él, los secretos de esta nueva sociedad que se permite conocer mediante incursiones aéreas a fiestas del "Club de Aviadoras" a las cuales asiste disfrazado y con la consigna de no hablar, pues lo delataría su  voz viril .
Entretanto, la Ministra de Policía empieza a sospechar de Nirvana, se establecen nexos entre la desaparición de la "Ficha" y las ausencias de la Ministra, quien presenta ahora síntomas extraños como mareos (raros en una aviadora) náuseas (ídem) y una actitud rara, pero no logran diagnosticarla. 
El cerco se va estrechando. Alemania suspende definitivamente el suministro de Autonacimentina al país, así como un bloqueo mundial, lo que genera a los pocos meses una crisis poblacional.  En algunas miembras del Gabinete se empieza a relacionar a Antonio con la solución a dicho problema, se le cree un equivalente a la Autonacimentina, aunque no se comprende cómo. Sólo una anciana investigadora que había sido expulsada de la Academia de Medicina por sus ideas subversivas es capaz de explicarles qué significa Antonio Jiménez y de qué modo puede ser la salvación para la especie humana.  Se ordena la persecución de la Ministra, pero ya Nirvana vuela con Antonio a la zona prohibida, donde la ingeniero y aviadora alemana Griffen Blohm está finiquitando la construcción de una nave secreta, que por fin los llevará a escapar hacia una zona virgen en el planeta.
Pocos años después, las exploradoras alemanas Grothen y Greuttem reportan a la Sociedad de Geografía el hallazgo de una pequeña tribu salvaje constituida por un hombre, dos mujeres y cinco niños.  Se alimentan de frutas silvestres y de la caza.  Visten guayucos y lucen sanos y robustos.

FEDERICO LEÓN
LA OBRA:
El libro fue publicado en Caracas en 1933 por la Editorial La Esfera con la firma de Pepe Alemán, seudónimo del escritor y periodista cumanés Federico León Madriz. Llama la atención que justo un año antes, Aldous Huxley había lanzado la primera edición original de Brave New World (Un mundo feliz), obra con la que El Regreso de Eva guarda bastantes semejanzas, aunque el tono de aquella sea más sombrío. ¿Tuvo conocimiento el autor de esta obra e influyó en su trama?  No lo sabemos, pero en aquella Venezuela atrasada y sometida a 25 años de dictadura del General Juan Vicente Gómez es poco probable que el libro original de Huxley llegara tan temprano a las manos de León.  Mucho menos se le puede achacar alguna influencia de la versión castellana, pues se sabe que la primera traducción a nuestro idioma de Brave New World la hizo Luys Santa Marina en 1935, es decir dos años después de la publicación de El Regreso de Eva. En todo caso, la atmósfera pesimista de la novela de Huxley es muy diferente del tono amable, el estilo coloquial y transparente y el final optimista que León le imprime a su obra.  Leemos en el Prólogo:
"...Al emprender este trabajo, el autor se limitó a seguir el hilo de una narración, sin rebuscamiento literarios, el imperativo de la costumbre, el hábito de escribir con ligereza y simplicidad de expresión, adquirido en largos años de vida periodística..."

Entre los adelantos, tipo ciencia-ficción que Pepe Alemán / Federico León nos muestra en su novela podemos mencionar los siguientes:
-La gente se alimenta por medio de pastillas: pastillas de consomé, de pollo, de café con leche, de fécula de maíz. Como nadie mastica, la dentadura no se daña, no se conoce la profesión de odontología.
Desde el punto de vista dietético 1 comprimido (literalmente "una pastilla") de "Carnivoraína" equivale a 1/2 Kg. de carne fresca; 1 comprimido de "Ovominina" equivale a 6 huevos de gallina, de "Triglodina" a pan.
A Antonio Jiménez le cuesta mucho adaptarse a este sistema: cuando tiene sed:  Nirvana le ofrece unos panecillos que al disolverse en la boca, equivalen a 1 vaso de agua.  Como Antonio protesta, le traen cubos de agua (sólo la usan para el aseo, no para tomar) y manda a fabricar vasos según los modelo que Antonio le diseña.
-Las pastillas incluyen también las bebidas: de peppermint (no olvidemos que son todas damas), también de whiskey (sic) & soda.  Algunas aviadoras abusan de estas pastillas hasta la embriaguez. (¿anticipo de las drogas?).
-También mencionamos los multidiarios ¡Zás!, ¡Epa! y "¡Ya!, anticipo de nuestros noticieros televisivos de varias ediciones al día e incluso en tiempo real, como el caso de twitter.
-Vimos que al comienzo, en 1986, ya el Dr. Gurtz es llamado a su teléfono de bolsillo (anticipo del celular). Vale la pena reproducir este breve diálogo de la página 7:

El automático marcó el número 178.469 "ambulante".  El doctor Gurtz, que se hallaba ingiriendo cerveza, acodado en una botillería, advirtió que el bolsillo de su chaleco se convulsionaba con un repiqueteo prolongado.
-¡Ya no puede uno ni beberse tranquilo su cerveza!
Extrajo el cablecito imperceptible rematado por un minúsculo auricular; se llevó éste al pabellón de la oreja izquierda e inquirió:
-¡Halo!
-¿El doctor Gurtz?
-¡Claro!  Si no atiendo yo por mi teléfono de bolsillo, ¿quién demonios va a atender?  Despache rápido que estoy ocupadísimo. 
(Cualquier parecido con el comportamiento actual en el uso del celular...estaba previsto)
 
- En la entrada de uno de los periódicos la persona al entrar imprime su voz en un Fonoregidactilógrafo que captura su voz, la cual queda prisionera.  Esto por razones de seguridad.
-La prensa ya no requiere de escritores: mediante el Dictalotipo la reportera le habla a una máquina que directamente imprime las palabras.  Por lo tanto, quedan eliminados los errores ortográficos...a menos que estos sean más bien fonéticos: si la periodista o quien hable dice "naide" por nadie, "eso se me ha orvidao", por olvidado, por ejemplo.  Eso sí, las palabras prohibidas o eliminadas, como amor, hacen que el aparato se tranque y no pueda seguir trabajando hasta que una técnica lo repare.
La novela es definitivamente divertida, muy alejada tanto del nativismo literario de esos años, como del provincianismo de nuestro humorismo de entonces. Se lee de un tirón, quizá tal como el autor confiesa que la escribió, si nos atenemos, de nuevo a su prólogo:

En "El regreso de Eva", lector benévolo, tienes ochenta y tres horas de trabajo de
Pepe Alemán.

Pero nos preguntamos:  ¿era tan inocente el autor cuando escribió esta distopía, para usar el término acuñado por John Stuart Mill? ¿No era consciente del mensaje que estaba enviando a sus lectores, que hoy sería considerado "políticamente incorrecto" por buena parte de los lectores y las lectoras de hoy, pero que a lo mejor pasó desapercibido entonces o simplemente se le desdeñó catalogándolo sólo como "humorismo"?
Para empezar, en El regreso de Eva hay una crítica al feminismo, o más exactamente, a cierto feminismo radical y excluyente.  Una sociedad en la cual las mujeres desplazan al hombre hasta el punto de aniquilarlo no es una sociedad viable, parece decir el autor, incluso explícitamente (Capítulo dedicado a los lectores exigentes, p. 47 ss.) o a través de supuestos documentos intercalados (De los nuevos procedimientos para la fabricación de niños, pag 21) o por medio de uno de los personajes (la Profesora Pelusa, pp. 146-148).
En segundo lugar, esta situación deja a la sociedad inerme ante la hegemonía de las grandes potencias poseedoras de la tecnología. La constante referencia a Alemania no puede ser casual, si recordamos que justamente el 30 de enero de ese año (1933) llegaba Adolfo Hitler al poder.
Por último, y creemos que es el meollo del asunto, se critica la disociación de la reproducción humana de la sexualidad y del amor.

Este mensaje no es popular, por lo menos en medios progresistas.  Ahora menos que en el momento en que se escribió.  Pero constituye una propuesta, un verdadero programa.  El mismo título de la novela lo dice. La distopía ¿convertida en utopía? Se trata de una ficción, no lo olvidemos,  Y escrita en clave de humor.  Siguiendo ese registro, el autor nos deja en el final con algunas dudas.  Las exploradoras encuentran a un hombre con dos mujeres y cinco niños.  ¿Quién es la madre de cuatro de esos cinco niños?  ¿Nirvana? ¿Nirvana y también la ingeniero y aviadora alemana Griffen Blohm? Esta segunda posibilidad, aunque algo machista, tiene un dejo patriarcal, como si empezáramos no con un nuevo Adán, sino con un nuevo Abrahám.  Así evitamos el tabú del incesto para la continuación de la especie.  ¿Es así? Es una conjetura.  Mejor dicho, una lectura.
Ojalá se haga asequible este texto al público venezolano.  Así podríamos conocer otras aproximaciones.
El tema se lo merece.

viernes, 7 de octubre de 2011

MÁS ALLÁ DE LA MEDICINA Y DE LA PSIQUIATRÍA

La primera vez que me hablaron de Gabriel Ignacio Trómpiz fue en una guardia de la Cruz Roja. Mi compañero Carlos Sánchez Núñez me contó que un psiquiatra muy inteligente acababa de llegar de Alemania: se trataba del hijo homónimo del doctor Gabriel Trómpiz, uno de nuestros profesores de Clínica Médica en la Escuela de Medicina Vargas.  No recuerdo qué otra cosa dijo de él, pero llegó a llamar mi atención.
Poco después, Manuel Antonio Ortiz, condiscípulo de la Escuela de Música  José Ángel Lamas y estudiante de los últimos años de Psicología, me presentó a Nelson Trómpiz, quien también estudiaba esa carrera en la Universidad Central y era hermano menor de Gabriel Ignacio, de quien me habló también en términos encomiásticos.
Por esa época yo hacía unas guardias en la Clínica Coromoto, institución psiquiátrica privada que admitía a estudiantes de quinto o sexto año de Medicina en calidad de residentes, lo que me permitía ganar algún dinero adicional a la beca de OBE (Organización de Bienestar Estudiantil) que me ayudó durante buena parte de mi carrera médica. Una de nuestras obligaciones consistía en elaborar las historias de ingreso, lo que se hacía generalmente con cierto desaliño rutinario, pero que para mí, que estaba decidido a especializarme en psiquiatría, constituía una ocasión de practicar habilidades y mejorar conocimientos adquiridos en el pregrado. Trataba de hacer las historias lo mejor posible "por amor al arte", pues en la Clínica -pensaba yo- nadie se tomaría el trabajo de leerlas con cuidado y mucho menos de evaluarlas.
Pero me equivocaba.  El primero en desmentirme fue Fernando Valarino, quien me preguntó si me interesaba la psiquiatría y me felicitó por las historias. El segundo fue Trómpiz. Me llamó a su consultorio y me preguntó:
-Bachiller, ¿Quién es su profesor de psiquiatría?
-El doctor Eloy Silvio Pomenta, le respondí tímidamente.
-Acompáñeme un momento, por favor- me dijo,mientras se levantaba y se dirigía al consultorio de Silvio, al tiempo que le decía con entusiasmo y una amplia sonrisa:
-¡Eloete, te felicito por tu alumno!
Silvio sonrió con una mezcla de frescura e ingenuidad que suele mostrar.
Luego, otra vez a solas, me preguntó:
-¿A usted le interesa la psiquiatría?
-Por supuesto.
-Pues entonces, si quiere aprender conmigo, en la próxima guardia lo mando a llamar para que veamos juntos mis pacientes. ¿Conoce el libro de Honorio Delgado?
-Pues...no.
-Búsquelo.  Delgado es el psiquiatra de habla hispana que mejor conoce la psiquiatría alemana y la fenomenología.  ¿Sabe lo que es el análisis existencial?
- En absoluto (había leído a Sartre y un libro de Jean Wahl sobre existencialismo donde se hablaba de Jaspers, pero no lo vinculaba para nada con la psiquiatría ni veía qué tenía que ver una cosa con la otra).


A partir de ese momento me adapté a su agenda. Una de las religiosas de la Clínica me despertaba muy temprano el día que estaba de guardia, diciéndome:
- ¡Residente, lo espera el doctor Trómpiz!
E invariablemente pasábamos revista con sus pacientes.  Me preguntaba especialmente sobre semiología, y cuando no atinaba a responder me daba una pequeña pero enjundiosa clase, que terminaba con la frase:
- Léase ese tema, que en la próxima guardia volvemos a hablar del asunto.
De ese modo me fui formando en semiología psiquiátrica antes de cursar la especialidad.  Al mismo tiempo, Gabriel Ignacio me hablaba del análisis existencial y la fenomenología.  Como algunos puntos me resultaban oscuros, terminé comprando la Psicopatología de Jaspers, la Esquizofrenia de Minkowski y otros libros para poder aprovechar ese propedéutico ameno y nutritivo. Gabriel Ignacio se había formado primeramente en Caracas, en el Postgrado de la Universidad Central de Venezuela con sede en el  Hospital Psiquiátrico de Caracas, pero luego se había ido a Heidelberg, donde Karl Jaspers había tenido su cátedra.  De algún modo yo estaba bebiendo de esa fuente.
En general, los psiquiatras venezolanos tenían una excelente formación, y para algunos, el análisis existencial no les era extraño. Por ejemplo, Alberto Baute había estudiado en Marburgo, Alemania, con el Profesor Sttute, y permanecido tres años en Viena, Austria, con Igor Caruso, uno de los propulsores del psicoanálisis existencial, así como asistido a conferencias de Viktor Frankl.
Pero para mí resultó deslumbrante este joven de baja estatura, de hablar fácil y preciso, con unos gruesos bigotes chorreados que supongo, trajo de Alemania, un talante risueño, y una inteligencia ágil y penetrante, siempre cargada de humor.
Aún cursaba yo el último año de Medicina.  Me faltaba, por lo menos, terminar mi carrera.  Ese momento llegó, y el día de mi graduación, en una fiesta que organizó mi familia, se presentó Gabriel con un regalo que aún conservo: una Antología Poética de Rilke, a la que le añadió una significativa dedicatoria.
De modo que ya era Médico Cirujano.  Pero para cursar la especialidad se requería, de acuerdo a la normativa de entonces (1966), cumplir un año de Internado Rotatorio, equivalente al Rural de hoy.  Trómpiz me habló del curso del Hospital Militar "Carlos Arvelo".  Me asomó la posibilidad de que entrara directamente, sin tener que hacer el Internado Rotatorio.  Era una época en que los postgrados no se habían organizado del todo, no existía la Comisión de Estudios de Postgrado de la Facultad de Medicina y ahora que lo pienso bien, creo que el curso del Militar no tenía aún reconocimiento universitario.
Yo no estaba decidido. Me había formado en la Escuela Vargas, conocía a los psiquiatras de la Cátedra y Servicio de esa sede y me constaba su calidad tanto académica como humana. Pero Gabriel Ignacio era insistente con lo del Hospital Militar. Me invitó a asistir a las reuniones clínicas de los viernes, donde conocí a los doctores Fernando Rísquez, Duilio Moreno Orozco y Roberto Arocha Tejada, y a la Licenciada Graciela Capriles, psicólogo. Pude presenciar las amenas presentaciones de caso y discusiones, en las cuales todo concluía siempre con el esprit de Rísquez: brillante, seductor.  En mi opinión, la presencia de Trómpiz era un desafío para Rísquez. Pero sería falso decir que percibí alguna rivalidad: al contrario, Rísquez lucía orgulloso de contar a  Trómpiz entre sus adjuntos.


Gabriel Ignacio Trómpiz es el de bigotes que está arriba de Rísquez, en el centro.(Foto cortesía de Gisela Guánchez).



El ambiente era grato.  Se me daba la oportunidad de opinar y participar, no obstante ser yo un recién graduado. Algunas intervenciones mías fueron seguidas con verdadero interés por Rísquez, lo que enorgullecía a Gabriel  y se reforzaba el mecanismo inductor para que yo me quedara en el Militar.
Pero yo no me decidía.  Seguí explorando. Me entrevisté con Francisco Herrera Luque, a la sazón Jefe de Cátedra y Director del Curso del Hospital Universitario, quien se mostró obsequioso, ofreciéndome facilidades para el ingreso.
Por último hablé con el doctor Jesús Mata de Gregorio, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Vargas, Jefe de la Cátedra de  Psiquiatría, y Director del postgrado de esa sede hospitalaria.
Para mi sorpresa, Mata se mostró inflexible con lo del Internado Rotatorio. Pero fue el único que me mostró un programa estructurado del postgrado.  Hablamos de unas declaraciones suyas en la prensa, donde se refería al libro Misión de la Universidad, de Ortega y Gasset.  Decidí hacer el curso en el Vargas.  Con todo el dolor de mi alma por Gabriel Ignacio, me incliné por lo organizado y estable.
Gabriel me dijo que había hecho una buena elección.  Me habló muy bien del doctor Mata, pero lamentó que no me quedara con Rísquez en el Militar.  Noté cierta tristeza en su voz, pero a lo mejor era una proyección de la mía, pues me hubiera gustado que él fuera mi profesor.

Comencé mi Internado Rotatorio. Corría el año 1967.  Yo hacía mi pasantía de Pediatría en el Hospital de Niños "J. M. de Los Ríos" y Caracas se preparaba para celebrar su Cuatricentenario.  Un día, el amigo Manuel Antonio Ortiz, que mencioné al principio, me propuso que visitáramos a Gabriel Ignacio "en plan de amigos".  Yo nunca había ido a su casa, pues mi relación con él siempre había estado circunscrita al ámbito profesional. Esa noche llegamos al edificio "Mijagual", en Los Palos Grandes, armados de una guitarra que tocaba Manuel Antonio (entre nosotros "Alejandro"). Conocí a la bellísima e inteligente esposa de Gabriel, Dorothy o "Dorsy", así como a su pequeño hijo, llamado también Gabriel Ignacio.
Me mostró su diploma de Heidelberg y su tesis doctoral sobre Esquizofrenia y Epilepsia.
Cantamos con la guitarra de "Alejandro", escuchamos la "Balada de Mackie Navaja"  de Die Dreigroschenoper y hablamos de todo lo divino y lo humano que se puede hablar en tan pocas horas.  A través de una acogida tan cálida, pude constatar lo inmensamente feliz que era esa familia...


¿Cómo poder aceptar, a más de cuarenta años de distancia, el hecho de que todo eso fue barrido por el terremoto que asoló a Caracas una semana después?
Junto con todas las personas que vivían en el edificio y las víctimas fatales de las otras viviendas que fueron destruídas por el sismo de 1967, tanto Gabriel como su esposa e hijo fallecieron en la tragedia. Del edificio "Mijagual" no quedó piedra sobre piedra, como lo mostró la prensa y la televisión, y como yo lo pude verificar con inmenso dolor mientras participaba con la Cruz Roja en las labores de salvamento.
El Presidente Leoni hizo acto de presencia en el lugar del siniestro y las labores de rescate y exhumación duraron varias semanas.  Caracas celebró enlutada su Cuatricentenario.
De Gabriel me quedó su ejemplo, su interés por la psiquiatría existencial y la fenomenología, su apertura al saber humano y a la trascendencia, expresada nítidamente en la dedicatoria que le escribió a la Antología Poética de Rilke que me regaló la noche de mi graduación:

Confiando que siempre estarás más allá de la Medicina y de la Psiquiatría:   G. Trómpiz h.

Lo sigo intentando.






martes, 27 de septiembre de 2011

AUTORRETRATO PINTADO CON CREYONES DE AQUILES NAZOA

 Para María, Claudio y Mario.
In memoriam Sergio 


Como casi todos los muchachos de finales de los 50, conocía la obra de Aquiles Nazoa porque ésta, especialmente la teatral, era muy requerida en los actos culturales de los colegios.  Todavía puedo citar de memoria un texto de Ratón Pérez que montamos en cuarto grado de Primaria en el Instituto San Pablo, en la parroquia Altagracia, de Cuartel Viejo a Pineda:

La hormiguita que no pica
ni come dulce ni nada
pues la tienen concertada
con una familia rica;
y un ratoncito arruinado
que ya está casi en el hueso
porque está muy caro el queso
y no se lo venden fiado.

Mi maestro, Néstor Medrano, me hizo comprar un ejemplar de El Ruiseñor de Catuche, para que me aprendiera el papel del Narrador; no sólo me  leí el libro de cabo a rabo, sino que en la casa lo disfrutaba leyendo en voz alta muchos de sus textos con mis primos Luna.  Sentados en un escalón que comunicaba la cocina de la casa con el comedor, Rafael, el mayor, y yo nos reíamos con aquello de:

Trabajando en su hogar de carpintero
se tragó una tachuela Juan Lucero;
y jugando, el menor Francisco Luna
también se tragó una.

Los médicos, en vez de cirugía
debieran de estudiar astronomía.

El valor agregado de la humorada era que el menor de mis primos se llamaba (mejor dicho, se llama), justamente, Francisco Luna, quien era el que menos se reía del versito.
De todo esto resultó que terminé aprendiéndome de memoria casi todo el libro.  El Ruiseñor me acompañó al internado en el Liceo San José de Los Teques, dirigido por los padres Salesianos, con esa mezcla de severidad y afecto que siempre han mostrado. Aquí debo decir que fue en este Liceo donde Aquiles Nazoa me salvó la vida.  Permítaseme aclarar el punto.  No me refiero a la vida física, biológica o material.  Pero si se considera lo importante que es para un adolescente temprano (11 a 12 años) la opinión de sus pares para desarrollar la autoestima, se entenderá lo que quiero decir:
Yo era absolutamente inepto para el beisbol por mi congénita desorientación en el espacio (no podía ni fildear).  En fútbol lograba empujar el balón, pero nada de driblar ni de combinaciones.  De modo que no me sentía muy a gusto entre mis compañeros, especialmente los cercanos a mi edad (yo era el menor de todos).  La ocasión de mi reivindicación se presentó en un acto cultural, no recuerdo si por el aniversario de Don Bosco, o día de la Madre o qué sé yo.  El asunto era que los padres del colegio me pidieron que recitara algo.  Me precedió un compañero que declamó las Coplas del amor viajero, de Andrés Eloy Blanco, y creo que Garrick. Cuando me tocó pararme en el estrado no sé de dónde apareció mi audacia y me lancé con los versos de Aquiles Nazoa.  Téngase presente que estábamos en 1956 o 57, la Iglesia de Pio XII aún preconciliar, con cierto rigorismo (de origen jansenista, por cierto) con Unamuno en el Index librorum prohibitorum et expurgatorum y otros integrismos  Pero al inocente lo protege Dios.  Después de comenzar con un soneto llamado ¡Oh amor!, bastante tolerable, que dice:
                   
Julieta, muchachita muy coqueta,
Tiene dos caballeros de conquista:
El uno extrovertido y deportista
Y el otro soñador y mal poeta.

Mientras éste le escribe una cuarteta,
Aquél, seguramente más realista,
La invita por teléfono a que asista
Con él a alguna fiesta de etiqueta.

Y los domingos, mientras nuestro bardo
Con rimas pule el cupidesco dardo
Y transfiere al papel su llanto mudo,

Ella, la florecilla que él describe,
¡Se pasa todo el día en El Caribe
Llevando sol con su Tarzán peludo!

Digo, después de comenzar con este soneto, que fue recibido con aplausos, fui subiendo progresivamente  la temperatura (o mejor dicho, bajando el pH) de los textos, sin que pasara nada lamentable. Hasta que llegué a ese sainete surrealista llamado El Chivato Volador, cuyo protagonista es un extraterrestre, más exactamente un marciano que tenía la costumbre de rasparse cuanta criatura de sexo femenino se le atravesara, dejándolas generalmente embarazadas.  Para colmo, el sujeto ("chivato" significaba alguien muy  pícaro) por donde pasaba, dejaba un tufillo

                               oloroso a urinario de botiquín.

Hablé de audacia, pero no se crea, me temía que el Padre Ojeda, Director del Liceo, suspendiera en cualquier momento mi happening.  Pero observo al auditorio y no sólo son las carcajadas del público las que me sorprenden, sino las expresiones de los venerables padres salesianos que derramaban lágrimas de la risa y se retorcían en sus asientos.  Fue un éxito absoluto.  De  la anomia social pasé al salón de la fama y ya podía mirar de frente a los grandulones, quienes llegaban a pedirme que les dictara algunos fragmentos de lo recitado (¡especialmente de El Chivato volador!).  Por eso digo que Aquiles Nazoa me salvó la vida.  Cualquiera que conozca a Erikson y su Ciclo Vital entiende esta expresión perfectamente.  Y el que no lo conozca, también.

Ni soñaba para entonces con conocer al poeta; ya llegada la democracia y siendo estudiante del Liceo Agustín Aveledo, lo veíamos presentarse en los actos de graduación y eventos de importancia de los liceos, siempre como la figura estelar que cerraba el programa. Generalmente lo hacía con la Balada de Hans y Jenny, obra que me dejaba perplejo, pues no obstante impresionarme su belleza, rompía mi ideas preconcebidas sobre Nazoa, pues veía muy claro que no se trataba de una obra humorística.
 
Ya en el último año de bachillerato, el profesor encargado de la actividad teatral (¡quién me pudiera recordar su nombre!) decidió montar el Hamlet de Aquiles Nazoa.  Una vez más me tocó representar al Narrador, esta vez imitando la voz de Néstor Pardo, un locutor de los noticieros de cine de la época, quien tenía una voz peninsular muy peculiar.  Con ella salía diciendo:

                               Al levantarse el telón
                               se ve, a la luz de un bombillo
                               la terraza del castillo
                               donde pasa la cuestión.
                               Entra Hamlet enlutado
                               y muy baja la cabeza
                               porque carga una tristeza
                               que no la brinca un venado.

Para luego aparecer el príncipe Hamlet, y decir:

                             Ser o no ser...siempre la misma historia...
                             ¡Desde que este monólogo fue escrito
                             no he logrado aprenderme de memoria...
                             sino este pedacito!

La obra siguió su curso exitoso en aquél teatro al aire libre que, después de todo, no se debe haber diferenciado mucho de El Globo de Sir William, si nos guiamos por el montaje de Enrique V de Olivier. (incluyendo la caída en slide del Narrador y digno mutis como si nada hubiera pasado).

No sé quién fue que habló de la utilidad de la poesía, pero además del salvamento ya relatado, de que fui objeto, puedo contar un hecho donde esta vez fue Caballo de Manteca/Manteca de Caballo el libro que cumplió una importante función social: eran ya los sesenta (o los 60's, como les gusta decir a los periodistas) y viajaba a Maracaibo en uno de aquellos Aerobuses de Venezuela, precursores de los ejecutivos de ahora.  El bus tuvo una seria avería. Varados en plena carretera y muy avanzada la noche, los pasajeros estaban muy molestos.  Yo, un muchachón estudiante de medicina, cargaba mi Caballo conmigo y previa autorización del conductor, me senté en su puesto, donde había un micrófono, y me puse a leer "Trailer de una película mexicana", el "Manual del Nuevo Rico", "Las Personas superiores o al que no le haya sucedido alguna vez, que levante la mano" , que provocó al principio tímidas risas de los airados pasajeros, hasta llegar a una franca algarabía con "Los Muñoz Marín salen de compras" y por supuesto, aquella "Reláfica del negro y la policía", que entre otras cosas, dice:
                     Policía con cachucha,
                     policía con pumpá,
                     policía de sombrero
                     y de cabeza pelá.
                    Que si la criminológica,
                    que si la municipá,
                    que si la alta policía,
                    que si la de más allá.
                    Que llegó la P.T.J.
                    que si se fue la social,
                    que si aquella es la civí,
                    que si eta es la militá,
                    que si esta no tiene rolo
                    si no que tira con gas,
                    que si esta te afloja un tiro
                    y el otro te muele a plan
                    y en una radiopatrulla
                    te rueda el de más allá;
                    cualquiera te pone preso,
                    cualquiera te hace rodá,
                    que con o sin uniforme,
                    con sombrero o con pumpá,
                    en cuanto a rodalo a uno
                    todos se portan igual,
                    pues la sola diferencia
                    que del uno al otro va,
                    es que después tú no sabe
                    cuál de ello te va a soltá.
Los pasajeros me pedían que siguiera leyendo...hasta que el autobús retomó su camino.  Allí valoré no sólo la efectividad de la obra de Nazoa, sino mi probable vocación psiquiátrica.
                   
Después de graduarme, siendo médico Interno del Hospital Vargas asistía a las reuniones clínicas del Servicio y la Cátedra de Psiquiatría  que se efectuaban en el área de Consulta Externa, en un desaparecido auditorium que compartía Psiquiatría con Neumonología.  Allí lo ví de cerca por primera vez.  Se sentaba atrás, casi escondido, tomando notas y tratando de pasar desapercibido.  Me preguntaba qué hacía allí, me llamaba la atención que al terminar la actividad se marchara sin haber dicho una palabra; sólo saludaba discretamente al Jefe de Servicio, Dr. Jesús Mata de Gregorio y a otros especialistas.
Ya de cursante del postgrado, me enteré de que Aquiles era no sólo un gran amigo de los psiquiatras del Vargas, sino el Jefe de Redacción de la Revista Nuestra Psiquiatría, una publicación de la especialidad de gran prestigio, dirigida por Jesús Mata de Gregorio, con Manuel Matute, Edmundo Chirinos y Eloy Silvio Pomenta como redactores, y Luis Barrios de Secretario.
A la salida de una de esas reuniones clínicas, pero ya en el nuevo local del Servicio de Psiquiatría, en un auditorium que también desapareció, decidí romper el anonimato y me le presenté, utilizando como pasaporte mi parentesco político con el fallecido escritor Federico León, quien había dedicado su Anecdotario Periodístico a un Aquiles todavía imberbe y novato, pero prometedor.  Ése fue el inicio de nuestra amistad. Pero esa es otra historia.

sábado, 3 de septiembre de 2011

LA AMUSIA DE RAVEL

                                                                                                                    A Luis Morales Bance 


"Tengo la cabeza llena de música, pero no soy capaz de escribirla".  Quien decía esto en 1932 era Maurice Ravel, el famosísimo compositor francés autor de maravillosas obras orquestales como la Rapsodia EspañolaDafne y Cloe,  así como extraordinarias y finísimas piezas para piano como Gaspar de la Noche y  la Pavana para una infanta difunta, quien, sin embargo es conocido por la mayoría de la gente por el célebre Bolero, alarde de instrumentación elaborado manteniendo inmutable la melodía, el ritmo y la armonía.


Casa Natal de Ravel

Nace Ravel el 7 de marzo de 1875 en el N° 12 de la calle de la Nivelle, actualmente calle Maurice Ravel, en la ciudad de Ciboure, sita en el País Vasco francés. Su padre, Joseph Ravel, ingeniero saboyano, fue el inventor de un generador de vapor y de un motor de dos tiempos.  Contratado en España después de la guerra de 1870 para participar en la construcción de las vías férreas, conoce en Aranjuez a María Deluarte. con quien se casa en 1874. De esa unión nacen Maurice y Édouard.
A la edad de tres meses, Maurice abandona Ciboure para residenciarse en Paris, ciudad en la que vivirá el resto de su vida.  No obstante, su cercanía con la madre mantendrá la influencia de España y el País Vasco en la sensibilidad de Maurice.
Joseph, más instruido en la música que la mayoría de los aficionados, supo desarrollar los gustos del hijo mayor y estimular su sensibilidad y su pasión musical.
La madre de Ravel



Decía Ravel en su Esbozo autobiográfico:
A despecho del solfeo, del cual no pude jamás aprender la teoría, comencé a estudiar piano a la edad de seis años.  Mis maestros fueron  Henri Ghys, y después M. Charles René, de quien recibí mis primeras lecciones de armonía, contrapunto y composición.

En 1889 fue admitido en el Conservatorio de Paris, y ya en 1895 escribió sus primeras obras publicadas: el Minuet antiguo y la Habanera para piano, pieza  que consideraba contenía en germen muchos elementos que predominaron en sus composiciones ulteriores.
Escribió también que las mayores influencias en ese período fueron las de Gounod, Saint-Saëns, pero sobre todo Gabriel Fauré.




Entre 1899 y 1905  vive algunos fiascos: estrena su Obertura Shéhérazade en medio de silbidos del público, y sus esfuerzos por obtener el Premio de Roma se ven frustrados hasta el punto de llegar a la expulsión.  Uno de los miembros de la Sección Musical del Instituto declaró: "Monsieur Ravel bien puede considerarnos como pompiers (literalmente "bomberos": ruines, vulgares en materia artística), más no nos tomará impunemente como imbéciles"  . El asunto llegó a convertirse en un escándalo mediático por la polémica que generó en la prensa, con la participación de Romain Rolland, llegando a hablarse de "L' Affaire Ravel".  Una oportuna invitación de su amigo Alfred Edwards a un crucero en Holanda a bordo de su yate "l'Aimée" y la amistad de el matrimonio Edwards curaron a Ravel de su decepción. Además, la casa  de los Edwards era el centro de reunión de quienes constituyeron después grandes encuentros ravelianos: Léon-Paul Fargue, Maurice Delage, Jean Cocteau, Manuel De Falla, Igor Stravinsky, Diaghilev, Nijinsky...

Curiosamente, ese período va a ser bastante fecundo: Juegos de agua y el Cuarteto en Fa mayor en 1902, y en los años siguientes: Mi madre la Oca, los Valses Nobles y Sentimentales y Gaspar de la Noche, tres piezas para piano (Ondina, El Ahorcado y Scarbo) inspiradas en el libro homónimo de Aloysius Bertrand, creador del género poema en prosa, y precursor, por lo tanto, del venezolano José Antonio Ramos Sucre.
El 28 de marzo de 1908 se estrena una de las obras más populares del repertorio raveliano: la Rapsodia Española, que consta de cuatro partes: Preludio a la noche, Malagueña (original en español, con la "ñ"), Habanera y Feria. El filósofo y biógrafo Vladimir Jankélevitch cuenta que en esa premiére la Habanera se llevó un "bis". Esta obra, de orquestación brillante y gran riqueza rítmica y melódica, posee un ímpetu que en manos de un gran director logra extasiar al auditorio.
Según cita de Jankélevitch, en marzo de 1939, Manuel de Falla escribió en la Revue Musicale :

" La Rapsodia me sorprende por su carácter español.  En perfecto acuerdo con mis propias intenciones (y al contrario de Rimsky-Korsakov con su "Capricho") este hispanismo no ha sido obtenido por la simple utilización de documentos populares, sino más bien, (exceptuando la jota de la Feria) por un libre empleo de ritmos y melodías modales y de giros ornamentales de nuestra lírica popular, elementos que no alteran las maneras propias del autor"

La Ópera La Hora Española fue mal recibida por la crítica y el público, al igual que el ballet Dafne y Cloe, una sinfonía coreográfica para gran orquesta y  coro. El ballet fue escrito para una gran orquesta, e incluye partes para un coro mudo (solo vocalizaciones y murmullos). Cuando el empresario y coreógrafo  Diáguilev llevó el ballet a Londres en 1914 omitió el coro, lo que causó el enfado de Ravel, que envió una colérica carta al periódico The Times.  Nuevamente se siente amargado e incomprendido.  No obstante, Dialighev le encarga compartir con Igor Stravinski la re-orquestación (ya Rimski-Korsakov había "pasado por allí") de la ópera inacabada de Mussorsky  Khovantchina.  Este trabajo al alimón le depara dos de las mayores alegrías en su vida musical: gracias a Stravinski conoce las partituras de Pierrot Lunaire, de Schönberg, y la de La Consagración de la Primavera, del propio Stravinski. Maurice se entusiasmó tanto con esta obra que la defendió con pasión la noche del estrepitoso estreno, cuando los que rechazaban la obra la abucheaban y rompían butacas, lanzaban objetos y trataban de impedir que finalizase.  Un amigo escribió: "...Vi a un Ravel colérico, insolente, carmesí, defendiendo la obra que amaba con una estruendosa indignación".

En agosto de 1914, mientras componía su Trío en La menor en Saint-Jean-de-Luz, Francia entra en la Primera Guerra Mundial. Maurice no pensó en otra cosa que en enrolarse, a pesar de la tristeza que implicaba abandonar a su madre.  No obstante, a pesar de sus repetidos intentos, fue rechazado por las autoridades militares de Bayona debido a su corta estatura y su frágil constitución. Obligado a la inacción, compone Tres canciones para coro mixto sin acompañamiento sobre poemas del propio Ravel. La segunda de esas canciones está dedicada a su amigo Roland-Manuel, quien servía en los Dardanelos. El título es elocuente: Mi amigo se fue a la guerra.
En marzo de 1916, por fin, Maurice logra ser enrolado como conductor de camión, siendo enviado a Verdún.  Su dirección, en adelante, será:
"Conducteur Ravel- S. P. 4 par B. C. M.".




Una disentería convertida en peritonitis lo lleva a ser intervenido y hospitalizado. Es trasladado al parque de automóviles de Chalons-sur-Marne. La lectura de El Gran Meaulnes de Alain Fournier lo subyuga y sueña con escribir una obra para cello y orquesta inspirada en esta novela que ejercerá tánta influencia en la generación posterior.  Compone La Tumba de Couperin, seis piezas de piano de estilo neobarroco, de las cuales cuatro están dedicadas a sendos amigos muertos en el frente de batalla. Esta obra, al igual que muchas otras, será orquestada ulteriormente por el propio compositor.

En 1918 ocurre la muerte de Claude Debussy. Contrariamente a lo que se cree, Debussy y Ravel nunca fueron amigos. 
La inevitable comparación que la historia de la música ha hecho de estos dos compositores, ha creado una dupla o mutual similar a la de Bach-Händel  (aunque tampoco en este caso se dio la amistad entre los dos grandes del barroco).  Hay muchísimos aspectos en común entre Debussy y Ravel, que ha llevado a la crítica a hablar de los "impresionistas", lo que no es totalmente cierto. Pero es indudable que al morir el autor de Pelléas et Mélisande, el heredero del primado en la música francesa de entonces no podía ser otro que Maurice Ravel.  De modo que no tiene nada de extraño que el 16 de enero de 1920, M. Ravel Joseph-Maurice haya sido promovido al rango de Caballero de la Legión de Honor.
Ravel telegrafió inmediatamente a Roland-Manuel para solicitarle el desmentido de esta noticia, y se niega obstinadamente a efectuar el pago por sus derechos de Cancillería, lo que causaría su eliminación en el Diario Oficial. El Ministro de Instrucción Pública, Monsieur Léon Bérard, está sumamente apenado.

Algunos textos que hemos revisado escritos por neurólogos y psiquiatras conjeturan si esta obstinada actitud, que Ravel nunca explicó, no sería una de las primeras manifestaciones de la enfermedad que lo atacará a partir de 1933.  Sobre todo tomando en cuenta que en marzo de 1926 aceptó ser condecorado como Caballero de la Orden de Leopoldo, en Bruselas, sin que se haya sabido que tuviera tendencias monárquicas o anti-republicanas.  Además, recibió condecoraciones y homenajes en otras latitudes. En otras publicaciones se ha hablado de una depresión, dado que, al decir de Helene Jourdan-Morhange,  "las distinciones honorarias le parecían tan vacías como los discursos", 
Pero no nos adelantemos y continuemos con nuestra cronología.

Pocos dias antes se había estrenado La Valse, poema sinfónico escrito por encargo de Diaghilev, quien la criticó, en presencia de Francis Poulenc y con el silencio aquiescente de Stravinsky, actitud que le dolió a Maurice al recordar su apasionada defensa de La Consagración de la Primavera. También compone, en memoria de Debussy, la Sonata para violín y cello.
Asimismo, dirigió al año siguiente la centésima representación  en ballet de La Tumba de Couperin.  En 1922 hace la célebre orquestación de Cuadros de una Exposición de Mussorsky, y en 1923 emprende una gira por Amsterdam, Venecia y Londres, donde exhibe sus condiciones de director de orquesta, interpretando La Valse y Mi Madre, la Oca.  Aquí las opiniones divergen:  en algunas fuentes consultadas no queda muy bien parada la habilidad de Ravel como director, mientras en otras, como la biografía de Vladimir Jankélevitch, se dice que "Ravel está muy orgulloso del juicio de los ingleses. quienes lo consideran, sino un gran director, por lo menos uno bueno".
1924 es un año de mucha actividad creadora.  Trabaja simultáneamente en la Sonata para violín y piano, Tzigane ("Gitano") pieza de virtuosismo para violín y piano luteal, en la Melodía Ronsard a su alma y en El niño y los sortilegios, fantasía lírica en dos partes, para solistas, coro y orquesta, sobre un texto de Colette, considerada en algunas biografías como la obra más original de Ravel. Esta obra se estrenó en Montecarlo.  Ravel le pide a la libretista improvisar algunos retoques. Al respecto, dice Colette en su libro sobre Ravel: "Parecía que sólo se sentía preocupado de dos maullidos entre los dos gatos [de la obra], y me preguntó muy seriamente si no tenía inconveniente en sustituir Mouao por Mouain [en castellano supongo que sería ¡Miau! por ¡Mian!] o al revés".



A partir de 1927 la carrera de Ravel toma un curso ascendente. Se puede hablar ya de él como de un artista consagrado. En 1927 había estrenado las Canciones de Madagascar (Chansons Madécasses), para voz, flauta, cello y piano. De esta obra dice Ravel: Creo que las Chansons Madécasses aportan un nuevo elemento dramático, e incluso erótico, que ha introducido el sujeto de las canciones de Parny . Es una especie de cuarteto donde la voz hace el papel de instrumento principal...

Ese año estrena la Sonata para piano y violín, y en 1928 arranca su gira por Norteamérica:  Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Seattle, Vancouver, Minneapolis, Houston, Colorado, Buffalo, otra vez Nueva York y Montréal. Se codea con los grandes de Hollywood, Douglas Fairbanks y Mary Pickford. Con el público se prodiga. Una auténtica celebridad. Nuevamente nos relata Jankélevitch:

"...Al terminar un concierto dirigido por Kussevitsky, Ravel recibe una ovación de diez minutos, pero se niega a aparecer en escena. En todas partes dirige la orquesta o interpreta la Sonatina, o bien acompaña sus melodías.  A Gershwin, quien le pide recibir clases, Ravel le responde: Usted perdería la gran espontaneidad de su melodía para escribir como un mal Ravel"



El estreno del ballet  Bolero tiene lugar el 20 (según otros, el 22) de noviembre  de 1928 en la Ópera Garnier, bajo la dirección de Walthrer Straram, con la participación de la bailarina rusa Ida Rubinstein, quien le había encargado, antes de partir para Nueva York, "un ballet de carácter español".  Maurice se valió de una antigua danza andaluza: el bolero. Gustavo Samazeuilh escribió en la "Revue Musicale" (1938):
"Disfruté el sabroso espectáculo de ver a Ravel en albornoz amarillo y gorro escarlata,  tocando al piano el tema del Bolero antes de tomar nuestro baño matinal, mientras me decía:
 "Madame Rubinstein me pide un ballet. ¿No le parece que éste es un tema muy insistente? Voy a tratar de repetirlo muchas veces sin ningún tipo de desarrollo, graduando cada vez más la orquesta".
La versión orquestal, para concierto fue estrenada el 11 de enero de 1930, esta vez con el propio Ravel en el podio. Ya para entonces Maurice estaba un poco harto del excesivo éxito que había tenido una obra que, después de todo, había sido para él un mero experimento.  Directores famosos como Toscanini y Mengelberg querían lucirse con su versión personal de una obra que para Ravel no merecía tanta difusión. Por eso no es de extrañar que Maurice  contara a su hermano Édouard  que la noche del estreno una dama golpeaba su butaca, mientras gritaba: "¡Al loco! ¡Al loco!"  Luego añadía socarronamente: "¡Ella, ella lo ha entendido!"





La celebridad de Maurice se encuentra en su apogeo. Desde entonces. el Bolero goza de una popularidad imperecedera: ha sido interpretado  y se sigue interpretando frecuentemente  por todas las orquestas sinfónicas del mundo. Se han filmado películas donde la pieza juega un papel central, desde Bolero, (1934) de Wesley Ruggles, con Carole Lombard y George Raft,  Los unos y los otros (1981) de Claude Lelouch, hasta El Bolero de Raquel (1956) de Miguel M.Delgado, con  Cantinflas, sin olvidar D, la mujer perfecta ( 1979 ) de Blake Edwards. La calle donde está la casa natal de Ravel, en Ciboure, es rebautizada Calle Maurice Ravel. Entre 1929 y 1931 compone simultáneamente dos Conciertos para piano: mientras trabajaba en el Concierto en sol, recibió la visita de su amigo , el pianista austríaco Paul Wittgenstein, a quien se le había amputado el brazo derecho a consecuencia de las graves heridas que había sufrido durante la Primera Guerra Mundial.  A petición suya, Ravel compuso el Concierto para la mano izquierda, obra de un solo movimiento de grandes contrastes y fuerte impacto.
En ese período, Ravel luce fatigado, deprimido, taciturno;  presenta insomnio pertinaz y facies de sufrimiento, mientras trabaja para el Concierto para la mano izquierda. Aunque algunas veces sale de noche, como para conjurar su insomnio, de día se nota cada vez más su inquietud y cierta dificultad motora que le impide ejecutar su Concierto en Sol para piano y orquesta, compuesto originalmente para la mano derecha. No obstante, en 1932 emprende una gira por Europa central como director, acompañado de Marguerite Long, quien interpreta su Concierto en sol.
Tiene grandes proyectos: Las Tres canciones de Don Quijote a Dulcinea, sobre textos de Paul Morand, la comedia de magia Morgiana, inspirada en la "Historia de Alí Babá", una obra sinfónica basada en la novela "El Gran Meaulnes", ya mencionada, una gran ópera, Juana de Arco, inspirada en la obra lírica de Joseph Dalteil, las Florecillas de San Francisco de Asís, de la que Manuel de Falla escribió después de la muerte del compositor, que una de sus partes se encontraba ya esbozada: El sermón a los pájaros. De todos estos planes, sólo llevó a cabo el primero.  De modo que las Tres Canciones de Don Quijote a Dulcinea, son sus últimas composiciones.
En el repertorio de Ravel no hay obras de carácter religioso-católico. Las únicas obras de este tipo que Ravel hubiera podido componer, Juana de Arco y Las Florecillas, se quedaron en proyecto.

El 8 de octubre de 1932 ocurre un accidente al que se le ha dado carácter de factor, sino causal, por lo menos desencadenante de su enfermedad ulterior: toma un taxi y el automóvil choca con otro.  Aparentemente Maurice no sufrió ninguna lesión de importancia.  Pero a partir de entonces su salud se desmorona y los síntomas se exacerban. En 1933, mientras se bañaba en Saint-Jean-de-Luz, nota que no puede ejecutar ciertos movimientos.  Se va a reposar a Mont-Pelerin, cerca de Vevey. Los médicos hablan de apraxia, o de disfasia. "La inteligencia  está perfectamente clara".  Presenta dificultad para escribir, incluso aprehender un objeto al alcance de la mano. Su escritura se vuelve torpe, con fallas de sintaxis e incluso de ortografía.  Enviar una carta o simplemente firmar un autógrafo se le convierte en una tortura.  Pero lo más grave que le ocurre es que se le imposibilita escribir una sola nota musical. Paradójicamente, puede apreciar y recordar cualquier melodía u obra musical e incluso tocarlas de memoria en el piano (aunque aquí discrepan algunas referencias consultadas). Asimismo, el proceso creativo no se ha visto mermado: a Maurice se le ocurren nuevos temas, melodías y composiciones.  Pero no puede llevarlas al pentagrama. Es entonces cuando dice la frase con que encabezamos la primera parte de este artículo:
"Tengo la cabeza llena de música, pero no soy capaz de escribirla".
Uno de sus biógrafos, Pierre Petit, escribe: "Y entonces, cuando su cabeza iluminaba todavía, y tal vez mucho más que nunca, cuando toda ella era música, Ravel estaba en una total incapacidad de escribir una sola nota de lo que seguramente gozaba escuchándose a sí mismo"
Nos cuenta Jankélevitch que el 15 de febrero de 1935 parte, con su entrañable amigo León Leyritz y gracias a Madame Rubinstein, para España y Marruecos. Se embarcan en Algeciras después de pasar la noche en Madrid.  Tres semanas en el hotel dela Mamounia. Durante horas y horas Ravel contempla la plaza Djemna-el-Fna. El Glaoui, Pachá de Marrakech, da una fiesta en su honor, y de da a conocer melodías marroquíes del siglo XVI. Excursiones a Telouet, al Jardin de Oudayas, cerca de Fez.  Regreso por Sevilla a Córdoba, Vitoria y Pamplona.

La tumba de Ravel

1936-37: En Saint-Jean-de-Luz  o en Montfort, en Levallois, cerca de su hermano, o bien Paris, en casa de su amigo Maurice Delage, Ravel lleva una vida silenciosa, discreta, rodeado de sus amigos y cuidado por la digente Madame Révelot. Sin embargo, la enfermedad seguía progresando. Sus médicos toman la decisión de una intervención neuroquirúrgica.  El 19 de diciembre de 1937 es intervenido en la Clínica de la calle Boileau, por el renombrado cirujano Clovis Vincent. En la madrugada de del 28 muere Maurice Ravel. Sus restos reposan en el cementerio de Levallois, en el panteón familiar.
¿Cuál fue el padecimiento de Ravel? ¿De qué sufrió y de qué murió? ¿Cuál fue la enfermedad que acabó con este luminoso y portentoso compositor?  Lamentablemente no se conserva el informe operatorio de su intervención.  Esta ausencia de información, junto al hecho de que a Ravel no se le hubiera efectuado autopsia, ha favorecido la aparición de una multitud de hipótesis acerca de la enfermedad que llevó a Ravel a la incapacidad y luego a la tumba.  Se mencionan los siguientes diagnósticos:  enfermedad (atrofia) de Pick, depresión, enfermedad maníaco-depresiva ligera (trastorno bipolar),tumor cerebral en el hemisferio izquierdo, traumatismo cráneo-encefálico y hasta enfermedad de Alzheimer. El abstract más reciente que he conseguido, de 2010, reedita la importancia del traumatismo craneo-encefálico debido al accidente automovilístico de 1932, así como el efecto letal de la craneotomía efectuada por el Dr.  Vincent. Por supuesto, ésta y todas las demás apreciaciones son retrospectivas y especulativas por la ausencia de la autopsia y de un informe neuroquirúrgico.
Pero sin adentrarnos en el aspecto etiológico (el de las causas), situándonos únicamente en el nivel clínico, un artículo de 2002 nos parece de interés, pues toma en consideración los síntomas que le produjeron a Ravel mayor sufrimiento.  Me voy a permitir traducir el resumen literalmente:

"Se piensa a menudo que el lenguaje y la música son las dos caras de la misma moneda intelectual, pero la investigación en pacientes con daño cerebral muestra que la pérdida de las funciones verbales (afasia) no se acompaña necesariamente de una pérdida de las habilidades musicales (amusia). Se ha descrito asimismo la amusia sin afasia. Esta doble disociación indica la autonomía funcional de esos dos procesos mentales. Sin embargo, es frecuente la aparición conjunta del impedimento verbal y el musical. Un ejemplo de de lo antedicho lo constituye el caso del compositor francés Maurice Ravel, quien sufrió de una  enfermedad cerebral progresiva de etiología incierta, con un compromiso prominente del hemisferio izquierdo.  Los hechos disponibles favorecen un diagnóstico clínico de afasia progresiva primaria (APP), con la posibilidad de un solapamiento con  una degeneración córticobasal (DCB).  En vista de la historia clínica de Ravel, proponemos  que dos de sus obras finales, el Bolero y el Concierto para la mano izquierda incluyen ciertos patrones característicos de [dis]capacidades del hemisferio derecho y pueden mostrar la influencia de la enfermedad en el proceso creativo."    

Amaducci, L.; Grassi, E.; Boller, Francois. Maurice Ravel and right-hemisphere musical creativity: Influence of disease on his last musical works?
European Journal of Neurology, v.9(1) (2002, Jan) pp.75-82  (Ver enlace)

Descartando la conclusión o propuesta, que no comparto, este trabajo relativamente reciente viene a poner de nuevo sobre el tapete el tema de la amusia. Vamos a detenernos en este punto, que fue el que motivó el presente artículo. Repasando el concepto, podemos definir la Amusia como:

-Deterioro o pérdida de la capacidad musical derivada de una enfermedad cerebral adquirida. 
Otra definición de amusia es la de
-Defecto neurológico adquirido que implica una alteración en la percepción auditiva, lectura, escritura o ejecución musical y que no es debida a alteraciones sensitivas o motoras.

Obsérvese que en ambas definiciones se insiste en el carácter adquirido de la enfermedad, pues el término no es aplicable a personas con poca o ninguna capacidad musical ni a sordos (en el sentido de acusia).  Asimismo, se suele excluir a las personas que sufren de demencia o de una enfermedad psiquiátrica.


Para poder hablar adecuadamente de la enfermedad de Ravel, es necesario detenerse aquí y distinguir los diferentes tipos de amusia.  Siguiendo la clasificación usada por David Ezpeleta, podemos diferenciar:
  1. Amusia vocal o expresiva-oral. Es la incapacidad de cantar, silbar o tararear una melodía sin que haya dificultad mecánica o anatómica del sistema fonador.
  2. Apraxia instrumental. Pérdida adquirida de la capacidad para tocar un instrumento sin déficit motor.
  3. Agrafia musical. Se la relaciona con la agrafia verbal.  Es la incapacidad, desde la aparición de la enfermedad,  para escribir notas en un pentagrama, bien sea de la propia creación, copiadas o recordadas.
  4. Amnesia musical. Dificultad para identificar melodías conocidas por el paciente, sin que haya problemas para reproducir una melodía recién escuchada.
  5. Alexia musical. El enfermo, desde la aparición de la enfermedad, no puede leer notación musical.
  6. Trastornos del sentido del ritmo.  Dificultad adquirida para discriminar  o reproducir patrones rítmicos.
  7. Amusia receptiva. Dificultad para discriminar las características básicas de una nota o de una serie de notas, llegando a la incapacidad para diferenciar notas de diferente tonalidad (sic).
¿Dónde podemos ubicar los síntomas de Ravel?  Si la información de Alberto Bartolomé, quien afirma que Ravel "Podía interpretar de memoria sus propias composiciones, pero era incapaz de nombrar y escribir notas musicales", es cierta, se trataba del tercer grupo grupo (agrafia musical), con el componente afásico, pues tampoco podía nombrar las notas.  Si por el contrario, como escribe María Sagrario Barquero, Ravel "no era capaz de cantar o tocar el piano, tanto por imitación como espontáneamente", el padecimiento era mucho más extenso y abarcaría los tres primeros grupos (amusia vocal o expresiva-oral, apraxia instrumental y agrafia/alexia musical).  Si consideramos que los síntomas empeoraban cada vez más, también se puede pensar en una evolución desde la agrafia/afasia hasta las formas más graves mencionadas.
Hay una pregunta que surge siempre que se habla de amusia:  ¿Es una enfermedad que le da sólamente a los músicos?  Si consideramos la música como un lenguaje, y éste está sometido a un proceso de aprendizaje y escolarización, en el caso de las amusias con agrafia/afasia sólo la padecerán quienes pueden leer y escribir música.  Dicho más claramente: sólo quien haya estudiado música se dará cuenta de que padece amusia.
Con las técnicas de Resonancia Magnética Nuclear  (RMN) y  Tomografía de Emisión de Positrones (PET), al someter a un sujeto a la audición de cualquier música, se puede visualizar la mayor actividad del hemisferio derecho en los músicos de oído, mientras que los músicos profesionales, o aficionados con formación musical escolar utilizan ambos hemisferios.  Extrapolando esta información al caso de Ravel, puede conjeturarse que en caso de agrafia, el hemisferio más perjudicado sería el izquierdo, mientras que si se trataba de un daño de los componentes expresivos y afectivos, ambos hemisferios deberían haber estado afectados.


Pero todo esto pertenece al campo de las especulaciones.  Sólo sabemos lo que sus biógrafos nos dejaron, especialmente un relato de alguien que lo acompañó en su viaje a Sevilla, poco antes de su operación y muerte: Maurice pasaba horas de horas, noches enteras escuchando el cante jondo auténtico. Vuelta a sus raíces maternas españolas. Entonaba, mal que bien, algunas melodías, pero sobre todo escuchaba y escuchaba, música y más música, encerrándose cada vez más en sí mismo y viviendo casi como un fantasma.  Regresa a Paris y se lo ve en los conciertos, yendo de un teatro a otro, aún  cortés pero silencioso, la mirada perdida como cuando se ensueña, escondiendo bajo una sonrisa amable, la catástrofe de un mal inexorable.

Descansa en paz, Maurice.  Aquí me dejas con Martha Argerich ejecutando tu Gaspard de la Nuit, a Pascal Roget iluminándome con tu Alborada del Gracioso, o al viejo Ernest Ansermet, ya contigo también, que gracias a la fantasmagoría digital, me permite sentir las sombras evanescentes de bailarines de un tiempo perdido, y que se reflejan en espejos cóncavos, mientras la orquesta de la Suisse Romande ejecuta La Valse.


Ravel con su padre y con su hermano Édouard





                                              BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Jankélevitch, Vladimir.  Ravel. Solfeges /Seuil. 1977. Tardy Quercy. Auvergne a Bourges.
Se trata de el trabajo de un filósofo francés, crítico finísimo y con gran sentido del humor. Soy deudor de este autor y su libro, del cual traduje muchos párrafos, algunos libremente y otros de forma literal.  Algunas veces, para no entorpecer la lectura, no lo entrecomillé ni cité expresamente.

Ezpeleta., David.  Las amusias.  En: http://www.infodoctor.org/neuro/Art12.htm

Barquero Jiménez, María S: Agnosias tactiles, agnosias auditivas y amusias. En:
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/rehabilitacion-logo/9agnosias_tactiles.pdf

Cáceres Velásquez, Artidoro.Neuropsicología de la creatividad musical. Rev. Per. Neur. Vol 3 N° 1-3. 1997. En: http://sisbib.unmsm.edu.pe/bvrevistas/neurologia/v03_n1-3/neuropsicologia.htm


Bartolomé, Alberto. La amusia: el estigma de los últimos años de Ravel. Separata. s/f.  Reproducido por Luisa Dolores Camacho  en: http://wwwotrascosas.blogspot.com/2008/11/muy-interesante.html.

Maurice Ravel frontspice. Bibliography of literature about Ravel's health. En: http://www.maurice-ravel.net/bibliogmed.htm

Gentilucci, Armando.  Guía para escuchar la música contemporánea.  MonteÁvila Editores C.A. Caracas 1977.

Enciclopedia virtual Wikipedia.  Entradas en "Maurice Ravel": http://es.wikipedia.org/wiki/Maurice_Ravel y en "Bolero (Ravel): http://es.wikipedia.org/wiki/Bolero_(Ravel)#Estreno_y_primeras_interpretaciones