Una amiga mía que lee casi
todas mis entradas del blog, y a quien llamaré Casandra por comodidad, me
criticaba esta secuela de nuevos capítulos sobre las películas de Alfred
Hitchcock:
- “¡Ya está bueno!”, me decía. “Debes volver a tus crónicas y dejar ya de
estar escribiendo sobre películas”– “A
todo el mundo no le gusta la crónica cinematográfica y más si se trata del
mismo director durante tanto tiempo”, puntualizaba.
Puede que tenga razón. Pero La
Pasión de Hitchcock según Truffaut se ha convertido en La Obsesión de concluir la Pasión.
Cuando encontré en la librería del Fondo de Cultura Económica de Bogotá el
ejemplar de la Edición Definitiva de El cine según Hitchcock de
Truffaut (Alianza Editorial) sabía que me esperaba una larga y ardua labor.
Alfred Hitchcock hizo 53 films en 48 años, y la tarea de comentarlos todos sólo
se le había ocurrido a un joven crítico y cineasta francés, François Truffaut, quien
debió publicar una nueva Edición Definitiva después de la muerte del director
británico, de modo de poder incorporar los títulos que no se habían filmado
para su primera edición.
Una vez que me encerré a releerlo
(ya lo había hecho en la versión en inglés) me propuse hacer un
comentario de cada película reseñada en el libro, con el requisito autoimpuesto
de limitarme a las que hubiera visto. Quedaron fuera muchas películas y debí
publicar como apostilla las que conseguí después. Recientemente he conseguido
en Internet (pues no los encontré como DVD) otros títulos, a menudo sin
subtítulos en español, de los que doy razón hoy.
De modo que, a pesar de Casandra
y de los temas pendientes, aquí te presento, apreciado lector, otras cinco
películas del gran director inglés: The
Lodger (1927) Downhill (1927)
Easy Virtue (1928) Waltzes from Vienna y Saboteur (1942).
The Lodger fue
el primer auténtico «Hitchcock picture». Vi una obra de teatro titulada « ¿Quién es?», basada en la novela de Mrs. Belloc Lowndes, The Lodger. La acción transcurría en una casa de
habitaciones amuebladas y la propietaria
de la casa se preguntaba si el nuevo inquilino era un asesino conocido por el nombre del Avenger, o no. Una especie de Jack el
Destripador. Lo traté de manera
muy simple, siempre desde el punto de vista de la mujer, la propietaria. Después han hecho dos o tres «remakes» demasiado laboriosos. (Alfred Hitchcock).
La traducción literal del título sería El inquilino: una
historia de la niebla de Londres, pero en España e Hispanoamérica la película fue
rebautizada como El
enemigo de las rubias.
La historia está contada desde el punto de vista de la propietaria de la casa,
quien se preguntaba si el nuevo inquilino era el asesino. La respuesta a esta pregunta
es urgente en vista de que su extraña
conducta despierta sospechas en ella y en un policía que también vive en esa
casa y está enamorado de Daisy, su hija, quien le está haciendo muchos ojitos al
nuevo inquilino.
Como dice Truffaut, The Lodger es la primera película importante de Hitchcock, y éste afirma que es el primer auténtico “Hitchcock picture”: es el primer film en que mostró todos los conocimientos y destrezas que había aprendido en Alemania, el primer film donde pudo acercarse al asunto de manera instintiva y desplegar su creatividad mostrando un estilo propio. A partir de un relato muy sencillo estuvo permanentemente animado a presentar sus ideas de un modo puramente visual. Dejemos que sea el propio maestro quien describa el comienzo del film, una especie de prólogo, tal como se lo contó de memoria a Truffaut:
Como dice Truffaut, The Lodger es la primera película importante de Hitchcock, y éste afirma que es el primer auténtico “Hitchcock picture”: es el primer film en que mostró todos los conocimientos y destrezas que había aprendido en Alemania, el primer film donde pudo acercarse al asunto de manera instintiva y desplegar su creatividad mostrando un estilo propio. A partir de un relato muy sencillo estuvo permanentemente animado a presentar sus ideas de un modo puramente visual. Dejemos que sea el propio maestro quien describa el comienzo del film, una especie de prólogo, tal como se lo contó de memoria a Truffaut:
-
“Rodé quince minutos de un atardecer de invierno en Londres. Son las cinco y
veinte y el primer plano del film es la cabeza de una chica rubia que grita. La
fotografié así. Tomé una placa de cristal. Coloqué la cabeza de la chica sobre
el cristal, esparcí sus cabellos hasta que llenaran todo el cuadro y luego lo
iluminé por debajo de manera que impresionara por el dorado del pelo. Después se
corta y se pasa al anuncio luminoso [intermitente] de una
revista musical: ESTA NOCHE BUCLES DE ORO. Este anuncio se refleja en el agua. La chica ha muerto ahogada; la han
sacado del agua, la han dejado en el suelo... Consternación de la gente: se
adivina que se trata de un asesinato... Llega la policía, luego los
periodistas... Seguimos a uno de los periodistas hasta el teléfono; no se trata
de un periodista perteneciente a un diario concreto, sino de un reportero de
agencia; llama, pues, a su agencia. Ahora voy a mostrar la difusión de esta
noticia. Se escribe en la máquina de la agencia, lo que permite leer algunas
frases... después, es retransmitida y llega a los teletipos... En los clubs la
gente toma conocimiento de ella, luego se da por la radio y la oyen quienes
escuchan la emisión... Finalmente, pasa al noticiario luminoso de la calle,
como en Time Square,
y cada vez doy una información suplementaria y el espectador conoce más
detalles... Este hombre sólo asesina mujeres... Invariablemente rubias... Mata
siempre en martes... Cuantas veces lo ha hecho... Especulación sobre sus
móviles... Se pasea vestido con una capa negra... Lleva una maleta negra...
¿Qué puede haber en esta maleta? Esta información se difunde por todos los
medios de comunicación posibles y finalmente se imprime el periódico de la
noche y se vende en las calles. Ahora describo el efecto de esta lectura en los
diferentes lectores. ¿Qué sucede en la ciudad? Las rubias están aterradas...
Las morenas bromean... Reacción de las mujeres en las peluquerías... La gente
vuelve a casa... Algunas rubias roban bucles negros y se los colocan debajo del
sombrero…Ahora seguimos a una chica hasta su domicilio, donde encuentra a su
familia y su amigo, detective de Scotland Yard, y bromean un poco: « ¿Por qué
no detienes al Vengador?» Siguen bromeando, azuzan al detective, y mientras
hablan la atmósfera cambia porque las luces se apagan poco a poco; de pronto,
la madre dice al padre: «El gas baja, pon un chelín en el contador, por favor».
Oscuridad. Llaman a la puerta. La madre va a abrir. Se corta rápidamente para
mostrar el chelín que cae en la ranura del contador, y se vuelve a la madre que
abre la puerta al mismo tiempo que se enciende la luz; está frente a ella un
hombre con una capa negra, que señala con el dedo el rótulo «se alquila
habitación». El padre se cae de la silla con un enorme ruido. El futuro
inquilino se pone nervioso a causa de este ruido y mira con recelo hacia la
escalera”.
Nótese que el inquilino, que es
el actor principal, no aparece sino al final de este relato, cuando ya han
transcurrido quince minutos de película. Es entonces cuando comienza
propiamente la trama del film, que se desarrolla en la pensión o casa de
huéspedes.
La trama de The Lodger
constituye lo que Hitchcock llama un “Whodunit”,
de Who has done it? o Who's
done it?: ¿Quién lo ha hecho? O ¿Quién lo hizo? Es decir, un relato donde el
interés principal radica en solucionar una especie de acertijo cuyo significado
el espectador ignora y el director revelará al final. Hitchcock no era muy
amigo de este tipo de argumento, que él comparaba a las novelas de Agatha
Christie, pues afirmaba que dejaban todo el interés para las últimas escenas.
Sin embargo, The Lodger es un Whodunit, si bien algo matizado, pues la pregunta
no es tanto: “¿Quién es el Vengador?”, como: “¿Es el inquilino el Vengador?”, a
lo que sólo se podría responder sí o no. Aquí el director enfrentó un dilema
que más tarde reapareció en Suspicion (Sospecha) con Cary Grant: él
hubiera preferido en ambas películas dejar la pregunta sin responder, con la
figura del vengador perdiéndose con su capa, su bufanda y su maletín en la
niebla nocturna de Londres. Pero Ivor Novello, el protagonista, era una
estrella muy cotizada, como lo fue después Cary Grant, y el estudio no le
permitió esa ambigüedad.
El tema de las esposas en las
muñecas del protagonista, que para Hitchcock tiene algo de fetichista, inicia
su travesía, que continuará con Los 39 escalones y Saboteur. Esposado, el inquilino se enganchará con una
verja al intentar escalarla. Allí irá a
buscarlo la turba enfurecida para lincharlo, el policía que originalmente lo
esposó lo desenganchará y lo hará descender hasta los brazos de Daisy , en una nueva
Pietá. Toda esta escena tiene un sabor cristiano
que Hitchcock admite a duras penas, como dando a entender que se trató de algo
inconsciente.
La actuación de Ivor Novello es
adecuada al personaje: misterioso, evasivo, pero cordial. Como dice la madre de
la chica: “Es un poco raro, pero
indudablemente es un caballero”. A mí se me pareció al joven Al Pacino de
la primera parte de El padrino.
Primera aparición de Hitchcok en una película suya |
Y hasta allí lo dejamos, para no
arruinarle el final a quien no la haya visto. Una gran película.
La sinopsis que hace Truffaut
comienza con un error que Hitchcock no corrige, pues afirma que “cuenta la historia de un
estudiante acusado de un hurto cometido en el instituto”. En realidad el asunto
es más complicado: La primera parte, una historia sobre un pacto de lealtad, nos
presenta a Roddy Berwick y Tim Wakeley, amigos y compañeros en un internado.
Roddy (Ivor Novello) es rico y exitoso en los estudios y en el deporte, hasta el punto de ser nombrado capitán del colegio, bajo la insignia del honor y la lealtad que ostenta en su ridícula cachucha. Mabel, una camarera que flirtea con ambos y trabaja por la mañana en el colegio, los invita a tomar y bailar en la tienda donde ella se encuentra por las tardes. Algún tiempo después la mujer se presenta en la oficina del director del colegio y acusa a Roddy de haberla embarazado. Esto último se infiere porque por tratarse de una película muda, el intertítulo lo único que dice es:
"¡Su padre está forrado en dinero y tiene que hacerse cargo de mí!"
Tim guarda silencio, aunque sabe que la acusación es falsa. Deshonrado, Roddy no la desmiente para proteger a Tim debido a su juramento de honor y lealtad. Finalmente es expulsado del internado, y repudiado por su padre. La historia sigue una larga caída hasta la degradación.
Roddy (Ivor Novello) es rico y exitoso en los estudios y en el deporte, hasta el punto de ser nombrado capitán del colegio, bajo la insignia del honor y la lealtad que ostenta en su ridícula cachucha. Mabel, una camarera que flirtea con ambos y trabaja por la mañana en el colegio, los invita a tomar y bailar en la tienda donde ella se encuentra por las tardes. Algún tiempo después la mujer se presenta en la oficina del director del colegio y acusa a Roddy de haberla embarazado. Esto último se infiere porque por tratarse de una película muda, el intertítulo lo único que dice es:
"¡Su padre está forrado en dinero y tiene que hacerse cargo de mí!"
Tim guarda silencio, aunque sabe que la acusación es falsa. Deshonrado, Roddy no la desmiente para proteger a Tim debido a su juramento de honor y lealtad. Finalmente es expulsado del internado, y repudiado por su padre. La historia sigue una larga caída hasta la degradación.
La película está basada en una obra “bastante mediocre”
(según Hitchcock) del propio Novello escrita al alimón con Constance Collier, firmando ambos con el seudónimo de
David L’Estrange.
Al verse obligado a sustituir los diálogos por imágenes, Hitchcock
logró buenos y bastantes hallazgos visuales, aunque a posteriori fue bastante
severo consigo mismo al enjuiciar algunas secuencias que se le antojaban ahora como
novatadas. Por ejemplo, cuando Roddy
sale a la calle e inicia su progresiva decadencia, Hitchcock lo coloca
en una escalera mecánica descendente; así como en un ascensor que desciende
casi literalmente a los infiernos cuando en la segunda parte del film es
expulsado de su propia casa por Julia (Isabel Jeans), una actriz con quien se
ha casado, no obstante conservar un amante en una especie de ménage à trois. Éstos lo despluman de la
herencia de su abuela. En la tercera parte, titulada “Ilusiones perdidas”
(probable alusión a Balzac) llega a Paris, donde trabaja como mesonero y se
alquila para bailar con mujeres mayores.
Le cuenta su tragedia a una mujer entrada en carnes y años, pero atractiva. Al desmayarse uno de los asistentes a la sala de fiesta, abren las cortinas, ya ha amanecido, y la luz del día muestra la resaca colectiva de toda esa sociedad, pero especialmente se ceba en la dama con quien conversa, quien ahora se ve sumamente vieja y espantosa, lo que hace huir a Roddy de aquel lugar.
Le cuenta su tragedia a una mujer entrada en carnes y años, pero atractiva. Al desmayarse uno de los asistentes a la sala de fiesta, abren las cortinas, ya ha amanecido, y la luz del día muestra la resaca colectiva de toda esa sociedad, pero especialmente se ceba en la dama con quien conversa, quien ahora se ve sumamente vieja y espantosa, lo que hace huir a Roddy de aquel lugar.
Roddy va a parar al puerto de Marsella, donde se enferma y
empieza a alucinar. Los miembros de la posada tratan en vano de hacerlo comer y
beber, cosa que él rechaza y a menudo, en sueños se dirige a su padre. Viéndolo
tan mal, buscan a un marinero y le piden que se lo lleve. Éste se dispone a
embarcarlo pero Roddy no tiene dinero, sólo le muestra unas pocas monedas. El
capitán lo registra y encuentra en sus bolsillos un sobre cerrado dirigido “a
Timothy Wakely. St Johns Vicarage. Chelsea, Londres”. Decide abrir
el sobre y encuentra una esquela que dice:
“Querido Tim: estoy
perdido. Si puedes tener esto en tus manos, eso significa que estoy muerto y
enterrado. Pero quiero que sepas que me he mantenido mi promesa”.
Una vez en el lugar más bajo del barco, donde duerme la
tripulación, continúan las alucinaciones, los sueños y el delirium. Se suceden
imágenes diversas que resumen todo su decadencia: Mabel, Julia y su alcahuete…
la patrona del dancing donde ofrecía sus servicios y la vieja horrorosa que lo
seducía, todos juntos alrededor de una mesa lo ven y se ríen de él mientras
cuentan y se reparten su dinero
…el ruido de las máquinas del barco le hace ver el fonógrafo girando y sonando mientras Tim baila con Mabel…el momento en que él depositó una libra esterlina para pagarle una chuchería a un niño porque la caja lo marcó por error…el rostro de Mabel se transforma en el de la vieja del dancing… Cree ver el rostro de su severo padre, en uno de los tripulantes que se le acerca así como en el de un policía ingles que vigila el puerto.
…el ruido de las máquinas del barco le hace ver el fonógrafo girando y sonando mientras Tim baila con Mabel…el momento en que él depositó una libra esterlina para pagarle una chuchería a un niño porque la caja lo marcó por error…el rostro de Mabel se transforma en el de la vieja del dancing… Cree ver el rostro de su severo padre, en uno de los tripulantes que se le acerca así como en el de un policía ingles que vigila el puerto.
Hitchcock le comenta a Truffaut que para aquella época los
sueños en las películas siempre se mostraban a través de fundidos e imágenes
desenfocadas. En cambio, él hizo las transiciones de la realidad al sueño – o a
la alucinación – con un simple cambio de plano, de modo más ajustado a la experiencia
onírica y alucinatoria.
Es
la historia de una mujer, Laurita [sic], que alcanza
cierta notoriedad por su divorcio de un marido borracho y por el suicidio, por
amor por ella, de un joven artista. Más tarde, encuentra a un hijo de buena
familia, John, que no sabe nada de su pasado y se casa con ella. Pero la madre
de John, al enterarse de este pasado, empuja a su hijo a divorciarse. La vida
de Laurita está destrozada. (François Truffaut).
“Easy virtue” se traduce como
“vida alegre”, “moralidad laxa”. “ligera de cascos”. De modo que extraña que en
algunas partes esta película aparezca con el título de “Las buenas costumbres”,
a menos que se entienda que se
trata de la vida de una mujer que es sometida a la vindicta pública por las
“buenas personas”, es decir, los que se creen mejores que los demás.
La película está basada en la
obra teatral homónima de Noël Coward.
Nos enteramos del resultado de la proposición matrimonial de John a través de los cambios de expresión de la telefonista
|
Lo que sigue es spoiler:
Truffaut no hace ningún comentario sobre el film ni sobre la opinión de Hitchcock, seguramente
Truffaut no hace ningún comentario sobre el film ni sobre la opinión de Hitchcock, seguramente
porque,
como lo confiesa, no había visto nunca la película. No he leído el original francés de Le cinéma selon Hitchcock, pero la traducción española no sólo cambia el
nombre de la protagonista de “Larita” por “Laurita”, algo sin importancia, sino
que al referirse al pintor enamorado de ella, la expresión “co-respondent”
aparece como como “corresponsal”, auténtico disparate, pues “co-respondent”
significa “cómplice del demandado en una demanda de divorcio”. Por cierto, la
muerte de este “co-respondent” se infiere de los intertítulos, pues, cosa rara
en Hitchcock, siempre tan visual, en ningún momento aparece su cadáver. De
hecho la secuencia es como sigue:
a) El esposo entra al estudio y
cree que Larita lo ha traicionado, cuando ella más bien está rechazando la
propuesta de Claude, el pintor.
b) Claude le dispara al esposo, pero no lo mata.
c) El esposo le entra a bastonazos al pintor,
pero luego cae exhausto al piso.
d) La doméstica y un empleado o mayordomo salen
a buscar a la policía mientras Larita consuela y abraza al esposo.
e) El pintor se muerde las uñas
y se queda mirando la pistola.
Luego volvemos al juicio donde
el fiscal muestra la carta donde el pintor le dice:
-“Mi amor: ¿Por qué toleras a esa asquerosa bestia sabiendo que yo te
daría todo lo que tengo en el mundo por
hacerte feliz?”
Seguidamente el fiscal “habla” y
en los intertítulos se lee: “el cómplice le dejó mucho dinero”, lo cual, sumado
al traje negro de Larita, hace suponer que aquél murió. Pero de suicidio y de
cadáveres no hay ni traza.
(Si algún lector más perspicaz
vio el momento en que el pintor se suicida, le agradezco me lo escriba en algún
comentario, pues a mí se me escapa este dato tan importante).
Con anterioridad me he referido
a la religiosidad de Hitchcock como un elemento de interés para comprender
mejor su filmografía. Quizás hace falta alguien versado en este asunto, un
teólogo, que pudiera escribir sobre Hitchcock y el catolicismo. Sí se menciona,
pero casi siempre resaltando el aspecto negativo: la represión de los jesuitas,
el rigor de su padre, etc. Pero yo apunto más a la religiosidad vergonzante
cuando es innegable (The Wrong Man), o casi inconsciente, como en
éste film.
Veamos: Hitchcock le dice a
Truffaut que en Easy Virtue había “el peor intertítulo que jamás haya escrito, hasta el punto de que siento vergüenza incluso de contárselo…” Luego le narra la
escena del segundo divorcio de Larita, el de Whittaker (y no el primero,, como
aparece en el libro) cuando ya desacreditada por la opinión pública, por la
familia de su segundo marido y los precursores de los “paparazzi” de la prensa,
aparece en lo alto de las gradas y, al ver a los fotógrafos que apuntan con sus
cámaras, les grita:
“Shoot,
there’s nothing left to kill!”:
Este estupendo intertítulo, que me recuerda
el episodio de Jesús y la adúltera, le parece horrible a Hitchcock, hasta el
punto de avergonzarlo. Pareciera que el Hitchcock- técnico no se permitiera
expresar un sentimiento moral o religioso. El psiquiatra Viktor Frankl, en su
libro La presencia ignorada de Dios se refiere a que el mecanismo de la
represión, tan bien descrito por Freud, se extiende también a la religiosidad.
Debido a la presión social, muchas personas reprimen sus tendencias religiosas
o espirituales, las cuales reaparecen disfrazadas en los sueños, los actos
fallidos, etcétera, al igual que lo que ocurre con el impulso sexual. Hitchcock descalifica
este intertítulo tan provocador e interesante, como lo hizo en el episodio del
cuasi-linchamiento en The Lodger y como hará cuando le hable a Truffaut de I
confess (Yo confieso) y The
Wrong Man (El hombre
equivocado). Pero en los cuatro casos, las soluciones y los contenidos son
ejemplo de que Hitchcock no era un mero técnico de manipulación de emociones.
Larita fue inocente en los dos divorcios. En
el primero, aunque coqueteó con el pintor, al final se inclinó por la fidelidad
a su esposo alcohólico, pero el tribunal la declaró culpable. Huyó a otro país,
intentó rehacer su vida y enamorarse de nuevo, pero el estigma de pecadora
pública la persiguió con saña e hizo añicos su proyecto existencial. ¿Qué
quedaba de ella?
En la Viena romántica el famoso
Johann Strauss no tolera las pretensiones de su hijo, también llamado Johann,
de llegar a ser un compositor. Éste, enamorado de la hija de un pastelero,
acepta trabajar en el negocio del futuro suegro para estar cerca de su amada.
Entretanto, conoce a una condesa que cree en su talento y quien consigue a
través de artimañas que el viejo Strauss no aparezca en escena y así el hijo estrene
“El Danubio azul”. Johanncito
(llamémoslo así) ha cometido la torpeza de dedicarle el vals a ambas damas,
despertando los celos de la muchacha. Por otra parte, la generosa condesa engaña
a su celoso marido por su flirteo nada platónico con el joven compositor. Al
final de esta comedia-melodrama de enredos amorosos el viejo Strauss acepta que
el hijo es un compositor exitoso y le firma un autógrafo a una joven “fan”, añadiéndole a su nombre, con una sonrisa melancólica, la palabra “senior”
(“el mayor”) y de ese modo, admitiendo públicamente que existen en el mundo de la música dos Johann Strauss.
Las dos únicas frases que se
digna Hitchcock mencionarle a Truffaut sobre este film, son descalificadoras: “Un musical sin música, muy barato”. “Rodé
Waltzes from Vienna que era muy
malo”. Sólo se
refiere a ella porque el entrevistador se la menciona, y cuando lo hace es para
situarla como eslabón entre un fracaso rotundo con Rich and Strange (Lo mejor es lo malo conocido)
y el comienzo de su ascenso en su reconocimiento como director, gracias a su
primera versión de El hombre que sabía demasiado.
Evidentemente, este film no tiene nada que ver con el resto
de su trabajo, si exceptuamos la comedia Mr. And Mrs. Smith (Matrimonio original) que
filmará sólo por complacer a su amiga Carole Lombard (ver en este blog). Aquí
no hay suspenso, ni McGuffins, ni indirectas, ni miradas capciosas, ni falsos
culpables. Pero nada de eso justifica que se la califique como “muy mala”.
Hitchcock es paradójico (como todo el mundo, supongo): más adelante se queja
con Truffaut de que el público lo ha encasillado en un género y él es un
esclavo de ese género, no se le permite salir de él. Pero cuando habla de esta
agradable película, ligera como la música de la Viena de finales del siglo XIX,
la califica de “mala”.
Conste que no soy muy amigo de lo que hoy se llama biopic (película biográfica) y menos de las biografías de músicos, que siempre tienen escenas artificiosas y cursis. Aquí hay una de antología que Hitchcock salva por el humor: cuando Johann junior realiza una visita guiada a la pastelería de la mano de su futuro suegro, observa el ritmo de trabajo de las máquinas y los obreros de la pastelería: súbitamente estos le “inspiran” el del futuro Danubio azul. Pero una vez aceptado el género y asumidos sus efectos secundarios, se puede decir que Valses de Viena es una comedia simpática, divertida y bien actuada, con una decentísima fotografía y una puesta en escena lograda en medio de pocos recursos.
Conste que no soy muy amigo de lo que hoy se llama biopic (película biográfica) y menos de las biografías de músicos, que siempre tienen escenas artificiosas y cursis. Aquí hay una de antología que Hitchcock salva por el humor: cuando Johann junior realiza una visita guiada a la pastelería de la mano de su futuro suegro, observa el ritmo de trabajo de las máquinas y los obreros de la pastelería: súbitamente estos le “inspiran” el del futuro Danubio azul. Pero una vez aceptado el género y asumidos sus efectos secundarios, se puede decir que Valses de Viena es una comedia simpática, divertida y bien actuada, con una decentísima fotografía y una puesta en escena lograda en medio de pocos recursos.
En cuanto al Danubio
azul y el cine…
perdurará por los siglos de los siglos gracias a Johann Strauss hijo... Stanley Kubrick y 2001:
Odisea del Espacio
Un
joven empleado de una fábrica de armamentos es acusado erróneamente de un
sabotaje. Huye y encuentra a una chica que primero quiere entregarlo a la
policía y después decide ayudarlo. Esto se parece al resumen de casi todos sus
films de persecución, pero todo el mundo sabe de qué película se trata cuando
se hace alusión al final que se desarrolla en la cima de la estatua de la
Libertad. (François Truffaut)
Sabotage
(palabra originalmente francesa) es el título de una película británica de
Hitchcock realizada en 1936, cuya traducción castellana ha sido Sabotaje,
como corresponde. La película
estadounidense de 1942 que ahora comentamos utiliza el vocablo francés Saboteur,
que se traduciría Saboteador, es decir, “Que sabotea” (DRAE). Es decir, Sabotage
alude a un
sustantivo que Hitchcock en el comienzo del film se encarga cuidadosamente de
definir apelando al diccionario y que en nuestro idioma se define como “Daño o deterioro
que en las instalaciones, productos, etc., se hace como
procedimiento de lucha contra los patronos, contra el Estado o contra las
fuerzas de ocupación en conflictos sociales o políticos” (DRAE). En cambio, Saboteador, traducción de Saboteur, es definido como un adjetivo que significa “Que sabotea”, añadiendo que se usa también como sustantivo. Lo aclaro porque en
los países hispanohablantes frecuentemente se confunden las dos películas al
hacerlo con los títulos.
Hecha
esta digresión gramatical, digamos que esta película de 1942, al igual que su
cuasi-homónima británica, no gozaba tampoco de la predilección del autor. Como
varias veces he discrepado de la opinión de Hitchcock sobre sus propias películas,
a las que muchas veces juzga con un rigor en mi opinión excesivo, y algunas
otras (las menos) las considera sus
preferidas sin que ese gusto coincida con el de este mortal, voy a comenzar
diciendo que en este caso coincido con todas y cada una de sus afirmaciones.
Voy casi a parafrasear sus expresiones y comentarios, quizá variando
ligeramente el orden de las mismas.
La
afirmación más contundente de A.H. sobre Saboteur es que hay graves fallas en el guión. Hay
muchísimas ideas, que van apareciendo, unas como precursoras de otros films,
otras como repeticiones de películas anteriores. Por ejemplo, aparece el falso culpable,
una constante de Hitchcock, aparecen las esposas que tiene que llevar el
protagonista durante un buen trecho del film, la muchacha que no le cree y
trata de entregarlo hasta que se convence de su inocencia y se enamora de él
para compartir su hazaña. Esto aparece en 39 escalones, en Inocencia y juventud y preludian North by Northwest (Intriga
Internacional o Con la muerte en los talones). Pero
estas ideas se acumulan a lo largo del film de manera desordenada, perjudicando
la atmósfera de suspenso y el interés que pudiera despertar en el espectador.
Se puede hasta preguntar: ¿Qué es lo que no aparece en esta película? Porque lo que sí aparece es:
...Un circo con una mujer barbuda, unas siamesas donde una sufría de insomnio y la otra lo padecía, un ciego que, como el obispo de Los Miserables ayuda a escapar al héroe y cree en su inocencia, un salto del héroe esposado desde lo alto de un puente hasta un río, un desierto lleno de casuchas donde el protagonista identifica inmediatamente cuál de ellas es la que acoge a los espías, un teleobjetivo escondido que el héroe con su chica identifican también ipso facto y que apunta al dique que se debe volar, una persecución en un cine donde los disparos de la película se confunden con los reales, un escape a caballo… hasta un lugar atestado de gente donde el héroe improvisa una subasta para escapar (lo logrará 17 años después con Cary Grant en North by Northwest ). Usando un término de la filosofía de la ciencia, se diría que esta cinta tiene un inmenso valor heurístico, es decir, un potencial inmenso por su riqueza de ideas para futuras películas extraordinarias. Pero, ¿qué pasa aquí con esas ideas? Personalmente experimenté un hastío, casi un aburrimiento con tanta ocurrencia una detrás de la otra que se engarzan sin que haya una idea rectora que conduzca el film hasta el fin con creciente interés. Hitchcock lo atribuye a que no tenía el ánimo atento como para dominar el guión original, seleccionando y organizando todo ese rico material; tenía la impresión de que todo el guión debió limpiarse y redactarse sólidamente antes de empezar el rodaje y esto no se hizo. Incluso hace una declaración bastante grave sobre el cine norteamericano al afirmar:
...Un circo con una mujer barbuda, unas siamesas donde una sufría de insomnio y la otra lo padecía, un ciego que, como el obispo de Los Miserables ayuda a escapar al héroe y cree en su inocencia, un salto del héroe esposado desde lo alto de un puente hasta un río, un desierto lleno de casuchas donde el protagonista identifica inmediatamente cuál de ellas es la que acoge a los espías, un teleobjetivo escondido que el héroe con su chica identifican también ipso facto y que apunta al dique que se debe volar, una persecución en un cine donde los disparos de la película se confunden con los reales, un escape a caballo… hasta un lugar atestado de gente donde el héroe improvisa una subasta para escapar (lo logrará 17 años después con Cary Grant en North by Northwest ). Usando un término de la filosofía de la ciencia, se diría que esta cinta tiene un inmenso valor heurístico, es decir, un potencial inmenso por su riqueza de ideas para futuras películas extraordinarias. Pero, ¿qué pasa aquí con esas ideas? Personalmente experimenté un hastío, casi un aburrimiento con tanta ocurrencia una detrás de la otra que se engarzan sin que haya una idea rectora que conduzca el film hasta el fin con creciente interés. Hitchcock lo atribuye a que no tenía el ánimo atento como para dominar el guión original, seleccionando y organizando todo ese rico material; tenía la impresión de que todo el guión debió limpiarse y redactarse sólidamente antes de empezar el rodaje y esto no se hizo. Incluso hace una declaración bastante grave sobre el cine norteamericano al afirmar:
“Se trata de un problema grave en
América: ¿Cómo encontrar un guionista, un
escritor responsable, capaz de organizar y de preservar la fantasía de una
historia?
Mientras muchos directores
solían y suelen ir cambiando el guión a medida que evoluciona el rodaje,
Hitchcock tenía ya todo previsto en el texto del guión, incluyendo los cortes
del montaje. Si esta era su manera de trabajar, es lógico que un guión débil no
pudiera devenir en sus manos en una película fuerte, interesante.
El otro error garrafal, que
Hitchcock acepta y le confiesa a Truffaut, es la disposición de los personajes durante la escena de la Estatua
de la Libertad. En lugar de ser el héroe quien pende de la estatua y que puede caer
al vacío y matarse, es el malo, el villano, quien, suplicante, pende de la mano del protagonista y que por
una rotura en su saco, que vemos deshilachándose con hitchcockiana parsimonia, cae
desde la altura. Inevitablemente el público siente simpatía por el villano y no
se identifica con el protagonista aunque éste no haya hecho nada para matarlo.
¿Anticipo de la muerte de Kim Novak en Vértigo mientras un desolado James Stewart la ve
morir? Lo
cierto es que Priscilla Lane, la “muchacha”, agarra por el brazo a Robert
Cummings (el héroe) que está también a punto de caerse, y lo iza hasta la
barandilla de la Estatua de la Libertad y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
El director asimiló la lección y
17 años más tarde, en el final de North by Northwest (Intriga internacional o Con la muerte en los talones) el
malvado Martin Landau, después de negarle la ayuda a Cary Grant (¡hasta le pisa
los dedos!) se precipita al vacío desde el Monte Rushmore, Eva Marie Saint
levanta a Cary Grant desde la cumbre del Monte y en el plano siguiente lo hace subir
a una cama-litera de un tren que entra en un túnel de un modo muy explícito para una película censura “A”, y aparece la palabra FIN. Por cierto que
Hitchcock se arrepentía de haber filmado ese plano del tren que le resultaba
obsceno y que a mí, en el momento del estreno, se me escapó (tenía 16 años y no
había leído aún a Freud).
Sin embargo, no comparto las críticas de
Hitchcock sobre el reparto. No le vi nada malo a la actuación de Robert
Cummings y si Priscilla Lane no es una sofisticada como la futura Grace Kelly,
cumple su cometido como heroína desconfiada / confiada.
Hasta aquí, apreciado lector, esta segunda apostilla. No te prometo que
sea la última, porque aún no he visto Number Thirteen, Always
Tell Your Wife y Woman to woman (1922) The White
Shadow (1923) The
Passionate Adventure (1924) The Prude's Fall y The Blackguard (1925) The Mountain
Eagle (1926) Harmony
Heaven (1929) Elstree
Calling (1930) Rich And
Strange (1932) y… finalmente Under Capricorn (1949).
Alfred Hitchcock hizo 53 films... y una hija. Aquí aparece con Alma y Patricia |
Buenas tardes, estimado Franklin. Coincido con Ud. en que Ivor Novello en "The Lodger" recuerda a Al Pacino en "El Padrino" (de hecho, en esa película Al Pacino se parece más a Novello que a Pacino, ¿no?). De "Downhill" recuerdo particularmente unas tomas muy bonitas detrás de una cortina mientras Tim baila con Mabel. Debo reconocer que no seguí mi propio consejo con "Valses de Viena", la descargué de ese sitio pero no la vi nunca... Y sobre "Saboteur" sí tenemos una discrepancia, yo la encuentro entretenida aunque reconozco que no está a la altura de sus "modelos": "39 escalones" e "Intriga Internacional" o "Con la muerte en los talones".-
ResponderEliminarSaludos cordiales, Bet.-
ISABEL ESCRIBIÓ:
ResponderEliminarHola Franklin: creo que no debes abandonar tus crónicas, ¡pero tampoco las películas!!
Un saludo