Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







miércoles, 1 de febrero de 2017

POR AQUÍ PASÓ ZAMORA...

En agosto de 1990 me encontraba de vacaciones y no había salido de Caracas. Me llamó a la casa una residente de entonces, la Dra. Petra Robles, y me preguntó si yo conocía al escritor y médico José León Tapia. Sólo lo había oído nombrar y había visto una noticia donde el presidente Carlos Andrés Pérez inauguraba la publicación de sus obras completas por la Editorial Centauro, de José Agustín Catalá. Me explicó Petra que había la propuesta de parte de la Comisión Técnica del Hospital Psiquiátrico de Caracas (o del Comité Organizador, no recuerdo) de invitarlo para que dictara una conferencia con motivo del aniversario del Hospital, pero él vivía en Barinas, su ciudad natal, de cuyo hospital era el jefe de Servicio de Cirugía. A través de la Hermana Maricarmen González, gran amiga y religiosa de La Presentación, congregación que cuenta con un colegio en Barinas,  pudimos localizar al escritor y hacerle la invitación. Durante todo el mes de agosto y parte de septiembre me leí la mayoría de las novelas de Tapia y me pude enterar de la vida y muerte de Ezequiel Zamora, quien realmente me había interesado muy poco hasta entonces y a quien Tapia  le había dedicado el relato Por aquí pasó Zamora. Menos aún conocía a Pedro Pérez Delgado, de quien el novelista barinés había escrito Maisanta, el último hombre a caballo


El doctor Tapia llegó a Caracas y el 17 de septiembre de ese año lo fui a buscar a la casa de su hija en mi aún nuevo Malibú azul, junto con la Dra. Robles.
En el camino, en el comienzo de la Avenida Sucre viniendo de la Bolívar, Tapia dirigió una mirada hacia el Cuartel de La Planicie y desde el asiento trasero nos dictó una conferencia magistral sobre ese baluarte inaugurado en 1910 por Cipriano Castro como Academia Militar, para ser sucesivamente Ministerio de la Defensa y Museo Histórico Militar.
Sin sospechar segundas intenciones me llamó la atención que Tapia le pusiera tanto empeño a la descripción de la edificación en la que tampoco me había fijado mucho, pero lo entendí cuando recordé que su novelística tenía que ver con las gestas históricas, especialmente militares.
Llegados al hospital nos dirigimos al Auditorium Aurora Doubain, donde se dio comienzo al acto.
Después de unas palabras del doctor Manuel Matute, me tocó hacer la presentación del escritor, en la que prevaleció lo afectivo en relación a mis ancestros llaneros, de modo que hice una evocación de los escritores  llaneros, mencionando al calaboceño Lazo Martí, y al barinés Arvelo Torreaba, como también una remota mañana en la calle Bolívar de San Juan de Los Morros, cuando conocí frente a la casa de mi abuelo Cristóbal Padilla a Herminia, hermana del general Emilio Arévalo Cedeño, el legendario guerrillero que mató a Funes y perdió todas sus luchas contra Gómez.
Finalmente Tapia dictó su conferencia sobre Los Vencidos, novela que acababa de escribir y que no había sido publicada, la cual, con su faulkneriano título, trataba de llanura, hazañas y héroes.
La conferencia fue un éxito y fui felicitado por mi presentación y por haber logrado traer a José León Tapia desde Barinas. No logro recordar (que Petra me asesore) si lo llevamos de nuevo a su casa o se quedó almorzando con las autoridades del hospital.


El resto de la historia es conocido: en 1992 Chávez se rindió en ese Museo Histórico Militar, Carlos Andrés Pérez fue defenestrado, siguió el gobierno provisional de Velásquez y el período de Caldera hasta que Chávez y sus felones camaradas inauguraron esta dolorosa etapa de nuestro país. Ahora, después de muerto, el cuartel se convirtió en el mausoleo de una hazaña, cuando lo fue de una derrota militar y una ignominia política.
Chávez convocó la Constituyente y José León Tapia fue uno de los miembros de la Asamblea que redactó la nueva Carta Magna. Inicialmente dentro del chavismo, se alejó y tomó distancia del oficialismo.
¿Fue mera coincidencia la improvisada clase de José León Tapia en mi vehículo sobre el Museo de La Planicie?
¿Lo fue la presencia de tantos ex-guerrilleros y dirigentes de izquierda en la conferencia del hospital, muchos de los cuales son ahora gente del oficialismo y otros están hoy arrepentidos?
¿Qué había en la atmósfera que nos empujaba a tantos a valorar lo épico, lo heroico, lo militar, y a despreciar y estigmatizar lo racional, lo ciudadano, lo democrático, la política?
Vale la pena reflexionar sobre el concepto de Zeitgeist o Espíritu de los tiempos.