Cuando escribí en este blog la serie de entradas tituladas La pasión de Hitchcock según Truffaut, una serie de comentarios del libro El cine según Hitchcock (Le cinéma selon Hitchcock) que el desaparecido director y crítico francés François Truffaut publicó en 1966 sobre su prolongada entrevista a Alfred Hitchcock, aclaré que me limitaría a comentar las películas del maestro británico que hubiera visto reciente y personalmente, pues mi propósito era cotejar las apreciaciones de Truffaut y del mismo Hitchcock con las mías, y difícilmente haría esto guiándome sólo por críticas ajenas o el recuerdo de las visiones de tiempos remotos. No me fue posible conseguir entonces algún ejemplar de Under Capricorn en DVD o en Blu-R. Recientemente pude descargar la película desde Internet, primero en una versión original sin subtítulos ni doblaje, y, por fin, en una subtitulada y traducida bastante aceptablemente. Si alguien llamado"Deick", por azar o providencia llegara a leer esto, sepa que le estaré siempre agradecido.
La acción
transcurre en Australia en 1835.
El sobrino
del gobernador, Charles Adare (Michael Wilding), que acaba de llegar de
Inglaterra, recibe una invitación para cenar en casa de un antiguo presidiario
que ha conseguido hacer una fortuna, Sam Flusky (Joseph Cotten), casado con una
de las primas de Charles, Lady Henrrietta (Ingrid Bergman). Charles Adare
descubre que su prima, que ha contraído costumbres alcohólicas está
aterrorizada por su ama de llaves, Milly (Margaret Leighton), y, al tratar de
curarla, se enamora de ella.
Los celos
de Sam Flusky, fortalecidos por el comportamiento «a lo Yago» de Milly,
provocan un escándalo en el curso de un baile oficial. Harrietta confiesa a su
primo la verdad de la historia de Sam. Esta confesión hará que Charles Adare se
sacrifique regresando a Inglaterra, pero no sin antes desemascarar a Milly que
envenenaba lentamente a su señora por amor hacia Sam Flusky.
(François Truffaut. De la
edición francesa, ligeramente modificada para evitar el spoiler)
Después de La soga (Rope) Hitchcock rodó en 1949 su segundo film como productor independiente, Under Capricorn, exhibido en los países hispano parlantes como Atormentada, en España y Bajo el signo de Capricornio, en Argentina; esto último da la falsa impresión de que se refiere al signo del zodíaco, cuando en realidad se trata del Trópico de Capricornio, pues la trama se desarrolla en Australia.
Hitchcock le dice a Truffaut que cometió varios errores imperdonables en Under Capricorn. El primero del que se acusa es haber escogido para el guión una novela inglesa que no le interesaba en absoluto y haber hecho un film de época sólo porque le parecía al más adecuado para Ingrid Bergman, en ese momento la actriz más cotizada en Estados Unidos, con quien ya había hecho dos películas (Notorious y Spellbound) y a quien, con cierta fatuidad quería exhibir como una pluma en su sombrero ante los productores estadounidenses. Le confiesa a Truffaut que toda su conducta en ese caso fue “culpable y casi infantil”. Aunque la presencia de la Bergman debía garantizar el éxito en taquilla, no fue así: Hitchcock gastó una suma exagerada para la época (dos millones de dólares) y el film fue un verdadero fracaso comercial. Para 1949 ya Hitchcock estaba catalogado como un especialista en suspenso y “thriller” y Under Capricorn no era ninguna de las dos cosas. En un periódico de Hollywood escribieron:
«Tuvimos que esperar ciento cinco minutos para que esta película nos produjera el primer escalofrío».
El segundo error sería haber contratado como guionistas a dos personas sin experiencia: su amigo Hume Cronyn y James Bridie. El primero, un hombre que sabía expresar verbalmente sus ideas, pero sin experiencia como guionista, y el segundo un dramaturgo de obras semiintelectuales que nunca quedaban bien rematadas en los últimos actos (Truffaut deduce de esto el final un poco flojo de la película).
El tercer error que Hitchcock se reprocha es haberse valido de la misma técnica de La soga. Con algunas variantes utilizó aquella experiencia al rodar planos-secuencia de seis y ocho minutos, con la dificultad adicional de tener que subir un piso con la cámara y el sonido e ir cambiando los decorados ya que no había corte ni montaje ulterior. (Ver comentario sobre La soga en este enlace). Ingrid Bergman se molestó tanto con Hitchcock por ese ir y venir de los trozos de decorado que se escamoteaban por el aire, a su paso, que Truffaut recordaba una conversación con ella en París, años después, donde le expresaba sus quejas por “esa pesadilla”.
Por último, Hitchcock se hace eco de la opinión de los críticos británicos sobre el casting: supuestamente no debía haber colocado a Joseph Cotten como Sam Flusky ni a Margareth Leighton como Milly, el ama de llaves. En el primer caso se trataba de la degradación de Henrietta, la mujer de familia que se enamora del mozo de cuadra y lo sigue cuando es enviado como presidiario a Australia. Cotten, afirma Sir Alfred, es demasiado fino para el papel de Flusky; se debió haber buscado a alguien de aspecto lo suficientemente plebeyo como Burt Lancaster.
En el segundo caso, para la crítica inglesa era lamentable que se hubiese escogido una mujer tan bella como Margareth Leighton para interpretar un personaje tan desagradable como Miss Milly.
En el segundo caso, para la crítica inglesa era lamentable que se hubiese escogido una mujer tan bella como Margareth Leighton para interpretar un personaje tan desagradable como Miss Milly.
Hitchcock concluye explicándole a Truffaut que la suma de sus errores fue aventurarse en lo desconocido cuando estaba sumido en una confusión, en lugar de haber rehecho todo yéndose por lo seguro, lo probado, lo que había funcionado en otras ocasiones, a la manera de los boy- scouts, que cuando se pierden retroceden y hacen de nuevo el camino.
A pesar de esa despiadada autoflagelación, Truffaut encuentra muchas bellezas en Under Capricorn. Para empezar, encuentra la trama muy novelesca, con elementos de gran interés como el ama de llaves explotadora e intrigante, el envenenamiento progresivo, la sombra del pasado y la culpa confesada. A pesar de su abundancia, a Truffaut le parecen muy líricos los diálogos. La considera una película bastante triste y mórbida. Todos los personajes tienen algo que reprocharse y hay un clima de pesadilla en todo el film, lo que considera un encanto en vez de una debilidad. Además encuentra un perfeccionamiento y profundización de los personajes de otras películas de Hitchcock. Por ejemplo, Milly, el ama de llaves, es una versión mejorada (es decir, más terrorífica) de su colega de Rebeca, la señora Denvers.
A sesenta y siete años de su estreno, mi apreciación sobre esta película es bastante favorable. Ese gran actor subestimado llamado Joseph Cotten realiza una de las mejores interpretaciones de su vida, dándole al personaje de Sam Flusky toda la ambigüedad que impide catalogarlo como héroe o villano. Ingrid Bergman también logra imprimirle realidad a la atormentada Henrietta. El personaje de Charles Adare también estuvo logrado con Michael Wilding, con su aire de osito de peluche, y la villana Milly fue caracterizada magníficamente por Margareth Leighton.
Sin embargo Hitchcock persevera en su acerba auto-denigración. Arrepentido, le dice a dice al perplejo François Truffaut:
En la historia no había suficiente humor. Si actualmente rodase una película cuya acción transcurriese en Australia presentaría a un policía que salta a la bolsa de un canguro y le dice; “Siga a ese coche”.
Alfred Hitchcock con François Truffaut |
REFERENCIA
François Truffaut : El cine según Hitchcock. Edición Definitiva. Alianza Editorial. Quinta edición 2010. Traducción de la Éditions Ramsay 1983
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