A Colette Delozanne
Conocí personalmente a Aquiles Nazoa en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Vargas, donde hacía mi postgrado entre 1968 y 1970. Él asistía algunas veces a las reuniones clínicas como un observador más, discretamente apostado en las butacas de atrás, como para no ser notado. Me preguntaba qué hacía él allí e imaginaba que a lo mejor iba a consultar con alguno de los especialistas. En realidad Aquiles era muy amigo de los psiquiatras del Vargas y, en especial del Jefe del Servicio, Jesús Mata de Gregorio, a quien llamaba "Buffalo Bill". También era miembro del Consejo de Redacción de la Revista "Nuestra Psiquiatría". No puedo precisar la fecha, pero los recuerdos anteriores a nuestra primera conversación fueron reseñados en este blog en la entrada del 27 de septiembre de 2011
La segunda vez que nos encontramos fue con motivo de la toma de posesión, por parte de Eloy Silvio Pomenta, de la presidencia de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría. La SVP tenía entonces su sede en el antiguo local del Colégio de Médicos del Distrito Federal, en Los Chaguaramos, donde hoy está la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela. Había una fiesta muy rumbosa, y Nazoa estaba sentado en la mesa del nuevo presidente. Lucía sumamente reservado, pero se tornaba ceremonioso y gentil al saludar a las damas. Eloy invitó días después a una reunión más privada en su casa de El Marqués. Esta vez las mesas estaban en un espacio entre el jardín y la casa. Eloy y su esposa Colette derrochaban hospitalidad y amabilidad. Estaban los psiquiatras del Vargas con sus esposas. Asimismo, amigos del anfitrión, entre los cuales recuerdo al otorrino y filósofo Rafael Emilio ("Millo") Márquez Landaeta, los poetas Rafael Cadenas y Rafael Brunicardi y, por supuesto, Nazoa. También asistimos algunos cursantes de postgrado. Como ocurre con los grupos formados por colegas o compañeros de trabajo, abundaban las anécdotas y los chistes alusivos a la cotidianidad. Eloy, quien tiene una habilidad magnífica para la caricatura verbal, comparaba al Dr. Mata con un personaje de Walt Disney llamado "Pedro el Malo". En algún momento me sentí aburrido; había terminado con mi novia (psicólogo) y andaba solo y errante. Como tenía confianza con el dueño de la casa, entré al recibo y me senté frente al piano que había adentro (debe estar todavía). Mientras tocaba para mí la melodía de Greensleeves, esa bella balada inglesa, me volteo y me doy cuenta de que detrás de mí está Aquiles con su esposa Mariíta, escuchándome sin yo saberlo.
Desde entonces me adoptaron. Comencé a frecuentar su casa, un apartamento en Casalta, donde vivían con sus hijos Claudio, Mario y Sergio. Me llevaba a alguno de mis amigos, pero el número de acompañantes se multiplicó hasta hacerse una especie de peregrinación. No creo que pueda enumerarlos a todos, pero Marcelo Hernández y Juan Carlos Núñez son nombres obligados en esta relación.
¿Qué hacíamos allí? Podría decirse que conversábamos, pero generalmente se trataba de escucharlo a él, no porque acaparara la conversación o no nos dejara hablar, sino porque disfrutábamos de su ingenio, humor, y muchas veces un sarcasmo que no mostraba sino en la intimidad de la tertulia.
Para entonces ya Aquiles tenía ese espacio semanal Las cosas más sencillas, que se transmitía por la Televisora Nacional, el canal oficial. Con un formato de "programa cultural" parecido al de Valores Humanos de Uslar Pietri, el espacio de Aquiles Nazoa era algo totalmente diferente por la temática, por el registro poético del discurso y el talante oportunamente humorístico que él sabía dosificar. En cuanto a la temática, podía ir desde el Renacimiento hasta la perinola, desde Alicia en el País de las Maravillas hasta la vela (¡sí...la vela! una vela cualquiera, es decir, la vela en cuanto tal, ¡"la vela en sí"!). Podía contarnos los comienzos de la aeronáutica, la historia de Lindbergh o hablarnos del amolador con su flauta de Pan. Pasaba de lo costumbrista caraqueño a los temas de actualidad como los viajes espaciales. Otra diferencia con Uslar la constituía la presencia de invitados como participantes del programa. Recuerdo con especial fruición la vez en que, durante un programa dedicado a García Lorca, la cámara "ponchó" de improviso en primer plano a la extraordinaria y bellísima actriz Manola García Maldonado en el momento en que pronuncia el primer verso del diálogo de "Doña Rosita, la soltera", que dice:
ROSITA: (Manola): ¿Por qué tus ojos traidores
con los míos se fundieron?
¿Por qué tus manos tejieron,
sobre mi cabeza, flores?
¡Qué luto de ruiseñores
dejas a mi juventud,
pues, siendo norte y salud
tu figura y tu presencia,
rompes con tu cruel ausencia
las cuerdas de mi laúd!
Primer plano de Nazoa, quien le responde:
PRIMO (Aquiles): ¡Ay, prima, tesoro mío!
ruiseñor en la nevada
deja tu boca cerrada
al imaginario frío;
no es de hielo mi desvío,
que, aunque atraviese la mar,
el agua me ha de prestar
nardos de espuma y sosiego
para contener mi fuego
cuando me vaya a quemar
.
ROSITA (Manola): Una noche, adormilada
en mi balcón de jazmines,
vi bajar dos querubines
a una rosa enamorada;
ella se puso encarnada
siendo blanco su color;
pero, como tierna flor,
sus pétalos encendidos
se fueron cayendo heridos
por el beso del amor.
Así yo, primo inocente,
en mi jardín de arrayanes
daba al aire mis afanes
y mi blancura a la fuente.
Tierna gacela imprudente
alcé los ojos, te vi
y en mi corazón sentí
agujas estremecidas
que me están abriendo heridas
rojas como el alhelí.
PRIMO (Aquiles): He de volver, prima mía,
para llevarte a mi lado
en barco de oro cuajado
con las velas de alegría;
luz y sombra, noche y día,
sólo pensaré en quererte.
ROSITA (Manola): Pero el veneno que vierte
amor, sobre el alma sola,
tejerá con tierra y ola
el vestido de mi muerte.
PRIMO (Aquiles): Cuando mi caballo lento
coma tallos con rocío,
cuando la niebla del río
empañe el muro del viento,
cuando el verano violento
ponga el llano carmesí
y la escarcha deje en mí
alfileres de lucero,
te digo, porque te quiero,
que me moriré por tí.
ROSITA (Manola): Yo ansío verte llegar
una tarde por Granada
con toda la luz salada
por la nostalgia del mar;
amarillo limonar,
jazminero desangrado,
por las piedras enredado
impedirán tu camino,
y nardos en remolino
pondrán loco mi tejado.
¿Volverás?
PRIMO (Aquiles): Sí. ¡Volveré!
ROSITA (Manola): ¿Qué paloma iluminada
me anunciará tu llegada?
PRIMO (Aquiles): El palomo de mi fe.
ROSITA (Manola): Mira que yo bordaré
sábanas para los dos.
PRIMO (Aquiles): Por los diamantes de Dios
y el clavel de su costado,
juro que vendré a tu lado.
ROSITA (Manola): ¡Adiós, primo!
PRIMO (Aquiles): ¡Prima, adiós!
En el texto original de García Lorca ellos se deben abrazar en un "vis-a-vis". En el programa, Nazoa se levantó del panel o escritorio desde donde dictaba la conferencia para abrazar a Manola.
No era, por supuesto, convencional este estilo de conferencia que se transformaba súbitamente en una puesta en escena para luego continuar como había comenzado. No era éste, en modo alguno, el talante del programa de Uslar Pietri.
Tampoco lo fue la incorporación de nosotros en el guión, muy pensado con antelación, por lo demás, cuando incursionó en otros temas. Cuando digo nosotros, me refiero a los amigos que se fueron sumando a lo que él llamó su "patota sentimental", verdaderos precursores de los invasores de hogaño.
Aquiles no era ningún advenedizo en la medios de comunicación: había sido el guionista de programas de radio como Fiesta fabulosa, con la Billo´s Caracas Boys antes de la llegada de la televisión, había escrito guiones cinematográficos notables para Bolívar Films, como el de La balandra Isabel llegó esta tarde, de cuya canción era el autor de la letra; asimismo muchos de sus sainetes se habían montado en RCTV con su participación activa y pude leer un guión extraordinario para televisión llamado Aviso Luminoso, que muchos años después el psiquiatra Guillermo Feo montó para teatro con el personal de la Clínica "El Cedral". De modo que la preparación de cada programa, incluyendo utilería, figurines, música y participantes era cuidadosamente planificada y ensayada. Claro que en compensación de la escasez de recursos del canal 5, dirigido por Oscar Yanes durante el primer gobierno de Rafael Caldera, a Aquiles le sobraba la colaboración de amigos que le daban lo mejor de sus trabajos para que el programa saliera al aire con alto nivel de calidad. Entre los artistas gráficos puedo mencionar a Mateo Manaure y Luis Luksic.
Participé en la "banda sonora" del programa en varias ocasiones: en el mencionado programa sobre el Renacimiento, interpretando - esta vez con flauta dulce ejecutada por Raúl Delgado Estévez y a falta de laúd yo tañia un eficaz cuatro- la romanesca canción Greensleeves.
En ese mismo programa, siguiendo instrucciones de Aquiles, intenté llevar a cabo, con mucho de audacia y la participación de Colette Delozanne, una versión en la cual la recitadora (Colette) declamaba en su lengua original (hubiera sido imposible una traducción) las Parafonías de Marcel Duchamp mientras yo me deslizaba por la cuerda floja de lo aleatorio en el piano, con la venia del fantasma de John Cage. Colette (francesa de origen) me explicó que ese texto era "un atajo de vulgaridades" por medio de las cuales Duchamp jugaba con la palabra "Gioconda" deformándola, parafraseándola, mientras la cámara mostraba todas las parodias y caricaturas que se le han hecho a la Mona Lisa. Debo decir que mi primera y única exhibición como compositor de música contemporánea sólo la vi en una ocasión, el día del programa, pues se grababa en video-tape, se exhibía y se volvía a grabar el siguiente (o lo que fuera, "Habla el Presidente", por ejemplo) sobre lo anterior, con lo que se borraba ese programa y por ende, todos. Tuve la previsión de grabar el audio en un cassette (¿sabrán los jóvenes de qué estoy hablando?) que coloqué frente al televisor, gracias a lo cual pude escuchar muchísimas veces el dichoso programa hasta que el tiempo hizo su labor y muchos, muchos años después, el viejo cassette quedó inservible. Todavía recuerdo la presentación del programa, con la voz en off de Susana Duijm, a la sazón locutora del canal. Seguidamente Aquiles leyó un texto alusivo a Leonardo Da Vinci:

El hombre un día remontará el vuelo por cima de los montes y de los mares
El hombre del porvenir viene volando en un gran cisne
Le veo venir de su magnífico vuelo
Viene con la frente empapada en lluvia y el corazón lleno de estrellas
Yo estoy trabajando en una máquina para que vuele el hombre
Y si no la logro yo la logrará otro
Pero el vuelo del hombre será una realidad del porvenir
(Téngase en cuenta la cercanía del viaje a la Luna para poder apreciar el valor evocativo de este texto).
Volviendo al asunto de las grabaciones perdidas, una vez más hay que aclarar que todo se debió a un problema de incuria oficial. Yo vivía indignado por el hecho de haberse perdido ese material. Fue María, la esposa de Aquiles, quien me ubicó en la realidad: "Hasta los discursos del Presidente Caldera en la emisora del estado se grababan de esa manera y también se perdieron. Sólo Uslar Pietri conservó las grabaciones de sus programas. No porque el programa se transmitiera en otra emisora, sino, porque él mismo compraba los video-tapes y se los llevaba para su casa".
Por cierto que Aquiles quedó prendado de mi Liber Usualis, que era el libro del Oficio Divino antes del Concilio Vaticano II, con toda la música gregoriana en lo que se llama notación cuadrada, que es algo distinto al pentagrama: en lugar de las cinco líneas horizontales van cuatro y las figuras de redonda, blanca, negra, corchea, semicorchea, fusa y semifusa brillan por su ausencia, pues las notas son unos cuadritos negros. Me lo había regalado el hermano librero de los Benedictinos de San José del Ávila y yo le tenía mucho cariño al libro. Pero como Aquiles estaba tan ilusionado y yo tenía otro ejemplar que me había regalado otro monje del mismo convento, se lo regalé. Años después, cuando ocurrió el fatal accidente que le segó la vida, María me contó que Aquiles había estado muy mortificado porque se le había extraviado el libro y le daba mucha pena decírmelo. El día en que salió para La Victoria lo encontró sorpresivamente y le dijo muy contento: "¡María...apareció el misal de Franklin!". No sé si lo llevaba consigo en el viaje y tampoco entiendo por qué lo haría. Pero si fue así, espero que ese libro que sirvió para que oraran tántos hombres santos, de alguna manera lo haya acercado a Dios.
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Ilustración de Sir John Tenniel |
residencia. La patrona, una vasca republicana y probablemente comunista, era una gran admiradora "del señor Nazoa" y casi se desmaya cuando se lo presento.
De modo que esa fue mi última participación en Las cosas más sencillas, de Aquiles Nazoa, uno de los más notables fenómenos mediáticos que hubo en Venezuela, a juzgar por las recientes declaraciones del Profesor Antonio Pasquali, nuestro más destacado especialista en comunicación. Ese programa fue un ejemplo de lo que se puede hacer aún con limitaciones económicas, cuando hay talento y amor; en este caso lo primero por el poeta y lo segundo por su "patota sentimental" de la que me honro en haber formado parte.