Retazos de temas que me han interesado alguna vez, experiencias vividas, recuerdos, libros leídos, textos perdidos y rescatados, films que han dejado una impronta en mi memoria, pero también proyectos no realizados o postergados...







domingo, 30 de octubre de 2011

EL REGRESO DE EVA

LA TRAMA:
El niño Antonio Jiménez es encontrado el primero de enero de un hipotético y lejano1986 torcido en la cama,  profundamente dormido con respiración fatigosa , no despierta a los gritos con que el camarero lo llama.  El padre, alarmado, hace que el Dr. Gurtz, médico de la familia, sea llamado urgentemente por su teléfono de bolsillo.  El médico diagnostica una enfermedad denominada Pannegolitis, que, según Gurtz, lo hará permanecer en ese estado por tiempo indefinido, insensible a cualquier estímulo, pero sin ningún riesgo para la vida, alimentándose sólo del aire. Ordena el médico que se le deje sin ropa, se bañe diariamente, se cambie de cama a medida que vaya creciendo, se afeite cuando empiece a salirle la barba y se le corten las uñas y el cabello periódicamente, pues este cuadro puede durar entre 10 y 25 años.  Para la fecha del comienzo del mal, la enfermedad, originaria de Norteamérica,  se había convertido en una pandemia, lo que originó alarma colectiva y generó conferencias internacionales.

 25 años después, es decir, en el más remoto e hipotético año 2011 (el libro fue publicado en 1933),  nos encontramos en una sociedad altamente tecnificada, gobernada sólo por mujeres, donde los hombres son figuras anodinas, asexuadas, cuando no afeminadas, que sólo se desempeñan en oficios domésticos. No se menciona el país donde ocurre la historia, pero por el habla caraqueña y la presencia misma del narrador, que se introduce en la novela subrepticiamente, parece que estamos en Venezuela.
La protagonista es Nirvana Castro, Ministra de Aviación.  El gobierno es desempeñado totalmente por mujeres y el desplazamiento de los personajes es principalmente aéreo, por medio de aviones y verticalicópteros, que introducen a sus tripulantes mediante paracaídas incluso en las oficinas mediante espacios abiertos en los techos de los edificios, casi todos rascacielos, donde el movimiento del personal se hace por ascensores, pasadizos y plataformas.  Todo se opera mediante muchos botones y dispositivos automáticos.
Hay un gran adelanto en el desarrollo de los periódicos, que emiten muchas ediciones al día, como lo denuncian sus nombres ¡Zás!, ¡Epa! y ¡Ya!. Estos multidiarios también llegan a las oficinas a través de tubos metálicos
La reproducción de la especie humana es sustituida por la producción de bebés "in vitro".  El Gobierno posee el método de la Autonacimenesia a través de la Autonacimentina,  proveniente de Alemania. Esta producción de  seres humanos es potestad exclusiva del Estado, quien controla y entrega una niña a cada una de las habitantes para que la cuiden. Los ejemplares masculinos  son mucho más escasos: 1 por cada 500.000  mujeres, y de inferior calidad,  debido una falla de origen,  y por supuesto, no existe la reproducción sexual.  La palabra Amor no se conoce, y las allegadas a los círculos de poder son las que saben que en una época existía ese Amor, pero no logran entender de qué se trata, ni tampoco las perturba. Además, todas están satisfechas y aparentemente felices.
Sin embargo hay una excepción.  La bellísima Ministra de Aviación, Nirvana Castro, es la última representante de la especie que nació de una pareja humana el 30 de febrero de 1985, aunque ella misma no lo sabe.  Eso hace que a veces sienta desazón, una especie de picazón, como si le faltara algo en la vida. Asimismo, rompiendo los hábitos alimenticios de esa sociedad donde todo es altamente tecnificado, a Nirvana le da de vez en cuando por atracarse de tortillas de cebolla, algo que hace a escondidas, con la complicidad de su secretaria Fifí.

Un hecho viene a perturbar la existencia de los personajes de la novela, en especial la de Nirvana.  Una momia, guardada celosamente como "Ficha N° 7" en un hospital, que en realidad es un "depósito de momias", da señales de vida, es decir, ronca, lo que no había hecho antes y ahora lo hace a cada rato. Anteriormente se encontraba inerte, sin ropa, bajo el cuidado de un personal de confianza del Gobierno, que se encargaba, siguiendo instrucciones,  de cambiarle la cama conforme crecía, bañarlo y cortarle las uñas y el cabello. Llevada la presunta momia (llamada en adelante "la Ficha N° 7") ante la Academia de Medicina, es mostrada ante todas las académicas, quienes al acercársele por turnos y hacer comentarios elogiosos de su aspecto, así como al hacerle llegar in crescendo el perfume de mujer, vieron atónitas cómo la "Ficha" abría los ojos y exclamaba: "¡Mamaíta!" sin ningún género de dudas, retornando en seguida a su situación inerte. Posteriormente se supo de la misteriosa muerte de la Directora del hospital, la doctora Wataplasma, cuando a escondidas, se acercó a la "Ficha" con un bisturí eléctrico para comprobar si sangraba, esto es, si estaba viva.  Pocos días después, la "Ficha N° 7" desapareció sin dejar rastro.
Se trata, por supuesto, de Antonio Jiménez, el paciente de "Pannegolitis" del primer capítulo, quien sobrevivió a un accidente automovilístico ocurrido el 13 de abril de 1992, en el cual murieron todos sus cuidadores.
La desaparición de la "Ficha N° 7" es tratada como un asunto de Estado, pero inevitablemente la noticia se va filtrando y se crea una crisis en el Gabinete Gubernamental.
¿Qué había ocurrido? Siguiendo un impulso incontrolable, que ella misma no se explica, la propia Ministra de Aviación logró penetrar el cerco que rodeaba a la "Ficha" y la secuestró, escondiéndola en la zona prohibida.
¿Con qué objeto?   La misma Nirvana no lo tiene muy claro al principio, pero Antonio despierta de su letargo de 25 años,  y se inicia un diálogo, no exento de caricias verbales y táctiles, que culminan en un amor a la antigua usanza. 
Entretanto, en el Gabinete Gubernamental hay un ambiente de alarma.  El Gobierno Alemán denuncia la desaparición de una aviadora e ingeniero militar, Griffen Blohm, a quien se supone también secuestrada con el propósito de adquirir una nave secreta, violando acuerdos internacionales.  Alemania amenaza con suspender el suministro de Autonacimentina si no se devuelve a Fraulein Blohm. El Gobierno responde, la prensa publica la correspondencia entre los dos países y el Gobierno termina clausurando los principales multidiarios, ¡Zás!, ¡Epa!,  ¡Ya! y apresando a sus directoras.  Llama la atención la ausencia justamente de Nirvana a las reuniones de Gabinete, quien se comunica con sus colegas a través de micrófonos y altoparlantes.  Lo que no saben es que la Ministra de Aviación se encuentra en pleno idilio con la "Ficha", con quien sostiene diálogos que se prolongan hasta el amanecer, descubriendo ella el significado de la palabra AMOR, y él, los secretos de esta nueva sociedad que se permite conocer mediante incursiones aéreas a fiestas del "Club de Aviadoras" a las cuales asiste disfrazado y con la consigna de no hablar, pues lo delataría su  voz viril .
Entretanto, la Ministra de Policía empieza a sospechar de Nirvana, se establecen nexos entre la desaparición de la "Ficha" y las ausencias de la Ministra, quien presenta ahora síntomas extraños como mareos (raros en una aviadora) náuseas (ídem) y una actitud rara, pero no logran diagnosticarla. 
El cerco se va estrechando. Alemania suspende definitivamente el suministro de Autonacimentina al país, así como un bloqueo mundial, lo que genera a los pocos meses una crisis poblacional.  En algunas miembras del Gabinete se empieza a relacionar a Antonio con la solución a dicho problema, se le cree un equivalente a la Autonacimentina, aunque no se comprende cómo. Sólo una anciana investigadora que había sido expulsada de la Academia de Medicina por sus ideas subversivas es capaz de explicarles qué significa Antonio Jiménez y de qué modo puede ser la salvación para la especie humana.  Se ordena la persecución de la Ministra, pero ya Nirvana vuela con Antonio a la zona prohibida, donde la ingeniero y aviadora alemana Griffen Blohm está finiquitando la construcción de una nave secreta, que por fin los llevará a escapar hacia una zona virgen en el planeta.
Pocos años después, las exploradoras alemanas Grothen y Greuttem reportan a la Sociedad de Geografía el hallazgo de una pequeña tribu salvaje constituida por un hombre, dos mujeres y cinco niños.  Se alimentan de frutas silvestres y de la caza.  Visten guayucos y lucen sanos y robustos.

FEDERICO LEÓN
LA OBRA:
El libro fue publicado en Caracas en 1933 por la Editorial La Esfera con la firma de Pepe Alemán, seudónimo del escritor y periodista cumanés Federico León Madriz. Llama la atención que justo un año antes, Aldous Huxley había lanzado la primera edición original de Brave New World (Un mundo feliz), obra con la que El Regreso de Eva guarda bastantes semejanzas, aunque el tono de aquella sea más sombrío. ¿Tuvo conocimiento el autor de esta obra e influyó en su trama?  No lo sabemos, pero en aquella Venezuela atrasada y sometida a 25 años de dictadura del General Juan Vicente Gómez es poco probable que el libro original de Huxley llegara tan temprano a las manos de León.  Mucho menos se le puede achacar alguna influencia de la versión castellana, pues se sabe que la primera traducción a nuestro idioma de Brave New World la hizo Luys Santa Marina en 1935, es decir dos años después de la publicación de El Regreso de Eva. En todo caso, la atmósfera pesimista de la novela de Huxley es muy diferente del tono amable, el estilo coloquial y transparente y el final optimista que León le imprime a su obra.  Leemos en el Prólogo:
"...Al emprender este trabajo, el autor se limitó a seguir el hilo de una narración, sin rebuscamiento literarios, el imperativo de la costumbre, el hábito de escribir con ligereza y simplicidad de expresión, adquirido en largos años de vida periodística..."

Entre los adelantos, tipo ciencia-ficción que Pepe Alemán / Federico León nos muestra en su novela podemos mencionar los siguientes:
-La gente se alimenta por medio de pastillas: pastillas de consomé, de pollo, de café con leche, de fécula de maíz. Como nadie mastica, la dentadura no se daña, no se conoce la profesión de odontología.
Desde el punto de vista dietético 1 comprimido (literalmente "una pastilla") de "Carnivoraína" equivale a 1/2 Kg. de carne fresca; 1 comprimido de "Ovominina" equivale a 6 huevos de gallina, de "Triglodina" a pan.
A Antonio Jiménez le cuesta mucho adaptarse a este sistema: cuando tiene sed:  Nirvana le ofrece unos panecillos que al disolverse en la boca, equivalen a 1 vaso de agua.  Como Antonio protesta, le traen cubos de agua (sólo la usan para el aseo, no para tomar) y manda a fabricar vasos según los modelo que Antonio le diseña.
-Las pastillas incluyen también las bebidas: de peppermint (no olvidemos que son todas damas), también de whiskey (sic) & soda.  Algunas aviadoras abusan de estas pastillas hasta la embriaguez. (¿anticipo de las drogas?).
-También mencionamos los multidiarios ¡Zás!, ¡Epa! y "¡Ya!, anticipo de nuestros noticieros televisivos de varias ediciones al día e incluso en tiempo real, como el caso de twitter.
-Vimos que al comienzo, en 1986, ya el Dr. Gurtz es llamado a su teléfono de bolsillo (anticipo del celular). Vale la pena reproducir este breve diálogo de la página 7:

El automático marcó el número 178.469 "ambulante".  El doctor Gurtz, que se hallaba ingiriendo cerveza, acodado en una botillería, advirtió que el bolsillo de su chaleco se convulsionaba con un repiqueteo prolongado.
-¡Ya no puede uno ni beberse tranquilo su cerveza!
Extrajo el cablecito imperceptible rematado por un minúsculo auricular; se llevó éste al pabellón de la oreja izquierda e inquirió:
-¡Halo!
-¿El doctor Gurtz?
-¡Claro!  Si no atiendo yo por mi teléfono de bolsillo, ¿quién demonios va a atender?  Despache rápido que estoy ocupadísimo. 
(Cualquier parecido con el comportamiento actual en el uso del celular...estaba previsto)
 
- En la entrada de uno de los periódicos la persona al entrar imprime su voz en un Fonoregidactilógrafo que captura su voz, la cual queda prisionera.  Esto por razones de seguridad.
-La prensa ya no requiere de escritores: mediante el Dictalotipo la reportera le habla a una máquina que directamente imprime las palabras.  Por lo tanto, quedan eliminados los errores ortográficos...a menos que estos sean más bien fonéticos: si la periodista o quien hable dice "naide" por nadie, "eso se me ha orvidao", por olvidado, por ejemplo.  Eso sí, las palabras prohibidas o eliminadas, como amor, hacen que el aparato se tranque y no pueda seguir trabajando hasta que una técnica lo repare.
La novela es definitivamente divertida, muy alejada tanto del nativismo literario de esos años, como del provincianismo de nuestro humorismo de entonces. Se lee de un tirón, quizá tal como el autor confiesa que la escribió, si nos atenemos, de nuevo a su prólogo:

En "El regreso de Eva", lector benévolo, tienes ochenta y tres horas de trabajo de
Pepe Alemán.

Pero nos preguntamos:  ¿era tan inocente el autor cuando escribió esta distopía, para usar el término acuñado por John Stuart Mill? ¿No era consciente del mensaje que estaba enviando a sus lectores, que hoy sería considerado "políticamente incorrecto" por buena parte de los lectores y las lectoras de hoy, pero que a lo mejor pasó desapercibido entonces o simplemente se le desdeñó catalogándolo sólo como "humorismo"?
Para empezar, en El regreso de Eva hay una crítica al feminismo, o más exactamente, a cierto feminismo radical y excluyente.  Una sociedad en la cual las mujeres desplazan al hombre hasta el punto de aniquilarlo no es una sociedad viable, parece decir el autor, incluso explícitamente (Capítulo dedicado a los lectores exigentes, p. 47 ss.) o a través de supuestos documentos intercalados (De los nuevos procedimientos para la fabricación de niños, pag 21) o por medio de uno de los personajes (la Profesora Pelusa, pp. 146-148).
En segundo lugar, esta situación deja a la sociedad inerme ante la hegemonía de las grandes potencias poseedoras de la tecnología. La constante referencia a Alemania no puede ser casual, si recordamos que justamente el 30 de enero de ese año (1933) llegaba Adolfo Hitler al poder.
Por último, y creemos que es el meollo del asunto, se critica la disociación de la reproducción humana de la sexualidad y del amor.

Este mensaje no es popular, por lo menos en medios progresistas.  Ahora menos que en el momento en que se escribió.  Pero constituye una propuesta, un verdadero programa.  El mismo título de la novela lo dice. La distopía ¿convertida en utopía? Se trata de una ficción, no lo olvidemos,  Y escrita en clave de humor.  Siguiendo ese registro, el autor nos deja en el final con algunas dudas.  Las exploradoras encuentran a un hombre con dos mujeres y cinco niños.  ¿Quién es la madre de cuatro de esos cinco niños?  ¿Nirvana? ¿Nirvana y también la ingeniero y aviadora alemana Griffen Blohm? Esta segunda posibilidad, aunque algo machista, tiene un dejo patriarcal, como si empezáramos no con un nuevo Adán, sino con un nuevo Abrahám.  Así evitamos el tabú del incesto para la continuación de la especie.  ¿Es así? Es una conjetura.  Mejor dicho, una lectura.
Ojalá se haga asequible este texto al público venezolano.  Así podríamos conocer otras aproximaciones.
El tema se lo merece.

viernes, 7 de octubre de 2011

MÁS ALLÁ DE LA MEDICINA Y DE LA PSIQUIATRÍA

La primera vez que me hablaron de Gabriel Ignacio Trómpiz fue en una guardia de la Cruz Roja. Mi compañero Carlos Sánchez Núñez me contó que un psiquiatra muy inteligente acababa de llegar de Alemania: se trataba del hijo homónimo del doctor Gabriel Trómpiz, uno de nuestros profesores de Clínica Médica en la Escuela de Medicina Vargas.  No recuerdo qué otra cosa dijo de él, pero llegó a llamar mi atención.
Poco después, Manuel Antonio Ortiz, condiscípulo de la Escuela de Música  José Ángel Lamas y estudiante de los últimos años de Psicología, me presentó a Nelson Trómpiz, quien también estudiaba esa carrera en la Universidad Central y era hermano menor de Gabriel Ignacio, de quien me habló también en términos encomiásticos.
Por esa época yo hacía unas guardias en la Clínica Coromoto, institución psiquiátrica privada que admitía a estudiantes de quinto o sexto año de Medicina en calidad de residentes, lo que me permitía ganar algún dinero adicional a la beca de OBE (Organización de Bienestar Estudiantil) que me ayudó durante buena parte de mi carrera médica. Una de nuestras obligaciones consistía en elaborar las historias de ingreso, lo que se hacía generalmente con cierto desaliño rutinario, pero que para mí, que estaba decidido a especializarme en psiquiatría, constituía una ocasión de practicar habilidades y mejorar conocimientos adquiridos en el pregrado. Trataba de hacer las historias lo mejor posible "por amor al arte", pues en la Clínica -pensaba yo- nadie se tomaría el trabajo de leerlas con cuidado y mucho menos de evaluarlas.
Pero me equivocaba.  El primero en desmentirme fue Fernando Valarino, quien me preguntó si me interesaba la psiquiatría y me felicitó por las historias. El segundo fue Trómpiz. Me llamó a su consultorio y me preguntó:
-Bachiller, ¿Quién es su profesor de psiquiatría?
-El doctor Eloy Silvio Pomenta, le respondí tímidamente.
-Acompáñeme un momento, por favor- me dijo,mientras se levantaba y se dirigía al consultorio de Silvio, al tiempo que le decía con entusiasmo y una amplia sonrisa:
-¡Eloete, te felicito por tu alumno!
Silvio sonrió con una mezcla de frescura e ingenuidad que suele mostrar.
Luego, otra vez a solas, me preguntó:
-¿A usted le interesa la psiquiatría?
-Por supuesto.
-Pues entonces, si quiere aprender conmigo, en la próxima guardia lo mando a llamar para que veamos juntos mis pacientes. ¿Conoce el libro de Honorio Delgado?
-Pues...no.
-Búsquelo.  Delgado es el psiquiatra de habla hispana que mejor conoce la psiquiatría alemana y la fenomenología.  ¿Sabe lo que es el análisis existencial?
- En absoluto (había leído a Sartre y un libro de Jean Wahl sobre existencialismo donde se hablaba de Jaspers, pero no lo vinculaba para nada con la psiquiatría ni veía qué tenía que ver una cosa con la otra).


A partir de ese momento me adapté a su agenda. Una de las religiosas de la Clínica me despertaba muy temprano el día que estaba de guardia, diciéndome:
- ¡Residente, lo espera el doctor Trómpiz!
E invariablemente pasábamos revista con sus pacientes.  Me preguntaba especialmente sobre semiología, y cuando no atinaba a responder me daba una pequeña pero enjundiosa clase, que terminaba con la frase:
- Léase ese tema, que en la próxima guardia volvemos a hablar del asunto.
De ese modo me fui formando en semiología psiquiátrica antes de cursar la especialidad.  Al mismo tiempo, Gabriel Ignacio me hablaba del análisis existencial y la fenomenología.  Como algunos puntos me resultaban oscuros, terminé comprando la Psicopatología de Jaspers, la Esquizofrenia de Minkowski y otros libros para poder aprovechar ese propedéutico ameno y nutritivo. Gabriel Ignacio se había formado primeramente en Caracas, en el Postgrado de la Universidad Central de Venezuela con sede en el  Hospital Psiquiátrico de Caracas, pero luego se había ido a Heidelberg, donde Karl Jaspers había tenido su cátedra.  De algún modo yo estaba bebiendo de esa fuente.
En general, los psiquiatras venezolanos tenían una excelente formación, y para algunos, el análisis existencial no les era extraño. Por ejemplo, Alberto Baute había estudiado en Marburgo, Alemania, con el Profesor Sttute, y permanecido tres años en Viena, Austria, con Igor Caruso, uno de los propulsores del psicoanálisis existencial, así como asistido a conferencias de Viktor Frankl.
Pero para mí resultó deslumbrante este joven de baja estatura, de hablar fácil y preciso, con unos gruesos bigotes chorreados que supongo, trajo de Alemania, un talante risueño, y una inteligencia ágil y penetrante, siempre cargada de humor.
Aún cursaba yo el último año de Medicina.  Me faltaba, por lo menos, terminar mi carrera.  Ese momento llegó, y el día de mi graduación, en una fiesta que organizó mi familia, se presentó Gabriel con un regalo que aún conservo: una Antología Poética de Rilke, a la que le añadió una significativa dedicatoria.
De modo que ya era Médico Cirujano.  Pero para cursar la especialidad se requería, de acuerdo a la normativa de entonces (1966), cumplir un año de Internado Rotatorio, equivalente al Rural de hoy.  Trómpiz me habló del curso del Hospital Militar "Carlos Arvelo".  Me asomó la posibilidad de que entrara directamente, sin tener que hacer el Internado Rotatorio.  Era una época en que los postgrados no se habían organizado del todo, no existía la Comisión de Estudios de Postgrado de la Facultad de Medicina y ahora que lo pienso bien, creo que el curso del Militar no tenía aún reconocimiento universitario.
Yo no estaba decidido. Me había formado en la Escuela Vargas, conocía a los psiquiatras de la Cátedra y Servicio de esa sede y me constaba su calidad tanto académica como humana. Pero Gabriel Ignacio era insistente con lo del Hospital Militar. Me invitó a asistir a las reuniones clínicas de los viernes, donde conocí a los doctores Fernando Rísquez, Duilio Moreno Orozco y Roberto Arocha Tejada, y a la Licenciada Graciela Capriles, psicólogo. Pude presenciar las amenas presentaciones de caso y discusiones, en las cuales todo concluía siempre con el esprit de Rísquez: brillante, seductor.  En mi opinión, la presencia de Trómpiz era un desafío para Rísquez. Pero sería falso decir que percibí alguna rivalidad: al contrario, Rísquez lucía orgulloso de contar a  Trómpiz entre sus adjuntos.


Gabriel Ignacio Trómpiz es el de bigotes que está arriba de Rísquez, en el centro.(Foto cortesía de Gisela Guánchez).



El ambiente era grato.  Se me daba la oportunidad de opinar y participar, no obstante ser yo un recién graduado. Algunas intervenciones mías fueron seguidas con verdadero interés por Rísquez, lo que enorgullecía a Gabriel  y se reforzaba el mecanismo inductor para que yo me quedara en el Militar.
Pero yo no me decidía.  Seguí explorando. Me entrevisté con Francisco Herrera Luque, a la sazón Jefe de Cátedra y Director del Curso del Hospital Universitario, quien se mostró obsequioso, ofreciéndome facilidades para el ingreso.
Por último hablé con el doctor Jesús Mata de Gregorio, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Vargas, Jefe de la Cátedra de  Psiquiatría, y Director del postgrado de esa sede hospitalaria.
Para mi sorpresa, Mata se mostró inflexible con lo del Internado Rotatorio. Pero fue el único que me mostró un programa estructurado del postgrado.  Hablamos de unas declaraciones suyas en la prensa, donde se refería al libro Misión de la Universidad, de Ortega y Gasset.  Decidí hacer el curso en el Vargas.  Con todo el dolor de mi alma por Gabriel Ignacio, me incliné por lo organizado y estable.
Gabriel me dijo que había hecho una buena elección.  Me habló muy bien del doctor Mata, pero lamentó que no me quedara con Rísquez en el Militar.  Noté cierta tristeza en su voz, pero a lo mejor era una proyección de la mía, pues me hubiera gustado que él fuera mi profesor.

Comencé mi Internado Rotatorio. Corría el año 1967.  Yo hacía mi pasantía de Pediatría en el Hospital de Niños "J. M. de Los Ríos" y Caracas se preparaba para celebrar su Cuatricentenario.  Un día, el amigo Manuel Antonio Ortiz, que mencioné al principio, me propuso que visitáramos a Gabriel Ignacio "en plan de amigos".  Yo nunca había ido a su casa, pues mi relación con él siempre había estado circunscrita al ámbito profesional. Esa noche llegamos al edificio "Mijagual", en Los Palos Grandes, armados de una guitarra que tocaba Manuel Antonio (entre nosotros "Alejandro"). Conocí a la bellísima e inteligente esposa de Gabriel, Dorothy o "Dorsy", así como a su pequeño hijo, llamado también Gabriel Ignacio.
Me mostró su diploma de Heidelberg y su tesis doctoral sobre Esquizofrenia y Epilepsia.
Cantamos con la guitarra de "Alejandro", escuchamos la "Balada de Mackie Navaja"  de Die Dreigroschenoper y hablamos de todo lo divino y lo humano que se puede hablar en tan pocas horas.  A través de una acogida tan cálida, pude constatar lo inmensamente feliz que era esa familia...


¿Cómo poder aceptar, a más de cuarenta años de distancia, el hecho de que todo eso fue barrido por el terremoto que asoló a Caracas una semana después?
Junto con todas las personas que vivían en el edificio y las víctimas fatales de las otras viviendas que fueron destruídas por el sismo de 1967, tanto Gabriel como su esposa e hijo fallecieron en la tragedia. Del edificio "Mijagual" no quedó piedra sobre piedra, como lo mostró la prensa y la televisión, y como yo lo pude verificar con inmenso dolor mientras participaba con la Cruz Roja en las labores de salvamento.
El Presidente Leoni hizo acto de presencia en el lugar del siniestro y las labores de rescate y exhumación duraron varias semanas.  Caracas celebró enlutada su Cuatricentenario.
De Gabriel me quedó su ejemplo, su interés por la psiquiatría existencial y la fenomenología, su apertura al saber humano y a la trascendencia, expresada nítidamente en la dedicatoria que le escribió a la Antología Poética de Rilke que me regaló la noche de mi graduación:

Confiando que siempre estarás más allá de la Medicina y de la Psiquiatría:   G. Trómpiz h.

Lo sigo intentando.