Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







domingo, 30 de septiembre de 2012

Tiempo de votar

Veo que ya es 30 de septiembre y no he sacado el post o entrada del mes.
Cuando comencé el blog las primeras entradas eran semanales o, a lo sumo, cada 10 días: era la "fiebre" de escribir, la catarsis.  Me dijeron, o mejor dicho, mandaron a decirme :
- "Dile que no vaya tan rápido, que no da tiempo de leer sus artículos."

Empecé a publicarlos mensualmente.  Como en el cuento del cura, el monaguillo y el burro, no faltó quien me dijo:
- "¿Y es que ahora no quieres escribir?"
Otros, los más, han sido generosos y asiduos de la "colcha". Y algunos comentarios, muy bienvenidos y estimulantes,  me han asustado un poco:
-"Tienes un compromiso con tus lectores"...

Pero este mes no sé que me sucede. Tengo en el "refrigerador" los borradores de más de 6 posibles entradas, hasta con sus títulos:
  1. "Bar 31!":  o la visita de Stravinsky cuando mandó parar la orquesta en pleno concierto.
  2. "Un milagro personal de la Madre Teresa de Calcuta".
  3. "Las vidas paralelas de André Malraux y Lawrence de Arabia".
  4.  "¿Doblaje o subtítulos?: el caso de Joan Greenwood".
  5. "Hitchcock el católico".
  6. "2001 Odisea del espacio: La Película".
  7. "Alexis Berrocal y los comienzos del movimiento musical juvenil venezolano".
  8. "Beethoven y Napoleón: una relación mitificada".
  9. "Directores" (de orquesta).
Eso sin contar la selección que estoy haciendo de mis 100 películas preferidas ( "Yo también tengo mi lista"), una posible guía para poder leer el "Ulises" de Joyce y no morir en el intento, un relato sobre la visita que hiciera Pedro Infante a mi casa, otro de los 23 días de enero de 1958 que conmovieron a un chamo que vivía (y contado por un viejo que vive) a dos cuadras y media de Miraflores.  Otra, del mismo narrador sobre sus molestos vecinos (los inquilinos de Miraflores de Gallegos a Chávez).  y otros temas que sobrevuelan mi imaginación y se desvanecen "ingrávidos y gentiles como pompas de jabón".
Pero nada.  No hay manera de sacarlos del congelador. 
En otras ocasiones, me ha pasado que al acercarse el fin de mes, se me impone un relato con absoluta autonomía, casi como un dictado;  ese fue el caso de "La rebelión de los náufragos" y de "Las reglas del juego", sobre el asunto Leopoldo López-Capriles Radonsky, o los muy personales "Juan Pablo II sin artificios" y  "Mensajes en clave".
Pero ya va a terminar septiembre y no logro escribir la crónica del mes.  Y lo que creo que me ocurre es que pienso que no hay tema que pueda interesar más a mí mismo o a mis amigos y lectores, que lo que nos espera la próxima semana. 
¿Una excusa para no escribir?  No lo creo.  Le doy vueltas a éstos y otros temas y no logro sacar de mi cacumen el asunto electoral.  Se me impone.   Esta mañana, cuando salía para misa (hoy es domingo), unas amigas feligresas, con las gorras tricolor, las pancartas y las banderas del candidato de la Unidad Democrática, me preguntaron:

- "¿No va para la concentración?"
- "Voy ahorita para la misa" , me excusé.
- "Muy bien.  Primeramente Dios y luego la Patria"
- "Así es", respondí.

Nunca, desde los años de los comienzos de la democracia, he sido amigo de marchas, concentraciones y mitines.  Si se trataba de participar en una mesa electoral, con mucho gusto.  Dar mi opinión, firmar un manifiesto.  En esta etapa participé en unas reuniones en el diario El Nacional donde se trató de la elaboración de un documento, que supuestamente serviría a la MUD sobre el programa de gobierno para el sector salud.  Presenté una propuesta sobre salud mental que elaboré conjuntamente con  la Dra. Zoraida Ávila.  Este tipo de participación me entusiasma.  Pero no me pidan que vaya a marchas.

De modo que salgo a la iglesia de Las Mercedes, al lado del Ministerio de Educación.  Caracas solitaria.  No se ve ni un alma en los comienzos de la Avenida Panteón. ¿Será que todo el mundo como que se fue para la concentración de Capriles?

Al regreso, después de desayunar y leer la prensa, me quedo en casa todo el día, entre otras cosas, tratando de ver si escribo mi post para el blog.  Pero nada. Las musas se inscribieron en el CNE y como que se fueron también a la marcha.
En la tarde me quedo viendo por televisión la inmensa concentración de Capriles, la multitudinaria manifestación de Capriles, la millonaria concentración de Capriles, la entusiasta concentración de Capriles.
Hombre concreto, de palabras precisas, con propuestas y ofertas puntuales que contrastan con lo que tenemos y de lo que carecemos. ¿Ganará? 
Hablo con mi amigo Carlos Rojas Malpica, quien me llama desde Valencia.  Le digo que, con un optimismo realista, o realismo optimista, si no hacen trampa, Capriles gana.
Recuerdo el comienzo del capítulo 3 del Eclesiastés:

Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo desde el cielo:
Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir;
su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado.
Su tiempo el matar, y su tiempo el sanar;
su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar.
Su tiempo el llorar, y su tiempo el reir;
su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar.
Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas;
su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse.
Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder;
su tiempo el guardar, y su tiempo el gastar.
Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser;
su tiempo el hablar y su tiempo el callar.
Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar;
Su tiempo la guerra, y su tiempo la paz.

Me tranquilizo y me digo que no es tiempo de escribir posts para el blog.

Es tiempo de votar.