Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







sábado, 16 de julio de 2011

DE PLATÓN Y OTROS ANTIDEPRESIVOS




Lou Marinoff, Profesor de Filosofía en el City College de Nueva York, ha publicado un libro (1) en el cual, a la vez que promueve un grupo denominado "American Philosophical Practitioners Association"
(APPA) que brinda asesoría filosófica al público que lo solicita, diserta con ecléctico espíritu y mercantil intención, no sólo sobre temas filosóficos sino sobre psiquiatría, neuropsicofarmacología y psicoterapia, pues la oferta de la APPA va dirigida a personas con problemas emocionales que rechazan o han quedado insatisfechas con la ayuda de psiquiatras, psicólogos y otros profesionales afines.
El éxito editorial del libro de Marinoff, que se refleja en la insistencia de colegas  amigos y exalumnos, quienes me urgían en su lectura, motivaron el tema de este editorial. ¿Cómo es posible -me preguntaba- que un libro de autoayuda llegue a despertar semejante entusiasmo, no sólo en el público lego, sino en una valiosa muestra de la psiquiatría nacional? Sobre todo, considerando que allí se despachan recetas en forma de "píldoras" filosóficas, entresacadas de textos de sus autores predilectos, entre los cuales se exalta a Hobbes como "el filósofo más importante desde Aristóteles" y el pobre Kant no pasa de ser... "un racionalista muy influyente".
La descalificación indiscriminada a la psiquiatría como disciplina y la tópica negación de la enfermedad mental, se contradicen en el autor con el reconocimiento de factores "químicos" en algunos trastornos como la depresión, para los cuales, no obstante, propone el remedio de la asesoría filosófica, pues para él, por ejemplo, "...la psiquiatría no tiene nada que decir sobre la injusticia...". Así mismo, bajo la apariencia de "diálogos socráticos" o "cafés filosóficos" en librerías de Manhattan o cafés de Greenwich Village, se dedica a promocionar al grupo de asesores entre la posible clientela, lo cual, de paso, no tiene nada de malo, pues cada quien tiene el derecho de ganarse al pan con su oficio.

Hay que admitir que algunas inconsistencias de los manuales de clasificación de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana (discutidas y criticadas, por cierto, por la comunidad psiquiátrica en publicaciones y congresos) dan pie a las burlas de Marinoff, quien habla del "zoo de supuestos trastornos", lo que me recuerda "El idioma analítico de John Wilkins", donde Borges menciona el hallazgo de una supuesta clasificación de los animales en: "...(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas..."(2)
También tenemos que concederle al autor el beneficio de la duda cuando menciona casos de pacientes para quienes la ayuda psiquiátrica, psicológica o psicoterapéutica fue decepcionante, pues el motivo de consulta implicaba conflictos de índole moral, o lo que Fromm llama dicotomías existenciales, Maslow metapatologías y Frankl neurosis noógenas.  Un enfoque limitado a lo psicobiológico resultará inadecuado en tales casos. La insuficiencia de tanto reduccionismo en la literatura psiquiátrica del siglo pasado (¡el XX!) ha generado una legítima insatisfacción en psiquiatras y psicólogos, quienes se ven desarmados ante personas que solicitan su ayuda por síntomas que tienen que ver con el vacío existencial, la carencia de un sentido vital, la soledad, el miedo a la muerte y un amplio repertorio de temas que podríamos reconocer como específicamente humanos. Para estos males no basta el abordaje meramente biológico o psicológico.  El proyecto matemático de la naturaleza que denunciaba Heidegger (y del cual  son corrresponsables unos cuantos filósofos) no puede dar cuenta de estas necesidades ni proveer ayuda al hombre o mujer que la solicita.

No obstante, lejos de aceptar una ruptura con la razón o con la ciencia -como los desencantados postmodernos proponen- confiamos en esa razón y esa ciencia, siempre y cuando se tomen en cuenta sus limitaciones. Comparto el entusiasmo que en otro editorial de esta Revista (3) el Dr. Fernández Labriola muestra por la biología molecular, pero dudo que ésta sea suficiente para responder a las necesidades humanas. Los avances en neurociencias, genética, psicofarmacología y biología molecular plantean nuevos retos en el campo de la ética y de la antropología (entendida en su sentido amplio como visión del hombre).  Esta es la tarea que los filósofos tienen por delante: enseñarnos a ubicar nuestro lugar y nuestro quehacer. Pero la cumplirán haciendo verdadera filosofía y no una nueva edición de la sofística que ya el viejo Sócrates se encargó de desenmascarar, pues no necesitamos verdades a nuestra medida sino señales que nos orienten en el camino hacia la sabiduría.
Parafraseando a Bacon podríamos decir:

                 "Poca filosofía aleja de la Verdad
                 Mucha filosofía acerca a la Verdad" (4)


Publicado por el autor como Editorial en la Revista del Colegio Venezolano de Neuropsicofarmacología, Volumen 3, N° 1. Año 2001. 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.- Marinoff, Lou: Más Platón y menos Prozac. Grijalbo, Barcelona.  Ediciones BSA. 2000.

2.- Borges, Jorge Luis: El idioma de John Wilkins. En O.C. 1923-1972. Emecé Editores, Buenos Aires, 1974, p. 708. cf. el interesante uso de este texto en: Uribe, Carlos Alberto: La Controversia por la Cultura en el DSM-IV. Revista Colombiana de Psiquiatría, Vol.XIX  N° 4/2000 pp365 ss.

3.- Fernández Labriola, Roberto: Los 20 últimos años de un siglo que se va, una inquietante bisagra: el Genoma, y el futuro cercano de los primeros 20 años del nuevo milenio.(Editorial).  Revista del Colegio Venezolano de Neuropsicofarmacología. Caracas 1999. Vol. 1, p 97.

4.- Citado por Viktor Frankl.  El texto original de Bacon es: "Poca filosofía aleja de Dios, mucha filosofía acerca a Dios"

4 comentarios:

  1. Marinoff para descalificar a la psiquiatría y la psicoterapia acude -desafortunadamente- a un dato de realidad. la desactualización científico-técnica de la mayoría de los profesionales involucrados. descargando la tendencia psicoanalítica (verdadera antigualla cientificoide), a la cual generaliza como única opción de cura mediante la comunicación y la farmacoterapia como abuso para abordar problemas de siginificado, encuentra terreno abonado para su propuesta que realmente es de una inocencia e inograncia suprema.

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  2. Ese libro lo leí hace años. Pero me parece obra de un charlatán. ¿Vale la pena ocuparse de ese señor? ¡No pierda su tiempo, doctor Padilla!

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  3. es ahora que descubro el libro en mi biblioteca.14 ediciones ya declaran que es un libro popular y no cientifico.observo a mi alrededor que aparecen muchas nuevas psicoterapias que nos parecen extranas pero el publico,entusiaste se echa sobre estas publicaciones.podria ser que no escribimos suficiente textos acequibles al pubico en general.lo voy a leer para poder opinar y volver a tu colcha

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  4. ARGELIA MELET ESCRIBIÓ:

    ¡Feliz año, querido alumno y respetado maestro! !Termino de leer tu artículo y como siempre, me deja encantada tu saber en tantos campos del conocimiento (mi envidia en lo que se refiere al cine)! Tengo la impresión de que nuevamente comienza a aparecer en el panorama un cuestionamento al concepto de enfermedad psiquiatrica,por una parte. Y por la otra,las objeciones se dirigen a la "psiquiatrización"(¿podría decirse así?) de cuanto aspecto de las emociones y el comportamiento humano aparezca en un colectivo que ya de por sí es enormemente dispar, cultural,religiosa y socialmente hablando. Recuerdo que antes de decidir incursionar en la psiquiatría, era una fervorosa lectora de R.Laing y el grupo que se llamó "antipsiquiatras".Luego, precisamente la esquizofrenia me tocó en el área más sensible: mi propia hija. ¡Qué diferente es ver la enfermedad a través de una experiencia sociocultural y experimentarla cruelmente en tu pellejo a través de un ser amado! Por supuesto, Laing y compañía , con todos sus experimentos casi mágicos (aunque al final fue un fracaso) me dejaron fría... Y digo todo esto porque pienso que no dejamos de dar bandazos en nuestra concepción del mundo, de la medicina o de la filosofía: O la depresión es un invento (ya lo he leído) de las empresas farmacéuticas. O es una enfermedad que SÖLO puede tratarse farmacológicamente. Y así, habrá "biologicistas" ("neuropsicofarmacólo... y muchos ismos más) y "psicologistas". Ambos son expresión de un reduccionismo -como tú lo dices- que ignora al ser humano como totalidad. Por eso, cuando conocí algunos escritos de Eric Kandel (creo que es el único psiquiatra que ha ganado un Nobel) me enamoré de su enfoque de las alteraciones mentales: hace una integración de lo puramente biológico con lo que llamamos psicológico . O, bueno, así lo he visto yo.
    Sin duda,yo coincido en que hay una tendencia a "patologizar" todo.Basta ver que la calificación inmediata de estos monstruos que nos gobiernan, es de "locos".( Y esta tal vez es una forma ingenua de negar que existen seres poseídos por la maldad,simplemente) .En el área infantil es particularmente preocupante: síndromes por déficit de atención con y sin hiperactividad,conductas desafiantes, explosivas,etc etc. Hoy en día cualquier pataleta lleva directo al psicólogo, psiquiatra,neuropsiquiatra y un sin fin de etcéteras. He podido presenciar cómo la vida de un niño de siete años se consume en visitas a un sinnúmero de especialistas que no siempre están interactuando entre ellos con el resultado de una súpermedicalización de la vida de la criatura. Esto no es bueno. Como no lo es en el caso contrario, por nuestras carencias sempiternas en el campo de la atención mental.
    Bueno, no pensé que iba a explayarme tanto. Pero, sinceramente, el tema da para muchas reflexiones. Al final, ¿qué es ser sano mentalmente?

    Un fuerte abrazo, y como siempre, mi admiración

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