No se refiere a pacientes de algún servicio de caumatología ni a lamentables hechos de violencia sino a los films en formato DVD o BD copiados mediante el procedimiento del "quemado" y que se han adquirido con la mayor impunidad en el pasillo de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela.
Hemingway & Gellhorn Philip Kaufman 2012.
Hemingway & Gellhorn Philip Kaufman 2012.
Gente como uno Robert Redford, 1980.
Opera prima de Redford, quien debuta con un Oscar a la mejor película con este film. Una familia de clase media acomodada, originalmente con dos hijos, Buck y Calvin, vive sin elaborar el duelo por la muerte del primero en un accidente. Sin ser una "película sobre psiquiatras", el film muestra cómo el proceso de psicoterapia del Dr. Berger (Judd Hirsch), primero con Conrad, el hijo sobreviviente (Timothy Hutton) y luego Calvin, el padre (Donald Sutherland) genera cambios que sacuden la estancada relación familiar, caracterizada por la frialdad de Beth, la madre (Mary Tyler Moore), la aparente pasividad de Calvin y la culpa de Conrad. La aparición/desaparición de Karen, una antigua compañera de Calvin en el hospital precipita la crisis que el Dr. Berger manejará con heterodoxa destreza y calor.
A pesar de que se le ven las líneas de expresión por el tiempo transcurrido desde su estreno, no tan lejano como para que la veamos como "algo de historia del cine", la cinta conserva el interés de la obra de un actor exitoso que superó a tiempo el vedetismo y encasillamiento de las estrellas e incursionó honesta y críticamente en la dirección y la producción. Vale la pena volverla a ver.
La ciénaga Lucrecia Martel 2001.
Graciela Borges (Mecha) Mercedes Morán (Tali), Sofía Bertolotto (Momi), Andrea López (Isabel), Martín Adjemián (Gregorio), Daniel Valenzuela (Rafael)...
Otra opera prima, esta vez de una realizadora argentina. La película transcurre entre La Ciénaga, una localidad de la provincia argentina de Salta, y La Mandrágora, una finca situada a 90 km. Las protagonistas de este film son tres mujeres más o menos coetáneas y antiguas compañeras de estudio: Tali (Natalia) casada con Rafael y madre preocupada de cuatro hijos pequeños, quien vive en La Ciénaga, Mecha, una cincuentona casada con el inútil Gregorio (quien sólo está pendiente de teñir su cabello) y también madre de cuatro hijos, y Mercedes, quien se ocupa del cultivo y la comercialización de los pimientos rojos de La Mandrágora. Mercedes trabaja y convive como pareja en Buenos Aires con José, el mayor de los hijos de Mecha, aunque esto último no lo sabe la madre, como tampoco sabe que Mercedes fue amante de Gregorio en otra época. Mecha es alcohólica y justamente el film comienza con un accidente relacionado con la bebida, cerca de la nauseabunda piscina. Un grupo bebe vino con hielo sentado alrededor de la piscina. Mecha se corta al caer sobre unas copas de vidrio que llevaba en las manos y
debe ser llevada al dispensario por Gregorio y La Vero (Verónica) una de sus hijas, quien maneja el auto.
Tali y su preocupado esposo se preocupan por la enfermedad de su hijo menor, quien tiene un diente supernumerario en el velo del paladar.
Paralelamente hay una subtrama en torno a Momi e Isabel, a quien Mecha quiere despedir porque sospecha que "se lleva cosas" de la finca. Momi aprecia y protege a Isabel, pero ésta no le cuenta sus problemas a quien considera una niña aún. Es febrero, es decir, el mes más caluroso del verano austral. En La Ciénaga celebran el carnaval. En medio del baile y los tragos, ocurre algo entre José e Isabel, y Perro, el novio de ésta, pelea con él. Al final, donde menos se pensaba, ocurre la tragedia...
Esta película, premiada en varios festivales internacionales, entre ellos el de Sundance para el mejor guión, no ha tenido la misma recepción en buena parte del público argentino, especialmente porteño. A mí me parece estupenda, y, descartando la trama del film, me recuerda mis vacaciones de adolescente en Maracaibo donde los numerosos primos y primas compartíamos prácticamente todo menos el cepillo de dientes. Quizá ocurre algo con el aspecto dialectal: a menudo tomamos por argentino sólo el idioma que se habla en Buenos Aires. En La Ciénaga, y en toda la región de Salta, se habla de modo muy diferente, algo que a mí se me escapa pero que a los bonaerenses no les debe gustar. Pero a mí, que me acostumbré al habla de los maracuchos, algo me debe resultar familiar. La crítica menciona la atmósfera chejoviana e insiste en el aspecto esencialmente salteño del film, justo de donde es oriunda la directora.
A quien le gusta Bergman, Antonioni, o el Woody Allen de Interiores y La otra mujer, esta película le va a fascinar. Amantes de mucha acción y efectos especiales, favor abstenerse.
Los canallas duermen en paz Akira Kurosawa, 1960.
Soberbia construcción acerca de la corrupción y la venganza. En una gran empresa inmobiliaria donde reina el soborno y el asesinato comienza a precipitarse una escalada de venganzas que tiene como objetivo a los grandes capos de la empresa. La influencia de Shakespeare, confesa en la obra del japonés, es aquí particularmente notoria en relación a Hamlet, sin tratarse en absoluto de una adaptación. No vale la pena que cuente nada, pues quien no la ha visto perdería gran parte del interés de la trama. Sólo destaco la magnífica puesta en escena: dicen los críticos que la secuencia inicial de la boda del protagonista (Toshiro Mifune) con la hija del gran jefe de la empresa es uno de los mejores comienzos de una película jamás filmada. Asimismo, hacia la mitad del film es cuando nos enteramos de quién es el vengador, por qué actúa como lo hace y cuáles son sus tormentos y conflictos (en el mejor estilo shakespereano).
Es una obra maestra. Quizá el único defecto del film es su innecesario alargamiento que (me) la hizo algo pesada hacia el final. Pero esto es sólo una opinión. Como decía Andrés Salcedo cuando difería del réferi de un mundial de fútbol, citando a Teresa de Ávila: "¡Doctores tiene la Santa Madre Iglesia
Julio César Joseph Mankiewicz, 1953.
"Shakespeare, sabiendo de pobre historia paleontológica tan poco o menos que Calderón, penetra en el alma de la antigüedad romana por la estrecha puerta de una mala traducción de Plutarco y resucita en su Julio César la vida del foro resonante..." (Miguel de Unamuno: En torno al casticismo, III)
Adaptación fidelísima a la obra homónima de Shakespeare. Protagonizan: Marlon Brando (Marco Antonio) James Mason (Marco Bruto) John Gielgud (Casio) y Louis Calhern (Julio César), con Edmond O'Brien (Casca) Greer Garson (Calpurnia) Debora Kerr (Porcia) y un elenco de lujo en los papeles secundarios. Blanco y negro. Una Roma sombría, en los estertores de la república, debatiéndose entre la tiranía y la libertad. La crítica considera que la obra es toda un homenaje de Shakespeare a Bruto, a quien consideraba un modelo de virtudes cívicas, y no la encarnación del villano y traidor. De hecho, las últimas palabras de la obra, expresadas por Octavio ante el cadáver de Bruto constituyen una auténtica apología, lo que no cuadra con la verdad histórica, pues se sabe que sólo Marco Antonio le hizo dar sepultura, mientras que Octavio arrojó su cabeza a los pies de la estatua de Julio César.
Jamás olvidaré aquella noche del Liceo Agustín Aveledo, donde me había inscrito en 1959 para cursar el último año de bachillerato y vivir la experiencia de la educación pública. El Centro de Estudiantes organizó la proyección de Julio César. Pantalla al aire libre; un proyector de 35 mm. con sus altavoces y nosotros al descampado viendo esta película. No muy atento, en realidad, hasta se oyen los discursos después del asesinato de Julio César. Primero un estupendo James Mason como Bruto en una de sus mejores actuaciones y luego Marco Antonio interpretado por un Brando sumergido hasta los tuétanos en el personaje. Afortunadamente en Venezuela las películas se proyectan en lenguaje original con subtítulos. Si no, jamás me hubiera entusiasmado con ella. El verbo resonar utilizado por Unamuno en su ensayo describe lo que ocurrió en mi memoria con la voz de Marlon Brando repitiendo el estribillo:
But Brutus says he was ambitious
and Brutus is an honourable man
No tuve la misma suerte con las reproducciones en DVD: la única versión disponible, que me "quemó" y regaló un colega y amigo, para entonces mi generoso proveedor, está doblada por los más castizos actores que os podéis imaginar. Una tortura indescriptible. Que me perdonen los peninsulares, excepto los andaluces. Hasta que hace poco (¡Dios no permite que la prueba supere nuestras fuerzas!) conseguí en el pasillo de Ingeniería la versión en inglés. Era la última que quedaba.
CONTINUARÁ...
La ciénaga Lucrecia Martel 2001.
Graciela Borges (Mecha) Mercedes Morán (Tali), Sofía Bertolotto (Momi), Andrea López (Isabel), Martín Adjemián (Gregorio), Daniel Valenzuela (Rafael)...
Otra opera prima, esta vez de una realizadora argentina. La película transcurre entre La Ciénaga, una localidad de la provincia argentina de Salta, y La Mandrágora, una finca situada a 90 km. Las protagonistas de este film son tres mujeres más o menos coetáneas y antiguas compañeras de estudio: Tali (Natalia) casada con Rafael y madre preocupada de cuatro hijos pequeños, quien vive en La Ciénaga, Mecha, una cincuentona casada con el inútil Gregorio (quien sólo está pendiente de teñir su cabello) y también madre de cuatro hijos, y Mercedes, quien se ocupa del cultivo y la comercialización de los pimientos rojos de La Mandrágora. Mercedes trabaja y convive como pareja en Buenos Aires con José, el mayor de los hijos de Mecha, aunque esto último no lo sabe la madre, como tampoco sabe que Mercedes fue amante de Gregorio en otra época. Mecha es alcohólica y justamente el film comienza con un accidente relacionado con la bebida, cerca de la nauseabunda piscina. Un grupo bebe vino con hielo sentado alrededor de la piscina. Mecha se corta al caer sobre unas copas de vidrio que llevaba en las manos y
debe ser llevada al dispensario por Gregorio y La Vero (Verónica) una de sus hijas, quien maneja el auto.
Tali y su preocupado esposo se preocupan por la enfermedad de su hijo menor, quien tiene un diente supernumerario en el velo del paladar.
Paralelamente hay una subtrama en torno a Momi e Isabel, a quien Mecha quiere despedir porque sospecha que "se lleva cosas" de la finca. Momi aprecia y protege a Isabel, pero ésta no le cuenta sus problemas a quien considera una niña aún. Es febrero, es decir, el mes más caluroso del verano austral. En La Ciénaga celebran el carnaval. En medio del baile y los tragos, ocurre algo entre José e Isabel, y Perro, el novio de ésta, pelea con él. Al final, donde menos se pensaba, ocurre la tragedia...
Esta película, premiada en varios festivales internacionales, entre ellos el de Sundance para el mejor guión, no ha tenido la misma recepción en buena parte del público argentino, especialmente porteño. A mí me parece estupenda, y, descartando la trama del film, me recuerda mis vacaciones de adolescente en Maracaibo donde los numerosos primos y primas compartíamos prácticamente todo menos el cepillo de dientes. Quizá ocurre algo con el aspecto dialectal: a menudo tomamos por argentino sólo el idioma que se habla en Buenos Aires. En La Ciénaga, y en toda la región de Salta, se habla de modo muy diferente, algo que a mí se me escapa pero que a los bonaerenses no les debe gustar. Pero a mí, que me acostumbré al habla de los maracuchos, algo me debe resultar familiar. La crítica menciona la atmósfera chejoviana e insiste en el aspecto esencialmente salteño del film, justo de donde es oriunda la directora.
Los canallas duermen en paz Akira Kurosawa, 1960.
Soberbia construcción acerca de la corrupción y la venganza. En una gran empresa inmobiliaria donde reina el soborno y el asesinato comienza a precipitarse una escalada de venganzas que tiene como objetivo a los grandes capos de la empresa. La influencia de Shakespeare, confesa en la obra del japonés, es aquí particularmente notoria en relación a Hamlet, sin tratarse en absoluto de una adaptación. No vale la pena que cuente nada, pues quien no la ha visto perdería gran parte del interés de la trama. Sólo destaco la magnífica puesta en escena: dicen los críticos que la secuencia inicial de la boda del protagonista (Toshiro Mifune) con la hija del gran jefe de la empresa es uno de los mejores comienzos de una película jamás filmada. Asimismo, hacia la mitad del film es cuando nos enteramos de quién es el vengador, por qué actúa como lo hace y cuáles son sus tormentos y conflictos (en el mejor estilo shakespereano).
Es una obra maestra. Quizá el único defecto del film es su innecesario alargamiento que (me) la hizo algo pesada hacia el final. Pero esto es sólo una opinión. Como decía Andrés Salcedo cuando difería del réferi de un mundial de fútbol, citando a Teresa de Ávila: "¡Doctores tiene la Santa Madre Iglesia
Julio César Joseph Mankiewicz, 1953.
"Shakespeare, sabiendo de pobre historia paleontológica tan poco o menos que Calderón, penetra en el alma de la antigüedad romana por la estrecha puerta de una mala traducción de Plutarco y resucita en su Julio César la vida del foro resonante..." (Miguel de Unamuno: En torno al casticismo, III)
Adaptación fidelísima a la obra homónima de Shakespeare. Protagonizan: Marlon Brando (Marco Antonio) James Mason (Marco Bruto) John Gielgud (Casio) y Louis Calhern (Julio César), con Edmond O'Brien (Casca) Greer Garson (Calpurnia) Debora Kerr (Porcia) y un elenco de lujo en los papeles secundarios. Blanco y negro. Una Roma sombría, en los estertores de la república, debatiéndose entre la tiranía y la libertad. La crítica considera que la obra es toda un homenaje de Shakespeare a Bruto, a quien consideraba un modelo de virtudes cívicas, y no la encarnación del villano y traidor. De hecho, las últimas palabras de la obra, expresadas por Octavio ante el cadáver de Bruto constituyen una auténtica apología, lo que no cuadra con la verdad histórica, pues se sabe que sólo Marco Antonio le hizo dar sepultura, mientras que Octavio arrojó su cabeza a los pies de la estatua de Julio César.
Jamás olvidaré aquella noche del Liceo Agustín Aveledo, donde me había inscrito en 1959 para cursar el último año de bachillerato y vivir la experiencia de la educación pública. El Centro de Estudiantes organizó la proyección de Julio César. Pantalla al aire libre; un proyector de 35 mm. con sus altavoces y nosotros al descampado viendo esta película. No muy atento, en realidad, hasta se oyen los discursos después del asesinato de Julio César. Primero un estupendo James Mason como Bruto en una de sus mejores actuaciones y luego Marco Antonio interpretado por un Brando sumergido hasta los tuétanos en el personaje. Afortunadamente en Venezuela las películas se proyectan en lenguaje original con subtítulos. Si no, jamás me hubiera entusiasmado con ella. El verbo resonar utilizado por Unamuno en su ensayo describe lo que ocurrió en mi memoria con la voz de Marlon Brando repitiendo el estribillo:
But Brutus says he was ambitious
and Brutus is an honourable man
No tuve la misma suerte con las reproducciones en DVD: la única versión disponible, que me "quemó" y regaló un colega y amigo, para entonces mi generoso proveedor, está doblada por los más castizos actores que os podéis imaginar. Una tortura indescriptible. Que me perdonen los peninsulares, excepto los andaluces. Hasta que hace poco (¡Dios no permite que la prueba supere nuestras fuerzas!) conseguí en el pasillo de Ingeniería la versión en inglés. Era la última que quedaba.
CONTINUARÁ...
ARGELIA MELET ESCRIBIÓ:
ResponderEliminarVi la película sobre Hemingway. Si lo que cuentan es verdad, la impresión que me dio Hemingway es bastante pobre De paso, creo que Hemingway estaba seducido por la URSS como muchos intelectuales de su época. Dos Passos estaba más cerca del anarquismo, que siempre ha sido crítico de la política adoradora del poder del Estado,que inició Lenin y continuó Stalin, imponiéndola al mundo de los comunistas.
JOSÉ ORELLANA ESCRIBIÓ: Crónicas increíbles. Me acabo de introducir en ellas y cuesta dejarlo. Sus
ResponderEliminarcomentarios de cine son excepcionales y al Dr. Mata de Gregorio lo
retrata cabalmente,
Conducido por tu enlace, hoy soy yo quien transita por tu excelente blog. Es curioso, pero hace poco que he revisado esta película (solo la había visto una vez, al menos hace dos décadas y mi recuerdo era bastante borroso). Se trata de una adaptación que claramente hace reivindicación de su condición teatral (los personajes parece que no hablan entre ellos, sino hacia el espectador), y que en sus mejores momentos tiene una atmósfera magnífica. Tanto como los actores, incluso Brando, en esa época inicial de su carrera en la que todavía (en mi opinión) no se había endiosado. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Gracias, José Miguel, por la visita! Es verdad, Brando sale como de la nada después del discurso de Bruto y su intensa pero fugaz aparición no deviene en ningún vefettismo sino en alguien que simplemente cumple con su oficio. Gran Mankiewicz quien nos repite el tema en un calumniado "Cleopatra" años después con el "Rolls-Royce" de Rex Harrison como Julio César. No te pierdas. Ésta es tu casa.
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