Christopher
Emmanuel Balestrero, un padre de familia de ascendencia italiana (Henry
Fonda) es el contrabajista de una orquesta de baile. Cuando acude a
su compañía aseguradora a fin de solicitar un préstamo a cuenta de la póliza de
su esposa Rose (Vera Miles) para que ella pueda operarse las cordales, la
empleada que lo atiende en la taquilla está segura de que se trata del mismo
sujeto que efectuó un atraco a mano armada en esa oficina algún tiempo
atrás, lo que es corroborado por el resto de las asustadas empleadas, quienes
llaman al jefe y éste avisa a la policía. Una noche que Balestrero
(llamado “Manny” por sus familiares) regresa a su casa, es detenido
y llevado a diversos lugares donde se efectuaron lo atracos y todos coinciden
en que él es el asaltante. No obstante, es inocente. Sometido a todo el proceso
de interrogatorio es finalmente acusado, encarcelado y transportado
con todo tipo de delincuentes. Conseguida la libertad bajo fianza gracias al
cuñado lo llevan a juicio mientras él no hace otra cosa que declarar su
inocencia y rezar. Logran contratar los servicios de un excelente
abogado, pero los testigos de la defensa más importante han muerto. Rose se
torna pesimista, se culpa de todo lo ocurrido y comienza a presentar síntomas
inequívocos de un trastorno depresivo mayor. Para colmo, por la
imprudencia de un miembro del jurado el juicio se anula y todo comenzar de nuevo.
Balestrero reza con fervor ante una imagen del Corazón de Jesús. En ese preciso
instante un hombre sumamente parecido a Balestrero y ataviado igual que él está
atracando una tienda.
Inmovilizado por las mismas
víctimas, es llevado a la comisaría, donde las mismas personas que habían
acusado a Balestrero ahora reconocen en este sujeto al atracador. Balestrero es
liberado, pero Rose tiene que permanecer hospitalizada. En la coda, se
explica que dos años después Rose egresó totalmente curada y en la actualidad
vivían felices en Florida junto con sus dos hijos. Todo lo anterior parecía una
pesadilla, pero había sido una realidad…
A
diferencia de las apariciones o “cameos” habituales, Hitchcock aparece
abiertamente presentando el film, donde explica que ésta es una película
diferente a todas las suyas, pues se han respetados todos los detalles de una
historia real. Ciertamente se han dramatizado algunos diálogos y la coda
final, así como la escena en que Manny está rezando frente al Corazón de Jesús
y la cámara superpone el rostro de Henry Fonda y el del verdadero atracador.
A
Truffaut le gusta mucho este film, pero poniéndose en los zapatos de un abogado
del diablo le pregunta a Hitchcock si no oscila entre el documental y la
ficción, en qué medida la película es auténtica, o más bien se vio obligado por
razones narrativas a alejarse de la verdad.
Vale
la pena detenerse en las respuestas de Hitchcock a estas preguntas.
Con
la intención de lograr una autenticidad absoluta, todo se reconstruyó
minuciosamente con la colaboración de los héroes del drama, rodando a
veces con actores desconocidos e incluso, para los papeles episódicos con
quienes vivieron el drama en los mismos lugares de la acción. En la cárcel
observaron cómo los procesados recogen la ropa de cama y sus prendas de vestir.
Luego llevaron a Henry Fonda a una celda real y lo hicieron repetir lo
observado. Asimismo, los médicos de la clínica psiquiátrica representaron sus
propios papeles. El modo en que el verdadero culpable es arrestado iba a
ser filmado de otro modo más “verosímil”, pero la realidad supera a la ficción
y Hitchcock lo rodó idéntico a lo que ocurrió en la vida real: el hombre
entra a una tienda de “delikatessen” y pide a la vendedora medio kilo de jamón.
Mientras ella va al mostrador, la encañona con su revólver escondido en el
pantalón y le pide que le entregue todo el dinero de la caja. Pero la mujer,
impertérrita, le pregunta mientras esgrime el cuchillo para cortar el jamón:“¿Cuál
dinero?”, al tiempo que golpea dos veces el suelo con el pie. El hombre se pone
nervioso y le dice “Tranquila, señora, tranquila”. El marido sale de la
cava de la tienda y agarrando al atracador por los hombros lo arrincona contra
uno de los escaparates mientras la mujer llama a la policía. El hombre empieza
a suplicar: “Déjenme irme, por favor…en mi casa mi mujer y mis hijos me
esperan…nunca he lastimado a nadie”
Ahora
bien, la película no está contada objetivamente, como un documental. Al
contrario, la puesta en escena es subjetiva; está construida desde el punto de
vista del individuo que es encarcelado. Cuando detienen a Balestrero, se le ve
colocado entre dos inspectores. Un primer plano de su rostro, mira a la
izquierda y se ve, desde su punto de vista, el perfil de uno de sus guardianes.
Mira a la derecha y ve al otro policía encendiendo un cigarrillo. Mira hacia
delante y ve, por el espejo retrovisor, los ojos del chofer que lo observa. El
carro arranca y logra echar una mirada a su casa, donde no pudo entrar.
En la esquina ve el café donde siempre iba y están jugando unas niñas. Es
decir: la vida continúa como si no estuviera pasando nada, pero él está en el
auto, preso. Quiere comunicarse con su familia y no lo dejan (paralelamente
vemos a la esposa angustiada que no sabe qué ha pasado, que no logra
averiguarlo). Le colocan una esposa atada a otro de los prisioneros. Su mirada
se dirige a sus zapatos, no mira el rostro de sus carceleros. No se ven las
caras de los policías sino sus pies, sus piernas, el suelo, la parte baja de
las puertas. No se ve nada más porque Balestrero mantiene la cabeza gacha. Siente
vergüenza.
El
contenido religioso de la película, explícitamente católico, es tan evidente,
que en una hojita que daban en la misa muy parecida a la hoja
“Domingo”, pero que siempre traía una sección de crítica cinematográfica, se
ensalzaba justamente El hombre equivocado por su mensaje de testimonio
de fe, entereza y paciencia en el sufrimiento.
Por
eso me llama la atención algo que ya señalé cuando hice el comentario de Yo
confieso en el artículo anterior: Hitchcock tiene lo que los padres salesianos llamaban "respeto humano", le da vergüenza
este aspecto religioso del film, por lo demás tan bien logrado. le dice a Truffaut que esa película no se debió haber filmado, que "no es un
buen Hitchcock", si bien, al final de la entrevista concede:
Yo
sentía profundamente el comienzo del film debido a mi miedo personal de la
policía, y
también
me gustaba el momento en que el verdadero culpable es descubierto mientras
Fonda está rezando, sí, me gustaba esta coincidencia irónica y, finalmente, el
momento en que los dos hombres se cruzan al final en el pasillo de la comisaría
Compadre: Como se llama la película?
ResponderEliminarTal cual, en Venezuela se llamó "El hombre equivocado". En España creo que "Falso culpable"
EliminarNo he visto esa película de Hitchcoch, la buscare Es indudable su trasfonfo religioso que de algun modo irrita a su creador. Es interesante la aparición del cuadro depresivo en la esposa del inocente
ResponderEliminaresta película. la descargue hace poco, la ví. sigue ahí en la memoria largo rato. sí es atípica en este autor. y sé que hay miles de cosas que no puedo abarcar, me falta contexto.
ResponderEliminarcon hitchcock siempre pienso que debo verlas todas para tratar de entender los miedos de la generación de mi padres. y está es la que más me ha reforzado esa idea.